Como en un cuento de Fontanarrosa, Marcos Rojo, futbolista surgido en Estudiantes, coronó un enorme partido con el gol que nos permitió clasificar a octavos de final. Lo gritó todo un país entero
Como en un cuento de Roberto Fontanarrosa, Marcos Rojo, futbolista platense surgido en el potrero de Estudiantes, coronó un enorme partido con el gol que nos permitió clasificar a octavos de final. Lo gritó todo un país entero
Tantas veces criticado, tantas veces maltratado y desvalorado. Ahí está él, nuevamente poniendo el pecho y levantando la voz por un grupo entero que nunca perdió la fe. Rojo se transformó en el héroe de una película que generó angustia y sufrimiento durante 90 minutos.
Cuando nadie lo esperaba, cuando parecía que el sueño se iba de las manos, apareció de nueve, como un delantero agazapado en busca de la pelota y la acarició, mientras se terminó metiendo en el arco nigeriano. Explotaron los corazones.
Rojo sabe lo que es jugar partidos importantes. Sabe lo que es jugar una final del Mundo. De la mano de Alejandro Sabella tuvo un crecimiento enorme y hoy lo demostró dentro del campo de juego: no está muerto quien pelea.
"Les había dicho a los chicos que iba a meter un gol. Se lo dije a Éver (Banega) y Ota (Nicolás Otamendi)", relató un Marcos Rojo emocionado tras el gol agónico que lo convirtió en héroe frente a Nigeria, el gol de la clasificación.
"Vale muchísimo. Lo necesitábamos. Estamos más fuertes que nunca y ahora empieza la Copa para nosotros", aseguró el defensor de la foto más emotiva, el que se cargó a Messi en su espalda y que soñó previamente con ese momento.