cultura

Al escape de Calígula

Calígula es recordado por sus acciones sanguinarias y despóticas.

En cierta oportunidad, el emperador Calígula encerró en prisión al hijo de un famoso caballero, Pastor, al que envidiaba profundamente por su elegancia y buenos modales. Las súplicas del padre por la vida de su hijo fueron como una sentencia de muerte y el joven fue inmediatamente ejecutado. Calígula, para no parecer cruel, invitó a Pastor a un banquete aquella misma noche. Pastor acudió sonriente y alegre, como si nada hubiera pasado. Calígula, que no le quitaba el ojo de encima, le ofreció un brindis en una gran copa y el invitado la vació de un solo trago, aunque sentía como si se estuviese bebiendo la sangre de su hijo. Entonces el emperador empezó a enviarle guirnaldas para ver si los rechazaba, pero Pastor los aceptaba con la mejor de sus sonrisas. Calígula comprendió demasiado tarde la estrategia de Pastor, quien tenía otro hijo que proteger. Si el anciano hubiera temido por su propia vida, su valentía no habría tenido mérito, pero el sentido de la obligación le hizo aplacar la ira. A pesar de las provocaciones de Calígula, Pastor se forzó a aparentar que había olvidado lo sucedido. Si se hubiera atrevido a contrariar al carnicero de su hijo, el otro también lo habría pagado con la vida. 

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