Malvinas y Gimnasia unidos por el recuerdo de la guerra

A 40 años de la contienda que marcó para siempre a nuestro país, diario Hoy dialogó con Héctor Vinaccia, excombatiente, integrante de la Filial Ex Soldados y socio honorario del club. Un héroe argentino y una charla a corazón abierto: el desembarco en las islas, el recuerdo de los caídos en combate y los comentarios sobre el Lobo con los compañeros del regimiento.

Héctor Vinaccia, excombatien­te de Malvinas, es ejemplo de lucha y resiliencia. Integra diferentes grupos desde donde ayuda a compañeros y sirve de inspiración a chicos y jóvenes interesados en conocer su historia. Su experiencia es la de cientos de soldados que lucharon por nuestra patria y con el paso del tiempo obtuvieron el merecido reconocimiento. Aquel chico de 19 años que vivía en Berisso y se había anotado en el servicio militar, desembarcó en las islas el 14 de abril por la noche.

Cuenta la historia que recibía cartas de sus familiares y amigos donde le narraban el presente de su querido Gimnasia. De algún modo, su amor por el Lobo y las charlas con sus compañeros de combate sobre fútbol, lo relajaban de toda la locura que lo rodeaba.

—Es un recordatorio especial porque se cumplen 40 años. ¿Qué es lo primero que se te viene a la mente?

—Lo primero es la cantidad de años que han pasado. 40 años es una vida. Uno no se olvida de Malvinas, no se va a borrar nunca de mi mente. Muchas veces me preguntan sobre el desembarco o el momento de la batalla, una cosa es contarlo y otra diferente vivirlo. Cuando volvimos no nos dejaron hablar, pasamos momentos muy difíciles. Yo terminé el secundario, me anoté en el servicio y de un momento a otro estaba en una guerra. A esa edad, con 18 o 19 años, se suponía que deberíamos poder pensar en otras cosas más terrenales. Al regresar, fue difícil reinsertarse en la sociedad, la familia fue clave para salir adelante. Cuando nos juntamos con los compañeros, el tema es inevitable.

—¿Cómo fue el desembarco en las islas y los días siguientes?

—Yo llegué a las islas el 14 de abril a la noche, el desconcierto era muy grande ya desde hacía algunos días que nos fueron dando el armamento (las armas eran viejas, las balas también, mucho abrigo y bombachas de combate). Fui del regimiento a El Palomar, avión a Río Gallegos y luego salimos para Malvinas. Hacía un frío impresionante.

—¿Cuándo se empiezan a unir Malvinas y Gimnasia? ¿Es cierto que recibías cartas con los resultados del equipo?

—En el año 2006, uno de los compañeros (Germán) nos fue ubicando a todos los que éramos de la ciudad. Y ahí es donde nace la filial. Recibíamos pocas cartas de los familiares y amigos pero sí, a mi me mandaban resultados de los partidos del Nacional B. Hablar de Gimnasia nos sacaba de toda la tensión que estábamos viviendo. Más o menos éramos sesenta hinchas del Lobo. Gimnasia es el único club en el país que nos reconoció apenas llegamos, nos hizo socios honorarios del club. Todas las Comisiones Directivas que han pasado nos han tratado de maravilla, nos han brindado apoyo conteniéndonos en todo momento.

—Volviste a las islas con tus compañeros. ¿Fue una manera de no perder la memoria y sobre todo recordar a los soldados caídos?

—Volví en el 2013 con siete compañeros de La Plata. Estuvimos una semana en la casa de una señora mayor. Se me pasaron mil cosas por la cabeza, recorrimos Malvinas de otra manera. Fue una experiencia única. Llegamos al monte donde las tropas inglesas nos atacaron el 11 de junio en uno de los combates más sangrientos.

—¿Cómo están los excombatientes en la actualidad? ¿Creés que el Estado argentino se comportó como corresponde o aún quedan cuestiones por resolver?

—Estamos todos un poco grandes, la mayoría está rondando los 60 años. Con el paso del tiempo, la gente se nos fue acercando e incluso interiorizando. Quizás tenían miedo de preguntarnos por lo que habíamos pasado, no sabían cómo tratarme. A mí también me costó expresarme, pero con los años aprendí a contar todo lo que viví. Con respecto al Estado argentino, creo que tiene una deuda en materia de salud con noso­tros. Hablando en general, muchos compañeros quedaron con secuelas desde lo físico y lo psicológico. La pensión nos ayudó mucho para salir adelante y comenzar una nueva vida, formar una familia y no quedarse solo con lo ocurrido. Yo siempre digo que la gente no tome el 2 de abril como un feriado, sino que lo utilice para tomar conciencia de todo lo que pasó. Y recordar a los verdaderos héroes, los compañeros caídos. Los que volvimos fue porque Dios quiso que así sea.

Noticias Relacionadas