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Antoine de Saint-Exupéry y una historia de amor que nació en la Argentina

El escritor y aviador francés conoció en nuestro país a la mujer de su vida, la salvadoreña Consuelo Suncín, la mujer que homenajeó en El Principito.

El 12 de octubre de 1929 Antoine de Saint-Exupéry descubrió la Argentina. Llegó en el carguero Chargeurs Réuins, enviado por una compañía francesa que procuraba quedarse con un gran negocio de la primera posguerra: el correo aéreo.

Consuelo Suncín nació en Armenia, una pequeña ciudad de El Salvador, en el seno de una familia acomodada. Se había educado en México, Francia y los Estados Unidos. Precisamente, en este último país, en San Francisco, conoció a quien sería su primer marido, del que enviudaría a los 22 años. Volvió a casarse, pero once meses después volvió a enviudar. Con ese prontuario matrimonial, a los 29 años se embarcó rumbo a la Argentina, en el trasatlántico Massilia.

En una conferencia en Amigos del Arte de Buenos Aires, en la que el disertante era Benjamin Crémieux, crítico literario y traductor —quien moriría en el campo de concentración de Buchenwald—, Consuelo conoció a un hombre alto y fuerte, de andar desgarbado, de 29 años, que se presentó como aviador. Fue el propio Crémiux quien propició el encuentro. Ella recuerda así el encuentro en su autobiografía Memorias de la rosa: “Miré la hora y decidí despedirme de Crémieux, por temor a que intentara retenerme. Cuando me estaba poniendo el abrigo, irrumpió intempestivamente en el vestíbulo del hotel un hombre moreno muy corpulento. Vino directamente hacia mí y me tiró de las mangas del abrigo para impedir que me lo pusiera. Ya se va usted, y yo acabo de llegar. Quédese unos minutos. Pero si tengo que irme, me esperan. Apareció Crémieux y con una amplia sonrisa, dijo: Sí, sí quédese Consuelo, es el amigo del que le había hablado. Ya en el barco le avisé que le presentaría a un aviador que seguramente le iba a gustar, porque es un hombre que ama tanto como usted la América Latina. El hombre moreno era tan alto que para mirarlo tenía que elevar los ojos”. Desde esas altura, el hombre dijo que estaba escribiendo una novela, que le gustaba escribir, que había publicado Correo Sur, una novela construida a partir de sus experiencias de vuelo y que aquí, en la Argentina, estaba escribiendo otra.

Luego de ese primer encuentro, él le escribió una carta apasionada de veinte páginas, donde torrencialmente le hablaba del cataclismo que había producido en su vida la llegada de ella, la cubría con el deseo que apenas se había atrevido a insinuarle personalmente y, luego de la firma, agregó: “Su prometido, si así lo desea”.

Él se hospedaba en el Hotel Majestic. En el mismo piso se alojaba Le Corbusier, quien había sido contratado por Victoria Ocampo para el diseño de una de sus casas. Al día siguiente de conocer a Consuelo, Antoine la llevó, junto al gran arquitecto, en un sobrevuelo en avioneta sobre la ciudad de Buenos Aires. No sería la única vez que el aviador-escritor llevaría a su amada para que “vea las estrellas”. Una noche, Consuelo, Crémieux y el pianista catalán Ricardo Viñes, subieron a un pequeño Laté 24, sin cabina, piloteado por quien sería el autor de El principito.

Consuelo Suncín se movía en las altas esferas. Su segundo esposo, Enrique Gómez Carrillo, había sido cónsul argentino en Guatemala. Por eso, a los pocos días de llegada a Buenos Aires, el ministro del interior —Elpidio González—, la llevó al encuentro del presidente Hipólito Yrigoyen. Pero, más que los fastos del poder, Consuelo disfrutaba salir con Antoine, ir a la cervecería Munich, donde él le leía capítulos de Vuelo nocturno, la novela que él, la noche que se conocieron, le anunció que había comenzado a escribir en nuestro país y cuyo punto final, precisamente, puso en esa cervecería porteña.

El 6 de septiembre de 1930, el día que el general José Felix Uriburu abriría el nefasto ciclo de golpes de estado, Antoine y Consuelo, desde la terraza del hotel filmaron lo que sucedía en la calle. Las horas de filmaciones hechas en nuestro país por el escritor fueron destruidas cuando los nazis bombardearon su casa en Francia.

Pocos días después, Antoine de Saint Exupéry y Consuelo Suncín, se casaron en el registro civil de la calle Paraguay. El matrimonio se fue a vivir a un departamento en Tagle 2846. Fue una relación muy turbulenta, signada por una infinidad de desencuentros e infidelidades. Él murió a los 44 años, en un accidente aéreo. Un año antes, se había publicado El principito, libro que llegaría a vender 150 millones de ejemplares. Ella lo sobrevivió 35 años. De manera póstuma, se publicaron Memorias de la rosa, el libro en el que ella continuó ese diálogo entre el principito y la rosa.

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