Vecinos de Los Hornos en guerra con la comisaría Tercera por la inseguridad

En diálogo con este medio, relataron que son víctimas de numerosos robos diarios, sin que hagan nada desde la seccional.

A la vez que los agentes policiales hacen la vista gorda o directamente miran para otro lado, los delincuentes en el barrio de Los Hornos se hacen un festín diario, con múltiples robos que se caracterizan por un punto en común, que es la impunidad. Los vecinos del área, ofuscados por la situación que es cada vez más crítica, alzaron la voz y reclamaron urgentes medidas, aunque hasta el momento no fueron escuchados.

En diálogo con Trama Urbana, un frentista reveló que “hace meses que es zona liberada, todas las semanas los ladrones buscan entrar a alguna casa de la cuadra. Estoy juntando todos los videos que así lo grafican”. Un segundo dijo que “a través de las cámaras de seguridad se puede ver cómo un caco se mete por un espacio de la reja y sale por el portón al escuchar la alarma vecinal. Se robó una bici de la vivienda ubicada en la calle 136 entre 63 y 64”.

Y añadió que sujetos desconocidos “también rompieron el blindex del local Otto Burgues en la esquina de 63 y entraron a robar. Hace un año, en la misma cuadra, sustrajeron el auto de ese vecino”.

Falta de respuesta

Si bien los hechos se repiten y ocurren todos los días, los agentes de la comisaría Tercera, con jurisdicción en la zona, no entran en acción para ordenar el barrio. Por el contrario, apenas si escuchan a las víctimas y no patrullan. “Por acá no se ve un solo móvil, menos de noche o de madrugada. Esto es tierra de nadie”, contó un lugareño.

Y otro relató que “a veces ni siquiera atienen cuando llamamos al 911, o si querés radicar una denuncia en la comisaría, te pueden dejar esperando cinco horas, con el fin de que te canses y te vayas”.

Todos coincidieron en que “ya cambiaron varios comisarios” de la seccional, “pero todo sigue igual”. Aseveraron que, “más que enroques, queremos que se pongan a trabajar y que defiendan al vecino, no al delincuente. Estamos en mano de Dios, dependemos del destino. Uno no quiere armarse, pero tampoco nos dejan muchas otras opciones”.

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