Familia que sufrió robo en Villa Elvira se muda del país

Así lo aseguró Andrea, una de las víctimas del episodio ocurrido el pasado 23 de julio. Cansada de la persecución que vive, decidió irse al exterior junto con su esposo e hija para comenzar de cero. Los detalles, en esta nota

Nos vamos del país, sabemos que buscan algo puntual en nosotros y no podemos seguir así. No tenemos vida”, contó entre lágrimas Andrea, víctima de un violento robo en su casa de Villa Elvira el pasado domingo 23 de julio. La mujer le abrió nuevamente sus puertas a este medio para explicar el difícil momento que tanto ella como su familia se encuentran viviendo.

“Yo nací acá, mis papás viven enfrente, solo tuve que cruzar la calle para mudarme. Pero con mi esposo no nos costó decidir irnos. Lo hacemos por nuestra hija, es lo único que tenemos”, aseguró. El hecho que desencadenó tamaña resolución ocurrió hace exactamente 10 días, en una vivienda ubicada en 12 y 77. Cerca de las 14.30, dos asaltantes llegaron a la propiedad en una camioneta, bajaron cargando una maza y derribaron la puerta de entrada. Una vez adentro, golpearon y sometieron al dueño de casa, a punta de pistola obligaron a la hija de 15 años a maniatar a su madre y luego la usaron de rehén para amenazarlos.

“No sé de dónde creen que tenemos dinero, porque somos empleados públicos y no tenemos otro tipo de actividad en este momento que nos dé efectivo. Solo se llevaron el cambio que teníamos a esta altura del mes, una máquina de agujerear y una cámara de fotos”, aseguró Andrea.

Sin embargo, este fue el segundo episodio que la familia vivió en poco más de un mes. El 4 de junio, los mismos delincuentes habían ingresado a su inmueble de La Hermosura y, en esa ocasión, les aseguraron que regresarían en busca de más dinero: “Prometieron que iban a volver y lo hicieron. Me dijeron que la próxima vez tenía que tener plata o de lo contrario secuestrarían a mi nena”.

“Me la paso llorando y conteniendo”

Esa frase fue el detonante. “Mi nena estuvo 15 días afuera. El día que llegó, aparecieron de nuevo estos tipos. Tuvimos que darle tratamiento psicológico y este era el primer día después de terminar con las sesiones. Todavía no pudo empezar la escuela. No puedo llevarla a un lugar y dejarla sola. Es muy complicado. No dormimos, estamos alerta todo el tiempo. Me la paso llorando y conteniendo”, explicó la mujer.

Asimismo, contó: “Hay momentos en que ella nos plantea cosas porque obviamente tiene su grupo de amigos y sus afectos acá. Hay días en los que se quiere ir porque tiene miedo y otros en los que no. Pero es difícil, ya que tampoco tenemos tantos medios como para poder irnos. Este lugar lo hicimos juntos. Hace 35 años que estoy con mi marido. La casa la construyó él, inclusive los muebles los hizo en la carpintería de mi papá”. 

Para finalizar, dejó una reflexión: “Lo que está sucediendo es una cuestión social. El chico que entró acá, de 18 o 19 años, no sabía cómo manejar el arma, se le caían las balas, estaba muy nervioso. Ese muchacho no tuvo la posibilidad de estudiar ni nada, aprendió que podía ganarse la vida así. Yo soy docente y creo que tenemos que educar a toda la sociedad e involucrarnos todos”.

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