Asesinaron a los tres periodistas secuestrados por las FARC disidentes

El presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, lo confirmó luego de tres semanas de tensión en la frontera de Ecuador y Colombia. Las víctimas son: Javier Ortega, Paul Rivas y Efraín Segarra

Tras casi veinte días de extrema tensión, los secuestradores asesinaron a los dos periodistas y al chofer del diario El Comercio que mantenían en cautiverio.

El propio presidente ecuatoriano Lenín Moreno confirmó la noticia. “Lamentablemente tenemos información que confirma el asesinato de nuestros compatriotas”, afirmó.

Fotos de los tres hombres acribillados a balazos circulaban desde el jueves a la noche en redes sociales, pero recién ayer el gobierno ecuatoriano confirmó el hecho.

El periodista Javier Ortega, de 32 años; el fotógrafo Paúl Rivas, de 45, y el conductor Efraín Segarra, de 60, fueron secuestrados en la frontera ecuatoriana con Colombia el 26 de marzo.

Los captores integran un grupo disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que tienen vínculos con carteles del narcotráfico.

Para liberarlos exigían un canje por tres presos y la eliminación de un convenio antidrogas que rige entre Colombia y Ecuador.

Moreno y su par colombiano, Juan Manuel Santos, acordaron esperar a un pronunciamiento de los secuestradores para lanzar una acción “contundente” contra el grupo de secuestradores.

Santos envió a Quito a su ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, junto a las máximas autoridades militares y policiales para acordar las acciones militares que tomarán.

Las FARC firmaron un acuerdo de paz con el presidente Santos el 4 de noviembre de 2016, por el cual entregaban las armas y se incorporaban a la vida política en Colombia.

Con el desarme de la guerrilla más poderosa de América Latina, convertida ahora en partido político, arreciaron disputas territoriales entre desertores del pacto de paz, bandas procedentes de antiguos paramilitares desmovilizados y otras guerrillas.

Desde hace décadas, esta porosa y selvática frontera de 720 km, con numerosas trochas ilegales, es utilizada por las bandas que viven del tráfico de droga, de armas y de combustible, así como de la minería y de la tala ilegal.