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RockEn medio de la pandemia, la actriz decidió regresar al país para retomar su contacto con el medio y con el público, imaginando un futuro en el cual la actuación la encuentre entre las dos orillas.
14/04/2021 - 00:00hs
Recordada por su paso por el país donde encabezó tiras y películas, y encarnó la avanzada española en las empresas privatizadas en el ciclo de Tato Bores, Blanca Oteyza regresa a la Argentina con el sueño de volver a trabajar aquí.
Diario Hoy dialogó con la actriz, quien estuvo rodando en Maipú, Buenos Aires, un cortometraje con Fito Yanelli, y desea regresar al teatro con, posiblemente, Yocasta o Vuelo postergado.
—¿Por qué volviste, y en medio de la pandemia?
—Es como la pregunta del millón, pero bueno, porque era el momento. Siempre tuve pendiente el volver aquí, me fui en unas circunstancias muy particulares de unas circunstancias muy determinadas hace muchos años. Siempre me fui con la esperanza de poder volver, el sueño era poder ir y venir, trabajar allí y aquí, pero se dieron las cosas de una manera que me fui arraigando más allí, cada vez nos fuimos quedando más allí, criando a nuestras hijas, y se fue postergando, con una infraestructura familiar que lo impedía, y ahora se ha dado, en un momento complicado, de hecho cuando vine la primera vez también era complicado el momento.
Tal vez no me gusta hacer las cosas cuando las hace todo el mundo, en mi primer viaje, en los noventa, vinimos varios a trabajar y hacer temporada. Me gusta hacer las cosas de esta manera y no me gusta pasar por la vida de turista.
—La pregunta también responde a que el audiovisual español está viviendo un gran momento y muchos actores argentinos están yendo a España a trabajar…
—Yo soy una privilegiada, no me falta trabajo, vengo de estrenar dos obras, no soy de esperar llamadas de nadie, dirijo, produzco, me convocan para series. De hecho, tengo pendiente una participación en la última temporada de La casa de papel, terminé en Puente viejo. Es una cuestión personal, mi vuelta a la Argentina es una cuestión afectiva, de mis afectos aquí, es continuar un proyecto en el que empecé sola, luego tuve una relación con Miguel Angel Solá, pero cuatro años después de llegar, mi objetivo era construir un puente entre mi país natal y mi país por elección, que es la Argentina, y por diferentes circunstancias, porque mis hijas están grandes, mi madre no está más conmigo, me divorcié, un cúmulo de cosas, y porque hace muchos meses pude fantasear con comprar un billete y venir a Argentina, y porque no paraban de llegarme proyectos y quería encontrarme in situ para ver si todo era posible y aquí estoy, tras subirme a una avión en pandemia y tras muchos controles aquí estoy. Yo los sueños los creo y los provoco para que sean el objetivo a seguir de un camino que voy trazando y haciendo y este ha sido uno de aquellos y aquí estoy.
—Es tu “revancha” de poder hacer tu camino sola...
—No es solo que me gusten las dificultades, pienso que en mitad de esto, parar y no seguir construyendo es la trampa, si uno no se mueve, nadie se va a mover por uno, si esto, con lo que yo creo, que vamos a seguir viviendo mucho tiempo con otras crisis y cepas, se paraliza, esa es la trampa, y yo necesito seguir construyendo, avanzando, no está en mi naturaleza, mi naturaleza no es la quietud.
—¿Tu idea es estar con un pie en cada lugar?
—Lo que más me hubiese podido atar una cuestión familiar, como mi madre o mis hijas, que ya me dicen haz tu vida y dejanos vivir la vida, lo que me atan son los afectos, lo demás se puede pilotear, además se vive en estaciones distintas y mientras en un lugar estás de vacaciones, en otro estás en plena temporada. Lo que me ilusionaba, mi incertidumbre, era la vuelta, saber si se acordaban de mí, cómo se acordarían, no siempre se dijeron cosas buenas de mí, pero por suerte estoy muy contenta.
—Sabemos que en tu familia no había gente asociada a la actuación, ¿de dónde surgió tu vocación?
—He sido siempre una oveja negra (risas), sí tenían que ver con la escritura y pintar, pero el actuar no estaba muy bien visto, menos en mi casa, que era muy conservadora, y cuando terminé mi secundario me quería dedicar a la actuación, lo tenía muy claro, pero no fue bien recibido, así que comencé a estudiar sociología, y con cinco asignaturas pendientes lo dejé. Mis padres se iban meses a Francia a ver películas, pero mi vocación no fue bien recibida, porque era la más chica, fue traumático, y hasta que no me vieron en el regreso con sala llena para ver El diario de Adán y Eva, no se quedaron tranquilos.
—Aquí te recordamos por Sofía, tu personaje de Cartas de amor en cassette, ciclo emblemático, pero, si se haría hoy, ¿por dónde irían esas cartas?
—Ya se hizo la película, por mail (risas), yo intento transmitirles a mis alumnos el amor por las cartas. Yo he llorado mucho por cartas, he leído, he releído, el color del papel, he pasado cartas a limpio, he roto cartas, es un gran dolor para mí que se haya perdido, y que la carta sea hoy sólo impuestos, pagos, las cartas son malas, feas, y yo siempre las cartas les he esperado mucho, conviviendo con ellas, siendo muy feliz. Cartas de amor en cassette era un paso más, porque eran en VHS, y mi personaje mandaba estos casetes y le daba vuelta la vida al protagonista. Fue un ciclo apasionante y pude recorrer toda la Argentina, de Ushuaia a Humahuaca, grabando, con un programa que era un bombazo y encontrar allí a mi íntimo amigo Jorge Mayor, con quien luego hicimos un ciclo de radio y también al que luego fue el padre de mis hijas.