Entrevista exclusiva

Graciela Borges: “La aceptación es el primer proyecto espiritual ante este virus que nos ha humillado tanto”

En diálogo con diario Hoy, la máxima figura del séptimo arte argentino reflexionó sobre la extraordinaria situación que enfrenta la humanidad, imaginando un mundo mejor una vez finalizada la pandemia.

Aquellos que no la conocen pueden imaginar que la actriz número uno del cine argentino, Graciela Borges, esconde rasgos de divismo, pero la intérprete que comenzó en el cine con Hugo del Carril aún hoy sigue convocando espectadores y posee la humildad de los grandes. En diálogo con diario Hoy, desde su hogar en Pilar, reveló cómo pasa sus días en medio del actual aislamiento social preventivo y obligatorio.

—¿Imaginaste vivir una situación así en algún momento de tu vida?
—Jamás, pero la aceptación, lo digo siempre porque lo siento, es el primer proyecto espiritual ante este bicho, este virus que nos ha humillado tanto. Qué puedo hacer, en qué puedo luchar contra él... Es como resistirse al dolor, es peor. Te tenés que entregar al dolor. Me entrego, trato de leer la mayor parte del día, hacer mis meditaciones. Hago un audio que le envío a Teresa Salazar, que hace “antigimnasia” inspirada en Therese Bertherat: no es gimnasia, son ejercicios en el suelo, extraordinarios, para estiramiento de espalda, piernas, abdomen.

—¿Estás acostumbrada a dormirte tarde o con esto se acentuó?
—Aprovecho los momentos nocturnos. No me angustio si no duermo. No tomo pastillas para dormir. Ahora, por ejemplo, trato de caminar por dentro por la casa. Estoy en Pilar; por suerte, estábamos todos acá y decidí quedarme. Desde que se decretó la cuarentena estoy acá. Me da alegría porque hay verde. Trato de no ver noticieros porque mi pensamiento está con la gente que la está pasando muy mal. Por eso no hay que quejarse. Hay que utilizar todo lo que uno tiene para avanzar.

—¿Cuáles son tus lecturas preferidas? ¿Qué mirás en relación con el cine?
—De todo. Ayer vi una de las primeras de Paolo Sorrentino, L'amore non ha confini. Es extraordinaria, está muy bien filmada, me encanta lo que hace. Además, vi películas de un festival de cine de Barcelona que me envió una amiga. Veo todo lo que puedo como cine argentino, entre otros. De igual forma, trato de equilibrarme. La mente es muy peligrosa, si uno le da mucha importancia al desconsuelo, a la angustia y la sostiene fuerte, es peligroso. Trato de alivianarlo todo, hay cosas en la vida que han sido no sé si peores o igual de malas. He estado mucho tiempo con la muñeca mal y con dolor.

Tecnología, familia y más

 

—¿Cómo surgió la imitación que hizo tu nieta?
—Era un chiste que hizo sobre mí. Ella está en el centro e imita muy bien. Tomó una peluca y unos anteojos. Posee mucha imaginación y tiene una gracia en la percepción de lo que son los seres humanos. Fue un regalo precioso para mí.

—Hiciste algunos vivos en la red social Instagram…
—Personalizar no es lo que más me gusta. Si no me conocieras nada, pensarías que vendo algo en una tienda o doy clases de piano. No hablo mucho de mi trabajo, ni estoy pendiente del elogio. El otro día me llamaron y me dicen ¿viste que no te nominaron a los Premios Cóndor? Yo los adoro porque son nuestros premios pero no tengo ese sentido de competencia. Es más, no quiero hacer más cine. Estoy con mi espectáculo, música y charla.

—Cine tenés que seguir haciendo…
—Quién sabe, tal vez me ilusiono con algo, no lo sé. Pero te lo digo con el corazón, lo veo muy difícil. Valeria Bertucelli está escribiendo algo. Hay dos o tres actrices con las que quiero trabajar. Ella es una, la adoro, es muy talentosa, si fuera algo así, sin tantas complicaciones, sin tantas repeticiones, sin tanta búsqueda, algo más simple, tal vez. Las actrices argentinas, mis íntimas amigas son dos o tres o cuatro, pero las adoro. Las que están trabajando son extraordinarias. Espero que se siga filmando, que la cultura esté viva. Para mí salud, educación y cultura es mucho más que economía.

Recuerdos dolorosos

En su diálogo con Hoy,
Borges recordó episodios complejos de su vida: “Cuando era chica, a los cinco años, me caí de un árbol y me lastimé un riñón, parecía que era por fuera nada más, que solo era superficial. Así me curaron, pero se dieron cuenta de que estaba comprometido. Tenía nefritis y estuve un año en cama.

Recuerdo que esto era feroz para una niñita y luego viví muchos años con un marido que tuvo muchos accidentes. Pasando Navidad o Fin de Año al lado de la sala de terapia intensiva, en hospitales, sanatorios, era terrible. Soy aguerrida. Fui tuberculosa, fue difícil curarme. Tenía 16 años, estaba haciendo Zafra. Era mucho más complicado que ahora, porque en la actualidad tenés de todo, pero antes era muy difícil. Sin embargo, lo soporté. Soy mala en tonterías y muy buena en los momentos difíciles, me doy cuenta de eso”.