Javier Malosetti y el culto de la música jazz

El mítico bajista llega a la ciudad con su nueva banda, en un show en donde repasará lo mejor de su carrera. En diálogo con este medio, dijo que el espíritu del artista “no debe descansar nunca” y criticó a la radio y la TV por ser medios “ruines”

Javier Malosetti se mueve en la música con el espíritu libre e inefable que, asegura, todo artista verdadero debe tener. Ganó múltiples premios, tocó durante ocho años junto a Luis Alberto Spinetta y en 2002 grabó un disco en el que ejecutó la batería, la guitarra, el bajo, la percusión y además cantó.

Multifacético, este sábado a las 21, en 43 entre 7 y 8, llega a La Plata con su nueva banda de jazz. Antes de su show, habló con este medio sobre su recorrido musical e insistió en que el arte debe hacernos reflexionar.

—¿Tu padre te inculcó el gusto por el jazz o fue algo natural?

—Las dos cosas. En principio, era la música que se escuchaba en mi casa. Me acompañó toda la vida y, en ese sentido, no fue una elección. Hay cosas que uno elige, otras las transita sin preguntarse cómo fue que aparecieron.

—Más allá de ser un trabajo, ¿qué lugar ocupa para vos la música?

—Los músicos tenemos una maldición al escuchar música, porque no podemos hacerlo como la gente común, simplemente disfrutándola. Tenemos que decodificarla todo el tiempo, escuchando los compases, las sutilezas, algún error del bajista, todo. No es muy pacífico eso, es más bien bastante caótico. Estaría bueno poder relajarse como alguien que disfruta de la música globalmente, pero ya no puedo volver atrás.

—¿De qué manera se podría popularizar al  jazz en el país, para que llegue a más gente?

—El jazz está bien donde está, no lo popularicemos. Siempre fue una música de culto. Es un arte que disfrutan unos pocos, en parte porque tenés que tener cierto adiestramiento, otro poco porque no ha gozado del apoyo de los medios, nunca en la historia. Pero ahí está. Si un día de repente tu mente se abre y podés decodificarlo, va a hacer más dichosa tu vida. Es como jugar un juego de cartas con un mazo de cuatro cartas o con uno de 54: con el primero va a haber pocas combinaciones, y con un mazo mayor habrá más cuestiones en juego.

 —¿Hay algún estilo musical que no te guste, por poco elaborado?

—Las boludeces no me gustan. La radio no la prendo, la televisión tampoco. Son medios que se han vuelto cada vez más ruines en el afán de tener más público. Hoy se ponen en juego las mediciones y las cantidades de audiencia, entonces van a lo más seguro, a lo que entienden todos. En cuanto las cosas se ponen un poco más serias y hay que prestar atención, se bajan del tren, porque se aburren, no pueden entenderlo o no quieren, porque no pueden lidiar con eso o no quieren pensar. Hay una canción clásica que dice “no quiero pensar ahora”, y es así: miro el programa del concurso de baile porque no quiero pensar. El jazz implica un ejercicio, y a mí me gusta eso: toda expresión artística que invite a poner en juego el pensamiento y la concentración.

—¿Cuáles son tus próximos proyectos?

—El plan es tocar un poco de música de los distintos discos míos con esta banda nueva, que empezó a rodar en abril, en la cual ya no estoy tocando la guitarra, solamente el bajo, y es un descubrimiento, parece música nueva. Luego, la idea es grabar en el verano para presentar un nuevo material en abril o mayo.

—¿Por qué existe la necesidad en los músicos de sacar un disco nuevo constantemente?

—Ese es el espíritu inefable del artista, que no debe descansar nunca. Después está el que canta el mismo tema hasta que se hace viejo, pero yo no quiero ser ese. Una vez escuché decir a Spinetta que un panadero entrega el pan que hizo hoy, no el que hizo la semana pasada. Es una buena metáfora. De la misma forma, yo quiero darles quien soy yo ahora, no evocarme a mí mismo todo el tiempo. Sería una locura.

—¿Qué recordás de La Plata?, ¿cómo será el show en la ciudad?

—La Plata es un semillero de músicos y artistas muy importante que, si no nacieron ahí, fueron a estudiar desde algún lugar del interior. O sea que no solo es eso, sino que es una ciudad hacedora de grandes músicos.

Por eso es muy lindo volver, porque el público está acostumbrado a las buenas cosas. La gente está abierta a escuchar, a abrir la cabeza. Es una ciudad muy artística, está buenísima. Tiene algo parecido a Rosario, que también es un semillero increíble. Cuando vas a estas ciudades no se boludea, se hacen las cosas en serio.

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