entrevista
Sebastián Suñé: “Cuando terminé los estudios lo único que quería hacer era actuar”
El talentoso y multifacético artista brilla en el escenario mientras prepara nuevos proyectos propios.
La Revista del Cervantes, con libro original de Alfredo Allende, Sebastián Borensztein, Juan Francisco Dasso, Marcela Guerty y Juanse Rausch, dirección musical de Fernando Albinarrate, dirección coreográfica de Andrea Servera y dirección general y puesta en escena de Pablo Maritano, es uno de los grandes éxitos de la temporada actual del Teatro Nacional Cervantes. En ella Sebastián Suñé reencarna, magistralmente, a Enrique Pinti, y hablamos con él para saber detalles de la creación del rol.
—Estuve leyendo un poco sobre tu pasado y quiero saber: ¿cómo fue el salto de la ciencia a esto, no? ¿Qué hacía ese Sebastián en el medio atrapado por otra pasión que nada que ver?
—Por la química. Bueno, en la familia de mi madre son casi todos científicos. Farmacéuticos, bioquímicos, biólogos. Yo les digo, estaba un poco por una parte de la familia eso. Mi papá era artista plástico. Cuando nos mudamos del pueblo a Río Cuarto, yo empecé a estudiar piano, tres años en el Conservatorio. Después estudié pintura. Hasta que encontré el teatro a los 16. Me encantó. A los 17 hice mi primera obra de teatro. Empecé a ensayar y justo cuando hice el primer año de química, estrené esa obra. Y eso fue la decisión clarísima. Y un día le dije a mi papá, che, mirá y ellos me hicieron un poco más fácil.
—Lo más difícil era lo que vos pensabas que podía llegar a pasar que lo que realmente fue.
—Ellos me dijeron, ¿qué es lo que más te gusta? Y yo tengo que elegir a actuar. ¿Y por qué no lo haces? Y yo, ¿qué se puede? Porque yo pensé que no me dejan. Y mi papá me dijo, sí, pero con la condición de que sea con título. Y yo el único lugar que sabía que era con título era en Buenos Aires. Así que me subí a un colectivo y me anoté ahí en la EMAB. Me vine para acá, para dar el ingreso y descubrí que el ingreso era un montón. Claro, yo venía de una ciudad chica. Y después veníamos con una troquelada de gente intentando entrar. Yo me acuerdo que me habían alquilado una habitación, una pensión. Era porque si no entraste volvés a ser químico. Entré y hay una opinión subjetiva de quienes te evaluaban. Yo recuerdo cuando tuve que llegar al final, al monólogo. Y después hacían más cosas, y más cosas, y más cosas.
—Y que esa evaluación sigue hasta hoy en día.
—Sigue hasta hoy en día. Porque vos tenés que hacer casting. O mismo cuando ya estás en un espectáculo como este. Ya está la mirada del otro diciendo, che, ¿qué estás haciendo? Exactamente. Bueno, pero eso también un poco me formó acá. Cuando apenas vine dije... Ah, ok. Esto va a ser siempre. Y un poco va a ser el trabajo del actor. Es intentar que esa mirada sea lo menos condicionante posible. Porque hay veces que nosotros con Marco... Sabemos el detalle de esto. Marco me decía... ¿No te das cuenta que si lo hacemos mal chau?
Y yo le digo... Pero ¿por qué lo vamos a hacer mal? Porque en un momento si vos dudás y te salís y te mirás... Como me ha pasado más de joven... Es tremendo. Y ya no podés volver a decir... Bueno, no, sigo para adelante. Pero bueno, después a los 17 años estrené en Río Cuarto y después fueron papeles completamente cosas diferentes...
—Además de escribir...
—Sí.
—¿Cómo vas armando ese camino?
—Y mirá, yo al principio cuando me vine... O cuando terminé los estudios lo único que quería hacer era actuar. Yo me formé y mi título es Técnico en Actuación, venía haciendo teatro independiente pero después me salieron unas publi, tuve que trabajar un tiempo en un call center que me redeprimí, hasta que pasó algo mágico que suena el telefonito y me dicen te ganaste la beca Podestá, que ni sabía ni qué era.
—¿Es la primera vez que te toca hacer de alguien que existió?
—Sí, la primera vez.
—¿Quién la tiene más difícil? ¿Marcos o vos?
—Yo creo que los dos en el sentido de que los dos tienen una inteligencia muy grande, desde lo discursivo, los dos eran rapidísimos, desde tomar lo que está sucediendo en el cotidiano, arriba al escenario, con la gente, con el público y creo que los dos también de diferentes maneras lo tenemos los dos, por igual, tenemos como una obligación muy fuerte de estar los dos vivos, no podemos estar de taquito. Te valida el juego y te va a pedir que vos estés vivo ahí arriba.