entrevista

Darío Barassi y Agustín Aristarán presentan C.H.U.E.C.O.

La dupla vuelve a trabajar junta tras varios años en la primera sitcom local que bucea en la convivencia entre un mono y una familia.

Ya está disponible en Disney+ la nueva serie original C.H.U.E.C.O., protagonizada por Darío Barassi, Agustín Aristarán, Consuelo Duval y un gran elenco. En la ficción, Juan (Barassi) recibe una inesperada herencia, en el momento justo, pero con una condición, deberá cuidar de un simio llamado C.H.U.E.C.O. para cobrar todos los meses una cantidad considerable. Diario Hoy dialogó con Barassi y Aristarán, que pone la voz al mono, para saber más detalles de la propuesta.

—¿Cómo se sienten de volver a trabajar juntos?

—Agustín Aristarán: ¿Decimos la verdad? Voy a empezar yo. Muy bien, somos muy amigos, nos queremos mucho y nos encanta laburar juntos.

—Darío Barassi: La verdad que sí, aparte para hacer comedia, ¿viste?, es fundamental como el código, encontrar un código, más allá que acá. En el set yo no lo tenía a Agustín permanentemente para laburar con él, sí tengo como el recuerdo de quién es, digamos, lo tengo presente. Sé cómo mira, cómo remataría, para dónde iría. Entonces, la verdad que era fácil, más allá de que Chueco en sí tenía muchísima vida porque está realizado de manera exquisita, era fácil conocerlo a Agustín y saber qué impronta podía tener él a la hora de decir sus textos. Entonces, la verdad que fue enriquecedor y siempre es un placer trabajar con Agustín, es un capo, digamos, básicamente. Así que no, fue bárbaro, me gustó, me gustó mucho.

—Igual me da miedo lo que decís, Darío, ¿eh? ­Perdón, era como que te resonaba la voz en la cabeza, me da miedo...

—DB: Bueno, me pasa y me pasa en varios aspectos de mi vida, digo, a veces cuando voy al baño, en otras situaciones, también me pasa que tengo la voz de Agustín en la cabeza.

—AA: Claro, sí, sí, diciendo: “Eso no, Darío, eso sí”.

—DB: No, pero que compartimos mucho tiempo, de verdad, digo, ha pasado una seguidilla que compartimos miles de trabajos juntos, este, y eso se ríe, o sea, viene bárbaro, viene bárbaro, porque ya la comedia es código, la comedia es complicidad y es muy fácil hacerla con amigos.

—Cuéntenme, antes de entrar un poco en la historia, ¿cuál era su sitcom preferida de jóvenes, o la que tienen así como que los marcó y que vuelven a ver una y otra vez?

—DB: Miles.

—AA: Y... That ‘70s show fue una sitcom que me gustó y me marcó mucho. No miré Friends, soy de los que no miraron Friends.

—DB: ¿Seinfeld no viste? No te mato...

—AA: No me juzguen por mis gustos cinematográficos. No vi Breaking bad y lo vuelvo a decir, y lo dije que eran muchas cosas. Me miré dos capítulos y no pude seguir.

—DB: Seinfeld, Friends, mis abuelos eran fanáticos de The nanny, así que la veía con ellos, hemos crecido viendo eso, hemos crecido con el formato.

—Cuéntenme, habiendo visto y disfrutado del formato, ¿cómo es también hacer una sitcom en Argentina? Porque también se han hecho remakes por ahí, pero no una sitcom, que yo creo que es como la primera, ¿no?

—AA: A nivel Latinoamérica sí, porque está pensada para el público latinoamericano.

—DB: Era un desafío, porque era novedoso para todos, para uno como actor y también para todos los productores que están involucrados, pero bueno, está todo bajo la capa Disney, que ­realmente, o sea, el nivel de producción era altísimo. Al principio los libros llegaron como con tres meses de anticipación. Tuvimos rondas de lecturas de dos semanas con los guionistas in situ, como para charlar sobre cada uno de los contenidos que tenían los libros, con todo el elenco que había venido acá para empaparse un poco en nuestra cultura, ofreciéndonos a llevarnos a México a nosotros para que también pasara a la inversa.

—AA: Yo estuve dos semanas adentro de una jaula con monos para entender el código.

—DB: Me acuerdo el día que entré por primera vez al set, el set de C.H.U.E.C.O., no se puede creer porque aparte tiene condiciones particulares para que el puppetronic de Chueco pueda circular, que esté en altura y demás. Es una realización descomunalmente buena, era todo muy pro, muy pro, público en vivo que se renovaba... La verdad que fue un desafío gigante, enorme, pero que rápidamente se encauzó; y al principio estábamos todos un poco perdidos y con miedo. Pero somos todos profesionales, se encaminó rápido y se volvió al disfrute de manera veloz.

