A agarrar los libros, que no muerden

Cipriano Marcalain, un inmigrante vasco llegado al sur de la provincia donde ya estaba su hermana, arrendaba el campo y ponía a los hijos a leer al lado de un árbol. Eran once y casi todos llegaron a ser escribanos, y uno fue intendente del partido de Adolfo Alsina. “Don Cipriano fue mi bisabuelo, al que no llegué a conocer”, le dice a Hoy el joven librero Horacio Marcalain (39), abrazado a su papá Jorge Marcalain (77), en una casa de usados que abrió hace una década en 49 entre 4 y 5. Pero hay otro Marcalain más que influyó en que hoy exista este comercio pequeño y acogedor. Se llamó Benito -el papá de Jorge y abuelo de Horacio-, que fundó la biblioteca de Punta Alta. “Fuimos invitados por los 50 años”. 

Como tantas veces, la necesidad mueve al hombre, lo hace crear. “Puse un paño en la Feria del Saavedra, tenía un problema, y encajé perfecto porque vendía los que había leído. Mi papá me inculcó la lectura. Creo que cuando nací (además de la sangre gimnasista) ya tenía una biblioteca. Hoy lo tengo a mi lado,  feliz de ayudarme”.

Biblioteca o mesita de luz

Hay tantos gustos por autores como formas de leer un libro: en un viaje, en una playa, antes de acostarse, en el silencio de una biblioteca. “Después de cuatro años en el Parque y mientras al mismo tiempo era empleado administrativo en un gremio,  decidí elegir y abrir este local”, aseguró Horacio, que en su mesita de luz tiene los géneros preferidos: literatura (cuentos) e historia argentina, latinoaemericana, y universal.

“Don Cipriano” es una de las sesis casas de usados y saldos, junton a otros como Lenzi, Diagonal, La Nacional y Viva El Libro. 

En el mundo digital, todavía están esperando al devoto de tener el papel en mano y de cultivar el conocimientos más allá de la vertiginosa maraña de novedades que ofrece la nueva era. Entre ellas, una nueva opción es el eBook, que es un libro electrónico o digital, un archivo de texto que puede ser leído en una PC, una tableta.