“En el tango se produce una sana simbiosis entre la poesía y su música”

Con una trayectoria célebre que consta de 50 años sobre los escenarios e innumerables premios, como lo son
los galardones Gardel, Grammy, Konex, Ace y Estrella de Mar, el intérprete Guillermo Fernández fue entrevistado por diario Hoy para recorrer sus andanzas en el arte.

Es decir, reflexionar sobre la incursión desde su más temprana edad, los espectáculos realizados alrededor del mundo y las anécdotas que posee por haber representado un género federal, como lo es el tango.

Asimismo, mientras continúa el confinamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia del coronavirus, el cantante puso manos a la obra para producir un show online que tendrá lugar este sábado, a las 21, en el Teatro Astros.

—Transitaste el mundo con tu arte, ¿cómo es recepcionado en el exterior?

—Recorrí todos los continentes y la experiencia siempre fue maravillosa. Tengo una teoría sobre ello. Sucede que en el tango se produce una sana simbiosis entre la poesía y su música. Así están tan conectados que hasta las personas que no hablan el idioma, pueden entender el mensaje de cada canción. Por ejemplo, he visto holandeses llorar cuando interpretaba La última curda.

—El tango es un género identitario de nuestro país, ¿te fue difícil lograr un estilo propio?

—Empecé como todos, inspirado en Troilo, Goyeneche, Piazzolla, Floreal, Del Carril. Fui robando estadios de los grandes hasta que, poco a poco, fui tomando mi propio estilo, rompiendo paredes y con los ladrillitos que dejaron mis maestros, construí mi propio tango.

—¿Cuál es tu mirada sobre el género en la escena contemporánea?

—La actualidad del tango está respaldada por los buenos y nuevos autores, compositores, músicos, arregladores, directores, cantoras. Está pasando un resurgimiento del género no solo en Buenos Aires sino a nivel federal.

—¿De qué manera te preparás para el streaming?

—Esta modalidad, sin dudas, llegó para quedarse. Tiene virtudes y defectos. Lo interesante es que podes llegar a los hogares directamente y acceder a espacios donde quizá no tengan la facilidad para moverse a oír o ver un espectáculo en vivo. Lo más desafiante es no sentir el vacío en las butacas sabiendo que detrás de la pantalla hay una gran cantidad de personas siguiendo tu concierto y viviendo, una a una, las canciones.