Testigo clave identificó al policía que asesinó de un balazo al subcomisario Gutiérrez

Un vendedor ambulante vio cómo ocurrió el hecho durante la madrugada del 29 de agosto de 1994. Dijo que los oficiales siempre le pedían coima.

La Sala I de la Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal de La Plata reanudó ayer el juicio oral a los policías Alejandro Santillán y Francisco Mostajo, acusados por el crimen del subcomisario Jorge Omar Gutiérrez, hermano del exintendente de Quilmes y exdirigente de la UOM, Francisco “Barba” Gutiérrez, ocurrido en 1994 en el Ferrocarril Roca.

“Tomé el tren de las 00.25 (pasada la medianoche) hacia La Plata. Estaba en el vagón después del fuelle, sentado del lado del pasillo. Venía medio entonado porque habíamos comido pizza y tomado algunas cervezas. Pasa este hombre de contextura alta, que era el mismo policía –de apellido Santillán- que me había pedido una coima de $20”, recordó Gabriel Ramón Silva. “Pensé ¿qué hacía a esta hora si ya no hay vendedores?”, se preguntó el testigo.

El declarante contó que era vendedor en el tren, entre las 8 y las 19, y que los agentes de la federal siempre le sacaban la mercadería y lo metían preso. Asimismo, aclaró que el día del hecho tomó el ferrocarril después de medianoche porque volvía de visitar a sus abuelos para luego bajar en la estación de Ezpeleta e ir a su casa.

“Santillán fue al otro compartimento, cruzó el fuelle, y estaba con otra persona –El Colorado-, que también nos venía a pedir coimas”, sostuvo el testigo. El mismo recordó: “Yo estaba ahí sentado y en Avellaneda subió un señor de pulóver y pantalón azul y camisa celeste, (que llevaba) un maletín negro. (Este) se sentó en el vagón del medio”.

De acuerdo con su relato, “El Colorado estaba en el vagón de no fumadores, frente a Gutiérrez, cara a cara, un poco antes del disparo. Después de ese momento, no lo vi nunca más”. En aquella época, “el puente de Sarandí estaba destruido por una explosión y el tren pasaba despacito porque estaban arreglando las vías. Ahí Santillán efectuó el disparo”, afirmó.

A pedido del fiscal Martín Chiorazzi, el testigo hizo la simulación de cómo el policía se paró y le disparó en la nuca al subcomisario. Luego de ello, “yo cerré la puerta y me quedé sentado ahí por temor, hasta que el tren llegó a Ezpeleta y me fui a mi casa”, comentó Silva.

Hostigamiento

Después de ese episodio, “al día siguiente fui al tren a vender, como todos los días. (Los agentes de la Federal) me perseguían y me amenazaban. Polito era un policía que me dijo que yo llevaba un cajón blanco en el hombro y que yo iba a entrar ahí. Otro policía me decía que me iba a empujar del tren para que cayera debajo de las vías”, recordó Silva.

Los particulares damnificados están representados por las abogadas del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), para quienes el crimen “fue encubierto por la Policía Federal en colaboración con la Bonaerense, encargada de la investigación”.

Para este organismo, la víctima había comenzado una investigación sobre el almacenamiento de mercaderías presuntamente ilegales, además de armas, drogas y oro, -conocido como la “Aduana paralela”- en depósitos fiscales que proliferaron tras la desregulación del comercio exterior durante la presidencia de Carlos Menem.

El Tribunal está integrado por Miriam Ermili, Laura Lasaga y Juan Benavides.

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