por daniel "profe" córdoba
Estudiantes, Central Córdoba y la teoría de lo impensado
De aquel equipo de la temporada 2013 y 2014 que dirigió el Profesor Córdoba en los torneos regionales, al actual que está más arriba del Pincha en la tabla de la Zona B de la Copa de la Liga Profesional. El viernes a las 19 se verán las caras en Santiago del Estero. ¿Quién llega mejor y quién está más obligado a ganar?
Por Daniel “Profe” Córdoba
Cuando en el año 2007 tuve el accidente automovilístico en donde estuve literalmente muerto, comenzaba toda una nueva vida. Para mí fue todo nuevo. No solo como ser humano, sino también como padre, como valoración de los principios de vida y también como profesional. Recién 6 años después pude volver a pararme delante de un grupo y ese grupo era el que representaba en sus jugadores al club Central Córdoba de Santiago del Estero. Esto ocurrió hace 10 años, cuando surgió el sueño de llevar a este equipo a Primera división y se inició un largo y complicado camino.
Así fue como fui allí para probarme. Para ver si ya estaba rehabilitado a nivel psicomotor, intelectual y psicológico. Y también para ver si ya estaba rehabilitado a nivel físico como para estar adelante de un plantel nuevamente después de 6 años de no hacerlo.
Fue como empezar de nuevo, pero en una situación muy distinta a la de Estudiantes en 1995.
Hoy cuando veo a Central Córdoba de Santiago del Estero casi puntero en este medio campeonato (porque es un medio campeonato ya que no juegan todos contra todos) y lo veo puntero, lo único que me viene a la cabeza son todas las vicisitudes que tuvimos que soportar.
En aquellos días allá en el inicio del año 2014 aproximadamente Central Córdoba ni siquiera tenía un estadio propio. Y no fue hace décadas. Fue hace nueve o 10 años. Era realmente deplorable: no tenía un centro de entrenamiento, no tenía medicina propia (si alguien se lastimaba había que recurrir alguna clínica), no tenía la cantidad de balones necesarios, la cantidad de ropa necesaria. En suma, no tenía nada ni siquiera para estar en lo que hoy se llama Federal A. Obviamente mucho menos tenía presupuesto.
Bueno pero rascando las piedras para tratar de sacar agua se consiguió milagrosa e increíblemente, y sobre todas las cosas metiéndole un agarre infernal, clasificar para el segundo ascenso al torneo nacional. A tal punto sorprendió esto que no había dinero porque como nadie lo esperaba no había plata para pagar el premio de la clasificación. Tuve que dejar dos sueldos de los míos para que los jugadores cobrarán el premio por haber clasificado, además hay muchas anécdotas por ejemplo esperar si llovía o no para ver si hacíamos fútbol en un lugar o hacíamos algún trabajo con pelota en las márgenes del río donde se mezclaba la arena con el césped, como hacíamos en 1986 con Don
Miguel ubaldo. Si no mírelo en Cambaceres también cuando los jugadores debían hacer crioterapia y corrían el riesgo ante titánica situación porque lo hacían en tanques de 50 litros, en donde se metía agua y muchas bolsas de hielo para que el frío les permitiera una mejor recuperación.
También veo llegando al gimnasio y estar cerrado porque el club no había pagado pero lo más irrisorio de todo es que un día dándole la espalda al lugar donde entra una ambulancia al campo de juego, donde debería entrar, yo estaba de espaldas a ese lugar y los jugadores que estaban haciendo un trabajo táctico estratégico conmigo se quedaron duros, entonces giro mi cabeza y se habían quedado duros los jugadores porque estaba entrando una procesión con un ataúd adelante que llevaba los restos de un conspicuo hincha de Central Córdoba de Santiago. Dieron la vuelta olímpica aproximadamente 500 personas atrás del cajón y se fueron. Obviamente imagínense a qué reacción pude haber tenido: “presidente me voy y este es el colmo”. Pero bueno por no traicionar a los jugadores me quedé hasta el final.
Festejo viéndolo en Primera con un equipo aguerrido defensivo, pero no carente de gol, que lucha cada pelota como si fuese la última. Veo con mucha satisfacción a un Central Córdoba que además de jugar un estadio de primer nivel como el de Madre de Ciudades, ojalá el crecimiento a nivel institucional haya sido exactamente igual que a nivel de resultados y que hoy el Central Córdoba de Santiago del Estero (el Ferroviario) tenga absolutamente todo lo que debe tener un equipo para mantenerse en Primera división. Sería una muestra muy linda del federalismo que yo quiero y exijo para el fútbol argentino.