ENTREVISTA EXCLUSIVA

Adolfo Aristarain: “Las series y películas de plataformas dan vergüenza”

Uno de los grandes realizadores del cine argentino y mundial acaba de lanzar un libro que recopila sus guiones emblemáticos y uno inédito.

Fotos: Paloma García

Acaso Adolfo Aristarain ha sido el referente de la cinematografía local para varias generaciones, con producciones emblemáticas como Tiempo de revancha, Últimos días de la víctima, La parte del león, Martín (Hache) y Un lugar en el mundo. Con esfuerzo y talento, supo consolidarse y atravesar la historia del cine. El oficio del cine, editado por Grupo Editorial Sur, permite recuperar sus guiones más icónicos, a la vez de sumar uno que nunca llegó a ser película. Diario Hoy dialogó en exclusiva con Aristarain para saber detalles de su presente y su posible vuelta al cine.

—¿Cómo viviste la presentación del libro y el reencuentro con amigos?

—Lo del libro fue muy emocionante porque es algo que no tenía planeado. Un poco por idea de la gente de GES, la editorial, es que surgió escribir algo nuevo para el libro y sumar un guión inédito. Fue muy lindo, no fue como estrenar una película pero casi.

—¿Qué extrañás del oficio de “hacer cine”?

—Yo no extraño hacer cine, yo tengo ganas de hacer cine cuando tengo un proyecto o una historia que me gusta y ahí empiezo a buscar la plata, armar la producción. Pero nunca me pasó eso de pensar “quiero estar en un set filmando”, y hacer cualquier cosa, no me va por ahí, no sé por qué. Lo que extraño, y me paso el tiempo buscando, es encontrar una historia, pero nada más, no siento ansiedad de estar en un set.

—En el libro, como indicabas, hay un guión tuyo inédito, ¿llegará a transformarse en película en algún momento?

—No creo, por el costo. Cuando planteamos el guión, que iba a ser producción mía y de Papaleo, veníamos de hacer Un lugar en el mundo. Escribimos el guión con Mario Camus y se dio que coincidió que entre el Incaa y la televisión conseguíamos dos millones de dólares. En España lo mismo, y la tercera pata en Francia lo mismo, y eso costaba la película ampliamente. Ya habíamos hablado para tener en el elenco a Gerard Depardieu, Jean Reno, y la película era muy cara porque sucedía en Marruecos, en los años ‘30, en los fuertes de la Legión Extranjera española, mucho exterior, viajes, casas rodantes. Le encargamos a la parte española que arreglara con Francia, entendiendo que se la quedaría el país como película francesa, y cada país cobraba los subsidios que correspondían. Nadie ponía un mango, pero este chico pidió los dos millones de dólares diciéndoles que la película era española y se la daba en distribución. Cuando nos enteramos lo queríamos matar, porque por distribución, si les interesa mucho la propuesta, te dan como mucho 5.000 dólares. Intentamos remontar la situación y no se pudo. Mario Camus tenía una vieja idea que era que había una conspiración para que no hiciéramos cine, y te juro que yo, que no creo en teorías conspirativas, entendí que no había otra respuesta.

— ¿Ahora cuánto saldría esa producción?

—Entre 20 y 25 millones, fácil.

—¿Cómo seguiste conectado con el cine en pandemia?

—En pandemia conseguí con los nietos de Astor Piazzolla los derechos del libro de Diana sobre su padre, estuve trabajando en eso. Después me enfermé, estuve parado un año y medio, después volví, me lo volvieron a ofrecer. Era el año Piazzolla, pero la guita no alcanzaba, por más que las plataformas pusieran dinero, faltaba. La idea era tomar el reencuentro de Piazzolla con su hija en México tras el distanciamiento por el almuerzo con Videla, y a él se le ocurre que ella escribiera el libro para que se ganara unos mangos, y al mismo tiempo de eso yo sigo la historia del Quinteto, el mejor que tuvo en esos años, arrancando con un concierto en México, lo seguía por varios lados y cerraba con el concierto del Central Park en 1986 coincidiendo con la edición del libro de Diana. Era una buena idea, porque había mucha bronca entre Astor y su hija. Yo quería que los actores entrenaran y ensayaran durante un tiempo para que puedan tocar los playbacks, los viajes eran carísimos, rodar en un lugar e ir a otro, París, Nueva York, Punta del Este.

—Y otra vez no se pudo por la plata…

—Otra vez, siempre la lucha paralela, no solo para que salga una buena historia sino para conseguir la plata necesaria para que se hiciera, y muchas veces no se puede. Podría haber salido si la hacíamos hablada en inglés, no sé, con Matt Damon, pero eso desvirtuaba todo, y hablada en castellano ya restringe el público y es muy difícil de llevar adelante.

—¿Puede ser que en algún momento los directores tenían que hipotecar sus casas para poder filmar? Hoy sería inviable porque ni siquiera el valor de una propiedad cubre los costos?

—Yo nunca lo hice, sí viví algunos años con las distintas casas hipotecadas, las hipotecaba y las levantaba, pero para vivir, no para poner la plata en cine, porque nunca te daba, salvo que sea una propiedad muy costosa, que ahí sí te daba para poner en cine. Pero lo hacía para vivir, no para el cine, porque siempre me las rebusqué para que aparezca la plata, con más, con menos, en cooperativa. Siempre faltó y no pude levantar la plata para hacer esta historia de

Piazzolla.

—Por lo que decís, tenés ganas de volver a filmar…

—Claro, y tengo ganas de encontrar la historia, pero no tengo la necesidad de filmar; sí encontrar la historia.

—¿Vas al cine?

—Ahora poco por los líos que tuve y por la pandemia, que dejé de ir, sí veo cine en casa, sigo consumiendo, pero me pasa como con la literatura, siempre ando reviendo o releyendo. Cosas nuevas, sólo algunas, muy pocas. Quisiera ver más cine argentino, pero está desperdigado y no lo pesco, y el cine que se hace en plataformas realmente es espantoso, así que me consuelo viendo las cosas que hace el “viejito” Clint Eastwood, salvo la última que no entiendo para que la hizo, no se entiende bien. No miro series, las series y películas de plataformas dan vergüenza. Son más lentas, tardan en contestar los actores, no tiene sentido cuando el cine yanqui se caracterizó por la velocidad con la que se dialogaba y que no haya tiempos muertos, pero no sé si ahora es para ganar tiempo, y que les dure un poco más. Además son increíbles, todo lo que te cuenta, arrancan bien, un capítulo o dos, pero después se van a la mierda.

—¿Sos de volver a ver tus películas?

—No, no veo mis películas, me pongo muy nervioso porque al verlas recuerdo todo lo que pasó en el rodaje, o me acuerdo todo lo que tendría que haber hecho y no hice y tengo que modificar, y como no puedo hacerlo es medio al cuete verlas. En general no las veo, excepto por algún motivo particular, pero no las veo, nunca lo hice.

—Ojalá en breve se pueda volver a ver una película tuya…

—Espero que sí, que aparezca algo y que sea una historia, aunque más chica, pero que se pueda hacer.

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