En Mendoza despejaba el cielo y en Brasilia entraba “El Enzo”

“Pinino” Amaya, un técnico que de chiquitín dirigió a Enzo Pérez, charló con diario Hoy, dando detalles de cómo se disfrutó en ese pueblo el primer partido en un Mundial del ex volante de Estudiantes 

Walter “Pinino” Amaya es un berissense de cuna pero al que desde hace 30 años se lo puede ubicar en el departamento mendocino de Maipú, ahí donde se crió Enzo Pérez. “Pinino” ya es un tipo de 51 recién cumplidos, que vive feliz, trabaja en el correo y además puso una rotisería con el nombre de su mejor trofeo: Melanie, su hijita.

Pero la distinción ahora pasa por ese futbolista que ayer debutó en la Copa del Mundo, y que tuvo la fortuna de orientar en sus pasitos por las canchas polvorientas de la Liga Mendocina. Fue el DT del crack cuando todavía era el número 8 en las juveniles del Deportivo Maipú, el cuadro al que bautizan “Los Cruzados”, el club que además le permitió a “Pinino” poder jugar en un Nacional B, allá por 1990, cuando apenas llegó desde Berisso, donde había sido el 10 de Villa San Carlos y Estrella (del ’84 al ’88). 

 “Cuando por la TV dijeron ‘se está moviendo Enzo Pérez’, le dije a mi señora ¡entra!.  Creo que le ayudó a cambiar al equipo argentino, dio esa sensación que fue esta vez más equipo, lo que le faltó en los anteriores, que dependía de Messi; apareció Higuaín, despertó, bien Biglia, Masche regular y muy bien la defensa”, hizo el comentario inicial Amaya. 

Ayer en el pueblo vivieron un día especial. El viernes había llovido, pero el día del partido ya había amanecido nublado y con un frio que calaba los huesos. Pero a la hora de Argentina-Bélgica se despejó, y no hubo una sola nube. Ese cielo celeste era un signo de lo que venía, una bienvenida celestial del estreno oficial en Brasil 2014 al hijo mimado de los maipucino. La familia Amaya se quedó esperando por algún cliente en la casa de comidas (rotisería Melani), pero por supuesto “no vino nadie”. Mejor para Walter que se acomodó para ver al detalle esos primeros movimientos del que ayer era un niño y al que también le daba la camiseta 8.

“Lo dirigí a los 15 a Enzo, un año después debutó en 1ª de la Liga Mendocina, donde lo puso Sperduti, técnico que actualmente sigue dirigiendo la Primera del club”, explica el nacido en Berisso, barrio Juan B. Justo, quien desliza en la charla una intimidad que no podía ocultar: “el jueves falleció la abuela de Enzo, tenía 90 años; estuve con el papá Carlitos, en el velorio, y creo que no le habrán dicho nada para no preocuparlo”.

Es que Amaya termina siendo un poco pariente del jugador, “porque el tío de mi señora está casado con una tía de Enzo, pero de esto recién me vengo a enterar hace poco”.

Contento, tiró algunos comentarios más de su “mostro” (como le gusta llamar a los jugadores distintos, como era él aunque sin fama). “Enzo jugó como siente él; la pisaba, la tenia, la mostraba, siempre fue así, no le pesa. Aparte de lo que corre, la virtud es que saber jugar. Y le gusta irse para arriba. Sospecho que Sabella le habrá dicho que no se suelte tanto… ellos se venían, claro, pero manejó bien los nervios. Ojalá tenga la oportunidad de estar de entrada. Demostró que está listo”, finalizó aquel ídolo de los hinchas de La Villa y Estrella en los años ochenta.