La Selección padeció la falta de gol, se desesperó y acabó preocupada

Argentina jugó un gran primer tiempo, pero le faltó convertir. En el complemento pudo emparejar el marcador, aunque la obligación lo llevó a desordenarse. Fue un flojo empate 1 a 1 con Venezuela

Los 309 minutos que estuvo la Selección sin convertir por Eliminatorias no fueron casualidad. Tampoco el tanto en contra de Rolf Feltscher, que apenas le permitió igualar a la Argentina frente al colista Venezuela en el Monumental, resultado que despertó cierta preocupación de cara a la Copa del Mundo porque el equipo nacional desperdició la chance de quedar en zona de clasificación.

Fueron dos tiempos con diferentes caras: en el primer período, el seleccionado mostró intensidad, asociaciones, juego colectivo y profundidad, generando muchas chances de gol pese a la falta de eficacia; en el complemento ocurrió todo lo contrario, porque la obligación lo llevó a desordenarse y el tanto del rival lo desesperó.

Faltó el tan ansiado gol

Los primeros 45 minutos tuvieron prácticamente todo lo que planificó Jorge Sampaoli, ya que Javier Mascherano fue salida permanente; Éver Banega se hizo eje conductor y socio de Lionel Messi; Lautaro Acosta y Ángel Di María (se lesionó en esa etapa) atacaron permanentemente por las bandas; y Mauro Icardi se las ingenió para generarse las situaciones.

Sin embargo, una vez más la falta de gol (Argentina tiene apenas 16 tantos en igual cantidad de fechas) lo perjudicó. Incluso, el arquero Wuilker Faríñez le negó el grito a Icardi en tres ocasiones; a Dybala en otra y también tapó un remate violento de Messi sobre el final.

La desesperación

El segundo tiempo fue diferente. La Selección salió obligada y, en la primera falla de Nicolás Otamendi, John Murillo aprovechó los desacoples de la defensa para definir con sutileza ante Sergio Romero.

Argentina se recuperó. Tuvo a un Marcos Acuña haciendo la banda, colaborando en defensa y siendo profundo. De una jugada suya, a los 9 minutos, llegó la igualdad: hizo la personal, mandó el centro y, antes de que Icardi pudiera definir, Feltscher la metió en su  valla. Desde entonces, los minutos corrieron y los espacios se fueron cerrando. Banega no pudo descifrar los huecos; el ingresado Javier Pastore estuvo impreciso; Darío Benedetto no fue la solución y Messi, más allá de algunos destellos, terminó desapareciendo.

Así, el empate le arruinó la noche a la Selección y Venezuela, eliminado, festejó su primer punto aquí.

La gente llenó la cancha y se pintó para la ocasión

Con el sol cayendo en el horizonte porteño, el celeste y blanco de las camisetas fue copando el barrio del Monumental. 

Los vendedores, aprovechando el comienzo de mes, no dejaron pasar la oportunidad para aplicarle un punto de inflación a los precios de las banderas, las cornetas y los gorros, que ayer atenuaron las bajas temperaturas de uno de los últimos martes del invierno. 

Con Messi, Argentina siempre llena la cancha y anoche no fue la excepción. El número 10 del Barcelona dejó hace tiempo de ser apuntado para ser idolatrado. Aún sin haber ganado ningún título oficial con el seleccionado mayor (los Juegos Olímpicos se consideran Sub 23), la Pulga fue eje de todos los elogios, canciones y aplausos. Además, fue quien levantó a la hinchada cuando el partido estuvo complicado y el que le hizo ganar dinero a las marcas que manejan el merchandising de la Selección. 

El gran objetivo que le queda en su carrera es ganar el Mundial y pretende cumplirlo en Rusia. Todavía falta mucho, pero lo toma como algo personal. Es la última chance de cicatrizar la herida del pasado y nadie duda de que está haciendo bien los deberes, como aquel alumno de sexto año que quiere recibirse con el mejor promedio. 

Más de 60.000 argentinos fueron testigos ayer de la presentación del equipo de Jorge Sampaoli en las Eliminatorias Sudamericanas, cotejo para el que las entradas se agotaron con anticipación.

Los hinchas corearon el apellido de Lionel y se ilusionaron con volver a ver una nueva actuación destacada en la próxima gesta mundialista, dentro de nueve meses en Rusia. Por ahora, la expectativa va en aumento. Más allá de las complicaciones que se plantearon, la Argentina de Messi tiene motivos para soñar. 

 

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