—Pude ver algunos episodios, mi episodio favorito hasta ahora es “Sopa do macaco”. Cuéntenme ustedes bien, cuéntenme ustedes, ¿cuál es su favorito?

—AA: Opino muy parecido.

—DB: El de “Sopa do macaco” la verdad que fue el primero que empezamos a hacer, en orden, me acuerdo.

—AA: Ah, mirá, el primero que doblé.

—DB: Y actoralmente ese para mí era desa­fiante, yo tenía que estar muy arriba, consumía esa sopa y me iba pasando de todo, a la vez también tenía una cita, que para el universo de Juan era como toda una novedad, me acuerdo que estaba con un caudal enérgico gigante y Daniel Casablanca (el director) me decía: “Regulemos, regulemos, regulemos”, porque estaba pasadísimo, y bueno, y yo estaba como con mucho entusiasmo, pero sí, te diría que yo también lo tengo registrado como uno de mis capítulos preferidos porque es que estaba muy bien escrito, de hecho empezamos con ese capítulo porque no había nada que modificar y cuando lo leímos en estas rondas de lectura que te contaba, nada, los españoles, los mexicanos y nosotros estábamos todos riéndonos y fue como: “Arranquemos con este”, era como: “Ya está cerradito para hacerlo”. Así que sí, también es como el capítulo que yo tengo más presente.

—AA: También. “Sopa do macaco” a mí me parece espectacular, con esta cosa que tiene Chueco de ayudarlo y meterlo en problemas cuando lo ayuda, y ahí se ve un poco también la esencia de cada uno de los personajes.

—Cuéntenme un poco sensaciones de que la gente, nada, en poquito ya va a ver la serie. ¿Cómo se vive eso?

—DB: Expectativas altísimas, estoy bastante confiado en el producto que estamos haciendo, le tengo mucha fe realmente. Siempre cuento que yo vine aquí al estudio con mi hija, con sus amigas, con las madres, con los padres, y les explotó la cabeza.

—AA: En mi caso lo mismo. Mi hija adolescente, bastante más grande que las hijas de Darío, y también viéndola en casa, no pudiendo salir de ahí.

En un diálogo exclusivo con Hoy, los artistas se refirieron a la composición de dos roles diferentes que hasta ahora les ha tocado trabajar: un padre viudo con tres hijos y un simio con un humor muy particular.

—¿Cómo fue para vos, Darío, encarnar a Juan, este padre viudo de niños adolescentes? ¿Cómo fue componer el personaje? Y para vos, Agustín, ¿cómo fue cuando te dijeron: “Vas a hacer de Chueco”?

—Darío Barassi: En cuanto a mi personaje, había ciertos lugares que yo estaba preocupado por la dinámica de la sitcom que con el tema de como el timing, el ritmo, el gag, cómo hablar, rematar, hablar, rematar, esperar el tiempo de la risa del público genuina como para después seguir. Estaba un poco preocupado por esa mecánica, porque para mí la comedia es como ritmo y quería rápidamente sacarme encima como esa preocupación para poder actuar tranquilo. Después el personaje en sí tenía como características muy fáciles para recurrir y para hacer humor que era obsesivo, se irritaba fácil, este, muy estructurado, muy que decía una cosa...

—Muy vos, muy vos, Darío, muy vos...

—DB: ¿De dónde me conocés? ¿Qué, fuimos pareja?

—No, de verte todos los días, uno ya te conoce...

—Agustín Aristarán: Debe ser el único, el único.

—DB: No, no es el único. Mucho de todo lo que te acabo de decir, mucho tiene que ver conmigo. Me costó tener hijos tan grandes porque sentí que estaba un poco destruido físicamente, pero fue un desafío lindo. Fue un proceso de construcción muy fluido. Vos, otro universo.

—AA: Otro universo por completo. A mí me llegaba el capítulo terminado. Yo no estuve en set. Bueno, me llegaba, no, yo llegaba al estudio y ahí estaba el capítulo en set. Estaba con los directores que me iban guiando un poco. Y con la libertad también, libertad limitada dentro del tiempo que el puppetero movía la boca y hacía los gestos, sumado al guion, sumado a lo que me devolvían Darío, Consuelo o los chicos, yo podía poner la impronta que proponía este mono, un poco sinvergüenza, un poco pillo, con calle.

—Muy vos también...

—AA: Me gusta, sí, está bien. Todo eso también, pero sí, fue un laburo muy loco. Yo siempre digo que doblar, esta es mi segunda experiencia como doblajista, sin faltar el respeto a los que han estudiado mucho para esto. Es como ir a hacer... terminás agotado después. Es impresionante la tensión en la que estás, porque tenés que meter el texto en el momento que mueve la boca, y si sobra una sílaba, queda mal. O sea, se pierde la magia. Es como también un poco a lo que me dedico yo, que soy mago, a lograr esa magia entre la mezcla del movimiento con lo que estoy diciendo, con la intención, mientras que el actor me está devolviendo.