Luciana Demichelis: “El cotidiano forma parte de lo que uno hace”

Nacida y criada en Ensenada, Luciana Demichelis incursionó en la fotografía desde su primera juventud sin saber que el arte se convertiría en su modo de vida.

En la actualidad ejerce como docente, autora y estilista pero además se hizo un espacio en su abultada agenda para poder dialogar con este multimedio.

—¿Solés sacar fotos en el cotidiano o hay días en los que no sucede? ¿Cómo se gestiona este hacer?

—Por lo general, suelo sacar alguna fotografía sí o sí. Así que ya es parte del diario.

—¿Cómo aparece la foto en tu vida, es decir como lenguaje o modo de producción?

—La fotografía llega a mi cuando era muy chica. Tenía 15 o 16 años y comencé a estudiar en talleres como lo hace la mayoría de las personas. Pero era muy chica, desde la adolescencia y no paré. Sucede que siempre, por algún motivo, estaba relacionada con la fotografía y así empecé a trabajar en ello. Mientras iba aprendiendo también ejercía para ir solventando mis gastos.

—¿Pensaste que ibas a vivir de ello? ¿De qué manera lo concebís en el presente?

—No, pero también tuve bastante suerte. Sucede que desde que empecé siempre tuve luces verdes. Cuando insiste, en algún momento las cosas se dan. En ese sentido estuve activa para poder generar situaciones. Estoy muy contenta de que así sea en el día de hoy.

—¿En qué otros proyectos estás inmersa? ¿Qué podés adelantar?

—Empecé a dar talles desde chica, soy docente, también trabajé en la TAE y ahora en una plataforma que también coordino llamada Freezer, que es una página web donde hay convocatorias y actividades.

—¿Cómo repercutió Ensenada, tu ciudad natal, en tu trabajo? ¿Cómo fue que se incorporó en tu obra?

—Lo veo como partícipe porque es fundamental en lo que fue la construcción de mi identidad. Creo que este paisaje industrial afecta la mirada de todas las personas que formamos parte de la ciudad. Esto sucede en un acto del viaje de 15 minutos, pasás por la petroquímica, está el río. Soy muy afortunada por haber crecido ahí porque estuvo buenísimo. Es muy loco porque hablás con personas oriundas de Buenos Aires o el conurbano y a todos les parece algo muy raro. Ahí te das cuenta que es importante para el territorio bonaerense y aún más para el local. Tiene una particularidad específica.

—¿Cómo se hace para lograr la particularidad de la fotografía cuando la actualidad permite el acceso a la misma a través de cualquier dispositivo?

—No sé si me separo. Estamos en un momento donde esa abundancia de imágenes que, muchas veces, es considerada como una suerte de imaginación, y termina siendo una abrumación de información, también disfruto de estar viviendo este momento de la fotografía. Nunca sentí que debía combatirla o algo. Utilizo todo lo que pueda nutrirme para generar mi material. En ese sentido, no lucho demasiado. Ahora elaboro proyecto personales para ver qué quiero decir como autora. La verdad es que estoy muy contenta. Estoy empezando a barajar una palabra fuerte y tiene que ver con los tiempos que corren. Quiero trabajar en lo que tengo que decir a través de la fotografía.

El oficio en estos días

—¿Cómo llegás a la autoría? ¿Desde qué aristas lo pensás?

—Tiene características de reflexión que son más complejas pero también si no les das lugar, capaz pasan de largo. Al principio sacaba fotos en eventos, fiestas y recitales, en espacios de ese estilo y fue muy nutritivo. No lo considero menor, sino que forma parte de un proyecto que se llama Limbo y habla del imaginario. Siempre que trabajé en esos espacios, pensé que las imágenes formarían parte de un cuerpo que sería un conjunto que hablara de ese imaginario.

Asimismo tendrían una estructura. Es decir, que las imágenes tuvieran un sentido, no ir y sacar por sacar. Ese proceso tuvo mucho que ver con la imaginación.

—¿Cómo vivís la actualidad a la hora de crear?

—El cotidiano forma parte de lo que uno hace. Más allá de lo artístico, la realidad forma parte de ello.