Día de la Bandera

Macri hizo campaña en un acto patrio

En Rosario, en el marco del Día de la Bandera, el Presidente arengó a miles de niños que juraron lealtad a la insignia celeste y blanca a cantar “sí, se puede”, el clásico eslogan que le copió a Barack Obama. Fueron escasas las referencias a Manuel Belgrano

Ultraje patrio para adoctrinar. Así podría describirse al acto que en el mediodía
de ayer encabezó el Presidente Mauricio Macri en Rosario, al cumplirse 196 años de la muerte del general Manuel Belgrano, quien por cier­to fue escasamente mencionado en el brevísimo discurso de ocho minutos que pronunció el primer mandatario. Las palabras, en cambio, se apoyaron en el andamiaje eufórico del sí, se puede, ese eslogan de campaña que Cambiemos copió del yes, we can del presidente estadounidense, Barack Obama.

Así es que en el Día de la Bandera y frente al monumento en el que el prócer nacional -que tanto escribió en favor de la educación del pueblo- izó la insignia patria por primera vez el 27 de febrero de 1812, Macri eligió fórmulas de proselitismo extranjero para dirigirse a los más de cinco mil chicos -de no más de 10 años- que prestaron juramento al símbolo nacional.

“Estamos en la cuna de la Bandera para rendirle homenaje a Manuel
Belgrano”, contextualizó el primer mandatario ante los presentes, en su mayoría niños con globos celestes y blancos, una estrategia que sirvió para llenar los múltiples espacios vacíos. Esa imagen bucólica contrastó, en cambio, con lo que las cámaras oficiales no mostraron: los incidentes entre las fuerzas de seguridad que, como en los festejos por el 25 de mayo, blindaron los accesos al Monumento a la Bandera y manifestantes que protestaban contra los tarifazos.


La doctrina del “sí, se puede”

Tras la obligada mención a Belgrano en el comienzo, el discurso de Macri fluyó entre autorreferencias de campaña: “Los argentinos hace muy poco hemos decidido un cambio”, dijo y expresó sus objetivos: “Trabajar juntos hacia la pobreza 0, derrotar el narcotráfico (…) y unir a los argentinos”, para luego rematar, enfático: “¡Claro que se puede! No escucho: ¡Claro que se puede!”, arengando a los alumnos a cantar lo que ya es su mantra: “¡Sí, se puede!”.

Curioso es que, cuando era oposición, el actual Gobierno acusaba al Frente Para la Victoria de convertir fechas patrias en actos partidarios e inclusive lanzó una línea 0-800 para que padres de la ciudad de Buenos Aires denunciaran el adoctrinamiento en las escuelas porteñas.

“El camino correcto”

Pero ayer Macri optó por obviar aquella parte de la herencia K y, en cambio, se jactó de ir “en el camino correcto”, de haber “destrabado temas económicos que no nos dejaban crecer”, de comenzar a “combatir la inflación” que consultoras privadas estiman en más del 40% interanual, de “profundizar” las políticas sociales, y abogó por una Argentina “que incluya a todos con una mejor oportunidad de progreso”.

“Trabajo y trabajo y trabajo”, gritó ya sobre el final, y, estimulado por el aplauso de los niños: “¡Viva la Patria! ¡Sí, se puede! Es aquí y ahora. ¡Sí, se puede!”, insistió, ligando su eslogan a las palabras con las que el 20 de junio de 1812 Belgrano instó a su ejército a jurar lealtad a la bandera.

Se trató del punto cúlmine para un acto que, como no podía ser de otra manera, quedó coronado con una suelta de globos, no amarillos sino celestes y blancos. Fue lo único que pudieron ver los manifestantes, reprimidos por la Gendarmería a 300 metros del escenario en el que Macri habló de “in­clusión” y “progreso”.

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