ENTREVISTA EXCLUSIVA
Esteban Lamothe: “El desafío más grande era transmitir sin caer en ningún golpe bajo”
Acostumbrado a roles mucho más explosivos y verborrágicos, en esta oportunidad ofrece una interpretación sutil, acorde a una propuesta conmovedora e inspiradora que abre el debate sobre la decisión de terminar con una vida cuando no hay nada que hacer.
El intérprete encabeza, junto a Valeria Bertucelli, El cuaderno de Tomy, de Carlos Sorín, película que llega esta semana a Netflix. La misma está inspirada en la historia real de María Vázquez, una mujer que enfrentó el cáncer con valentía y verdad, compartiendo sus vivencias con ironía en redes sociales y dejando de legado un cuaderno para su hijo. Diario Hoy dialogó con Esteban Lamothe para conocer más detalles de la propuesta.
—¿Es la primera vez que interpretas a un personaje inspirado en alguien real?
—Creo que sí, así de ese orden, sin dudas. De las características de Sebastián Corona (marido de María) seguro.
—¿Estuviste con él?
—Sí, hablé con él por teléfono y fui a la casa donde vivía con María.
—¿Cómo fue el encuentro? ¿Qué busca un actor en este tipo de momentos?
—Fui entregado a ese tipo de encuentros tan intensos, sobre todo para esta película que era algo nuevo. Vas lo más abierto y flexible posible a lo que pase ahí, no es que vas con un plan “a ver cómo es”. Estoy muy agradecido con Sebastián de que me haya abierto la casa, fue inspirador, porque pude ver hasta los libros de María. Por ejemplo, le gustaba Carver, Cheever, Banana Yoshimoto, un montón de autores que también a mí me gustan. Nos dimos cuenta charlando de que habíamos estado en el primer BAFICI, en una función de una retrospectiva en fílmico de John Cassavetes de Minnie and Moskowitz, presentada por Seymour Cassel. Un montón de cosas. Me di cuenta de que ellos podían ser gente cercana, que no estaban tan lejos, y eso me ayudó mucho para actuar, un montón, sentir que yo podía ser ese “chabón”.
—En tu personaje se ve cómo va resolviendo cosas, pero es alguien muy introspectivo. Acá actuás conteniendo mucho, porque generalmente se te solía ver, en el último tiempo, en cosas más “explosivas”. ¿Cómo encaraste ese desafío de interpretar sin revelar tanto?
—Ese era el desafío del personaje, frente a la muerte, lo que pasa ahí; más allá de la reacción del personaje de María, hay como una ausencia de ego en él. Así como ella se ilumina frente a la muerte y en vez de huir del miedo lo enfrenta, él también va un poco en dirección hacia eso y está corrido de su ego, y está ahí, haciendo trámites.
Eso hablamos con Carlos, en ningún momento se quiebra y le pega al piso y dice “por qué me quedo yo solo con mi hijo”. El desafío más grande era transmitir lo que él estaba haciendo por amor, por su hijo y por su mujer, sin caer en ningún golpe bajo y con el gran y enorme desafío que no se quiebra nunca. Era una nota muy fina que había que tocar y Carlos, además de ser el cineasta que es, sabe escuchar los diálogos y sabe cuándo suena bien y cuando suena mal. Me apoyé mucho en él y en Valeria, me sentí muy libre, muy contenido y también fue un rodaje donde estábamos filmando en La Matanza, en un hospital de verdad.
—Eso pone en situación, ¿no?
—Sí, pero me parece que lo que más pone en una película es cuando todas las personas involucradas, quieren estar ahí. Todos queríamos trabajar con Carlos. Todos queríamos estar ahí. Los actores queríamos trabajar con el resto de los actores, representando un poco el espíritu que tenían ellos, frente a la muerte; la tuvimos nosotros en el rodaje, y eso ocurrió, no es que fue forzado, pasó, y es medio milagroso, no pasa siempre; ni tampoco que todos quieran hacer esa película, porque no era que era por plata, todos queríamos contar esta historia.
Fue un encuentro bastante mágico lo del rodaje, y confié mucho en Carlos. Habíamos querido trabajar otras veces y no habíamos podido, y era una oportunidad buena para mí de hacer un personaje, no distinto, porque a mí no me importa eso de que tengo que hacer o decir esto para hacer lo contrario, hago lo que voy investigando, y trato de hacerlo cada vez mejor. Este personaje requería esa energía más para abajo, yo venía, sí, de personajes más irascibles, más para afuera.
Una compañera ideal para una película que abre el debate
—Nos debemos un debate sobre la muerte y sobre cómo, mientras se muere alguien, otros tienen que estar completando papeles…
—La película viene a hablar de eso, de cómo una persona que ya sabe que se va a morir -esto es un pensamiento mío- y que su muerte es inminente, no puede elegir la manera; o por qué estirarle la vida. Creo que es auto conocimiento y que si bien es distinto en cada uno, está bueno que se abra el debate de eso. Porque siempre vemos que gente que perdieron a alguien o tienen a alguien internado, además de que tienen a una persona internada con cáncer o con una patología cardíaca o en un velorio; siempre, además de eso, tienen que hacer un montón de trámites, re difíciles, re caros, perder un montón de tiempo. Y es eso, mi personaje está ahí resolviendo eso que no es poco.
—¿Habías trabajado con Valeria?
—No, habíamos participado de una película pero no tuvimos la oportunidad de trabajar juntos, y yo tenía muchas ganas de actuar con ella, la admiro muchísimo. Cuando me dijeron que iba a estar, es como que te digan que vas a jugar al fútbol con Messi, me puso muy contento. En el set fue increíble, desde que nos conocimos, muchas ganas de trabajar juntos.
Actor, director, un talento todoterreno
—Presentaste en el Festival de Sitges La zona caliente, tu último corto…
—Sí, había presentado El bosque en Mar del Plata, que se puede ver en Cinear Play, y este corto es algo que había escrito hace mucho, tenía ganas de hacerlo y lo de Sitges es curioso, porque yo no miro películas de terror, se ve que me asusté mucho de chico, y el corto sin querer es una comedia pero con una parte como de terror, y me sorprendió, porque el corto se volvió en otra cosa, de terror. Ahora estoy con un guion mío, que son los personajes del corto pero para un largo, donde actúa mi hijo, mi novia y Julieta Zylberberg.