entrevista exclusiva

Martín Bossi: “La gente ha sido muy buena conmigo, muy piadosa”

Tras protagonizar la exitosa versión de Kinky Boots, el actor vuelve al género que lo popularizó y en donde apela a todos sus recursos y talentos

Con Bossi live comedy, Martín Bossi volvió a trabajar en la calle Corrientes con un espectáculo único en el teatro Astral. El show, en donde cuenta con una banda en vivo, sigue la tradición de sus presentaciones con el que ya fue visto por más de dos millones de personas en todo el país. Para saber más de su regreso a los escenarios, hablamos en exclusiva con el artista argentino.

Bossi live comedy marca la vuelta del showman para luego iniciar una gira internacional por Estados Unidos, Latinoamérica y culminar con funciones en Madrid. Este nuevo espectáculo con humor, música e interacción plena con el público es una oportunidad imperdible para disfrutar en familia.

—¿Cómo vivís la previa al estreno? ¿Qué sensaciones te rodean?

—Yo arranqué en un barcito llamado Velma Café, que es un teatro chiquito, y este es el séptimo estreno mío y contemporáneo de teatro. Ya tengo unas cuantas de estas, gracias a Dios y lamentablemente. Digo lamentablemente porque el tiempo ha pasado muy rápido, pero estoy muy tranquilo, muy feliz. A mí, si me dejás en un teatro, yo por mí no estrenaría nunca y viviría en un teatro ensayando para que veas lo que más me gusta.

—Pero seguramente, más allá de tu profesionalismo y de todos los años que tenés de experiencia, hay algo que en la previa de un estreno por ahí se activa: “Bueno, a ver qué va a pasar ahora...”.

—Sí, hay una presión, hay una ansiedad y volver también a actuar de frente a la gente. Con Kinky boots, desde 2020 que vengo actuando de costado, haciendo comedia con la gente de costado. Esto ya es una actividad más de showman, donde estoy de frente a la gente, jugando con la gente. Y sí, a veces pienso: “Che, ¿lo podré volver a hacer? ¿Tendré la capacidad para volver a subirme en el escenario?”. Me pasan todas esas inseguridades, ¿viste? Pero nada, ya aprendí que es día a día, es momento a momento, no hay que precipitarse, pero el día que no lo sienta no me dedico más a esto, ¿me entendés? Estoy feliz, estar en un teatro para mí es lo más lindo que me puede pasar.

—Y además que este teatro ya es como tu casa...

—Este teatro que es como mi casa y donde estoy desde 2012, hace once años que estoy acá. Tenía 37 años cuando ingresé a este teatro.

—Y además fuiste viendo la transformación, porque el teatro también fue adaptándose a los requerimientos que generabas vos mismo, acondicionándolo para que esté lo más lindo posible...

—Sí, la gente del teatro, los Gallo, son divinos. Y la gente también que me ha seguido, yo eso no puedo ­creerlo, me dicen: “¿Sabés cuánta gente te vio desde el 2010?”. Y me dicen que casi dos millones de personas, y digo: “Soy una especie de teatragramer”.

—Sos teatragramer...

—Y me presento como teatragramer, soy una influencia teatral, y ahí me di cuenta de lo que había pasado, todo lo que había pasado. Realmente la gente también ha sido muy piadosa. Como una tía mía que me tenía piedad y yo en las fiestas actuaba y me disfrazaba, y ella me decía: “Bueno, Martincito”. Me aplaudían y después me lo pedían: “Dáselo de vuelta”. La gente ha sido muy buena conmigo, muy piadosa. Me ha tenido mucha paciencia y ha acompañado la transformación mía con mucho amor.

—Pero eso también responde a que no es que te subís y pensás hacerlo de taquito, sino que te ­preparás, trabajás nuevos personajes. ¿Podés adelantar algo de lo que vamos a ver en esta nueva temporada que se ­inicia la semana que viene?

