“Sólo estoy feliz cuando siento que el último fue el mejor recital de la historia”
En una pausa de su larga gira Bohemio, “El Salmón” dialogó con Hoy sobre su último trabajo discográfico, su relación con La Plata y otras cuestiones que exceden a la música
Como siempre, Andrés Calamaro tiene una catarata de palabras para decir, algunas no dichas, otras que ya dijo pero repite porque acepta “la repetición así como también la improvisación permanente y la variación”. Honestidad brutal sin límites, su tono llega aún cuando responde por mail la entrevista exclusiva que concede a Hoy. Parte de esa honestidad vuelve en su último disco, Bohemio, que abre con Belgrano (un hermoso homenaje country a Luis Alberto Spinetta); tiene altibajos anímicos autorreferenciales y fue producido por el prestigioso “Cachorro” López, compañero y amigo de Calamaro desde Los Abuelos de la nada.
Volver es el verbo: “Cada vez que suene mi canción, voy a volver a nacer otra vez”, sentencia en Nacimos para correr. Calamaro está de vuelta, con un disco en la calle y en el trance de una gira con la que recorrerá casi todo el país y distintas latitudes del continente. En una pausa de ese tour, desde algún lugar de Buenos Aires –del que ya habrá partido- tiende este puente virtual con La Plata, una ciudad “una ciudad de tradición contracultural rockera. De ella me quedan recuerdos de los grandes recitales que di. Recuerdos y olvidos”.
En Bohemio parece volver a sus viejos tiempos, desde lo coral y musical. Sin embargo, sólo canta, ¿por qué decidió no tocar instrumentos?
No "decidí" no tocar instrumentos, elegimos involucrar a una banda -integrada por Sergio Verdinelli (batería); Mariano Dominguez (bajo); Baltasar Comotto y Julián Kanevsky (guitarras); y Germán Wiedemer (teclados)- que estaba ensayando conmigo cuando empezaron las grabaciones del disco. Hice muchas grabaciones corales, con despliegue de producción vocal, y tocando muchos instrumentos (en el pasado). En estos últimos años grabe cientos de artefactos musicales, canciones, instrumentales y experimentales; toqué horas de instrumentos. Días, semanas y meses. No siento que haya postergado mi virtud instrumental en beneficio de nada, además toco instrumentos en los ensayos y en vivo.
¿ Considera este disco un regreso al pasado?
No creo que regrese a ninguna parte. Volver al pasado es imposible. Cachorro [López] eligió estas canciones entre dos archivos abundantes de opciones musicales: canciones, rock lisérgico, instrumentales, mash- up y experimentales. Quizás López buscaba un sonido uniforme que recorriera el álbum, es posible. Pero nunca me planteo volver al estilo de discos anteriores.
El álbum pasa del optimismo al pesimismo en cuestión de minutos, ¿es un espejo suyo?
No lo noté. Escribí estas canciones entre otras cien, y entre otras grabaciones de otras especies. Los estados de ánimo se diluyen grabando y escribiendo canciones. Es otro estado. Más "científico"; una búsqueda obsesiva de inventar todo el tiempo cosas que todavía no existen. Peligrosamente "high".
“Buen día, voy a seguir escribiendo canciones”, confiesa en el tema Plástico Fino. ¿Luego de haber escrito tantas, qué le queda por escribir? ¿Hay caminos que ya no transitaría?
En estos últimos meses (o años) grabé en otros formatos ademas de "la canción"… Hay temas que canté mil veces y los sigo tocando en los recitales. Acepto la repetición como acepto la improvisación permanente y la variación. Tampoco me importaría dejar de escribir canciones. Ocurre que grabo y escribo al mismo tiempo, siempre estoy grabando lo que escribo y es placentero encontrarse con un nuevo "invento". Plástico Fino es bastante textual, aquella mañana tenía pensado seguir grabando todo el día. Pero ahora estoy de gira, no pienso en la próxima canción.
¿Escucha sus propios discos? ¿Qué ha escuchado últimamente?
Nunca escucho mis discos. Escucho las mezclas en el estudio y nunca más. En estas últimas semanas escuche King Krule , Jake Bugg, Dj Koze, Keith Jarret, Rufus Wainright, Kanye West, Willie Nelson. Hector Lavoe. Troilo y Goyeneche. Hice dos mil grabaciones con el sampler y mis técnicas prehistóricas manuales, todas están en [la plataforma online] soundcloud.com/a-k-25. Escuché muchas cosas para procesar ese volumen de música.
Con la modernidad han llegado las nuevas tecnologías y con ellas la música comenzó a compactarse en distintos formatos. ¿Usted adhiere a estas nuevas formas?
No soy un histérico de los viejos formatos. Hace 20 años que no escucho un vinilo, me gustan los CD y comprar discos en [la plataforma] i-Tunes. Tengo sensibilidad musical. Me gusta la música, entiendo el audio, sé de que se trata, la conozco por dentro; no sé escribir partituras pero tengo el oído de los músicos. La música también se escucha con el cerebro y con el "alma”… si es que el alma existe.
Las tecnologías también sirven para que cualquier anónimo “teorice” sobre música o invada su privacidad, como sucedió en el último tiempo. ¿Qué le sucede ante eso?
Interpretar una obra es la agonía del éxtasis; la ley de las canciones prohíbe separar la música de la letra. Ademas es ridículo escuchar miles de canciones en inglés sin entender nada y después sentarse a "entender" una letra en castellano, o "teorizarla". Y atender la vida de los demás es la expresión viva de la mediocridad, no existe un escalón más abajo. Invadir la vida de los otros es virginal, se les va a pasar cuando tengan una vida propia.
La banda “ideal” de Bohemio
Calamaro presume de tener una “banda ideal, por muchos factores. Nosotros ensayamos con alegría, nos respetamos; nadie va a remolque ni "hace la plancha", terminamos agotados y felices cuando encontramos el "duende" del escenario. Las buenas sensaciones. Sólo estamos conformes si sentimos que el ultimo fue el mejor recital de la historia. Músicos de conciencia pura”.
“Ideal” también es la portada de Bohemio, diseñada por el Dr. Jorge Alderete, con esos cuchillos amenazando la yugular. Seguro de que “el arte no se explica”, Calamaro acepta traducir la tapa del disco como una especie de peligro latente, aunque “somos efímeros pero no demasiado, si tenemos suerte nos veremos viejos y decrépitos. La ‘gran cosa’”.
Entre dos patrias
Cuando no escucha música, “El Salmón” encuentra goce “en la tauromaquia; me gusta ir a los toros, verlos por televisión y leer ensayos tauromáquicos”. Marca indeleble de su otra patria, España, de la que nunca se va y a la que siempre vuelve. Pero cuando está en Argentina, los toros acechan desde lejos y entonces mira “las mismas series buenas de TV que mira todo el mundo. A veces también leo; soy un lector mediano, pero no un consumidor ávido de literatura”.