—En realidad es muy difícil ya a esta altura contar un espectáculo porque en realidad hay algo que se llama showman. La categoría showman es un tipo que hace performance du­rante una hora cuarenta con una banda en vivo que baila, canta, actúa, imita, canta con su voz, canta con la voz de los demás, hace comedia y toca un instrumento. Zapatea, baila, hace tap, y todo eso puesto en función a un show. Es un show que en realidad apunta a estimular a la gente a hacer una catarsis colectiva y a recuperar viejos rituales que se perdieron en algún momento que ya nos dimos cuenta que nos hacían bien, como el romanticismo, la melodía, la música, las risas en conjunto. Vamos a ser muy emotivos, es una catarsis colectiva, como una experiencia muy particular. Un big show, siempre en forma de big show: diez músicos en escena, una cantante actriz que me acompaña, sin una peluca, sin una raya en la cara, bien a cara limpia, ya no hay nuevos personajes, no hay personajes, es jugar con la gente y hacer humor, comedia, comedia dramática, comedia musical, comedia pura, comicidad, va por ahí.

—Y viendo que el público está ­respondiendo a los espectáculos diversos, ¿cuál es tu expectativa del reencuentro?

—En realidad, la expectativa... No, yo no espero nada nunca, ¿viste? Yo un día me fui a Rosario, hace, no sé, 15 años, y me dicen: “Martín, hay 1.500 personas en el teatro”, y yo dije: “Se equivocaron”. Por ejemplo: “Toca el Chaqueño Palavecino mañana, por eso lo vinieron a ver y se equivocaron, o sea”. Y había 1.600. Fui con cero expectativa, yo nunca vengo con expectativa, la única expectativa es subirme al escenario cada noche y contarle a la gente lo que opino del mundo, y compartir, nada más.

Un artista a la vieja usanza

Martín Bossi también reflexionó sobre el contacto con el público que lo sigue show a show, su relación con las redes sociales y la exposición de su vida privada.

—¿Sos una persona reservada? Porque no sabemos mucho de tu vida personal, ¿creés que eso también ayuda para que un artista se pare en el escenario y que el halo, el misterio, continúe y que digan: “Bueno, vamos a verlo al teatro porque también es ahí donde se encuentra”?

—El teatro es la única parte donde hablo de mi vida privada, porque todo lo que pienso en el mundo lo digo ahí, eso soy yo. El misterio ya no vende, eso era muy noventoso, principio de los 2000, el actor misterioso que se escondía, las estrellas... Hoy se sabe todo, te sacan fotos en la calle, en el Instagram, pero no es mi estilo hablar de mi vida, pero no porque sea misterioso, sino porque no mezclo. Un doctor que está por operar del corazón a una persona no se reúne antes con los enfermeros y les dice: “Tengo que contarles algo, estoy saliendo con alguien, me voy a Cancún”, este tipo opera. Dicen que tengo una vida misteriosa, pero no es así, te juro, yo hace 20 años que me dedico a esto y en 20 años tuve novia, como tres años, cuatro años, he tenido como cinco novias. El único tema que mis novias me pedían era: “No me expongas, porque quiero que esto sea nuestro”. Y no expuse, no voy a la fiesta de la revista Caras de la mano con una chica, o no voy a ver Casados con hijos de la mano de una chica, nada más. Pero no es un misterio, mi vida, mis familiares y allegados se cansan de verme con novias, rompiendo el noviazgo, poniéndome feliz, viajando con una vida normal, con ellos comparto mi vida íntima. No voy a un noticiero para hablar de que estudié mucho, para tener que andar hablando de con quién me acuesto. No hago de mi vida privada un show, ni de mis tatuajes, ni de mis novias, ni el perrito de Martín, ni nada, nada, no hay eso, no lo hago. Hablo de mi laburo, nada más, me rompo el traste para que se hable de mi laburo, nada más, y respeto a los que hacen el show del perrito, el show de la paternidad, el show de la ensalada, que se enfocan en comidas, el show de la copita en la mesita en el restaurante caro... No me va, pero bueno, los respeto a to­dos, pero yo vivo de esto, morfo con esto, soy un gitano, actúo y cobro por eso, nada más.

—Ahora igual quiero saber si hay perrito...

—No, no tengo perrito, el día que me veas con un perrito en Instagram, mandándole mensajes al perro diciendo: “Bobby, sos lo más grande que me pasó, te fuiste una mañana de otoño”... Esa imbecilidad no, hablarle a un perro por Instagram no.

Noticias Relacionadas