cultura

Ástor Piazzolla y Amelita Baltar, unidos por el amor y la música

Fueron pareja en el escenario y en la vida cotidiana. Ella estrenó clásicos como Balada para un loco, y su nombre sigue indisolublemente ligado al del genio del bandoneón.

Se conocieron hacia fines de los años 60, estando los dos divorciados. Él ya tenía dos hijos veinteañeros. Estuvieron juntos durante cinco años. Durante ese tiempo se los veía permanentemente juntos, haciendo los mandados o sobre un escenario. Ella decía: “Para mí sería un sacrificio que llegara la noche y yo tuviera que irme a un boliche y Ástor a otro”. Varias veces le proponían a uno o a otro trabajar por su cuenta, pero ambos se negaban. Decía Piazzolla: “El problema de los cantantes es quien los acompaña. Además me gusta porque estamos juntos. Esto es una especie de éxito compartido.”

Amelita le dio a Ástor más seguridad en sí mismo. Se atrevía, incluso, a retocar sus temas más consagrados. Explicaba de esta manera esos cambios: “Le huyo a la rutina. En todo. El arreglo actual donde lucen el piano de Osvaldo Manzi y la guitarra de Cacho Tirao es el que me gusta ahora”.

Había cosas que Amelita no lograba, por ejemplo que Piazzolla fuera a un analista. Él argumentaba: “Prefiero contar mis cosas a un amigo. Con Horacio Ferrer parecemos hijos de la misma madre”. Una vez ella lo convenció para que fuera a un psicoanalista: “A los tres meses salió rajando”.

Amelita Baltar sentía que al lado de Piazzolla aprendía como nunca antes en su vida. Él le hizo escuchar mucha música, sobre todo en las temporadas que pasaban en una casa que se compraron en el Bosque Peralta Ramos, a diez kilómetros del centro de Mar del Plata, donde salían todas las tardes a andar en bicicleta entre los árboles.

Vivían juntos pero habían elegido no casarse.“Yo ya estuve casada una vez con todos los papeles y de blanco. No me sirvió de nada. No pretendo el amor libre. Ni la informalidad. Lo lindo sería casarse una vez y ser feliz para siempre. Pero a veces un papel, o apegarse a un papel, te puede llegar a estropear la vida. Ahora con mi exmarido nos comprendemos más y él lo respeta a Ástor como a un amigo. Fue el primero en enterarse de lo nuestro. Mejor dicho el segundo. Primero se lo dije a mi hijo”, decía ella.

En octubre de 1969, habían estrenado en Michelángelo una canción que al poco tiempo se consagraría en el Primer Festival Iberoamericano de la Danza y la Canción -celebrado en el Luna Park-, Balada para un loco, un tema compuesto por Piazzolla en dupla con Horacio Ferrer. Desde ese momento, la voz de Amelita Baltar quedó asociada a esa canción que se convertiría en un clásico. Pero no fue fácil. A ella la insultaron aquella noche en el Luna Park: “Mientras cantaba el tema, en las rondas preliminares, me gritaban hija de perra y cosas así. Incluso se me hacía difícil escucharme a causa de los gritos y los insultos”. No obstante, cuando se publicó en simple –con Chiquilín de Bachín en el lado B-, vendió más de 200.000 ejemplares.

Por esos años le preguntaron a ella: “¿Van a tener hijos?”. Contestó: “Yo quiero convencerlo. Mi hijo dice que si nosotros no le hacemos un hermanito, él mismo se va a fabricar uno con unas tablitas y unos clavitos”. Pero Piazzolla no quería. Cuando ella quedó embarazada le dijo: “Ya tenés un hijo, si querés otro andate a tu casa y ponele Baltar”. Ella abortó: “Yo era muy pendeja todavía, fui tan idiota que no agarré mi valija ni me fui a casa de mi mamá con mi hijo, que tenía siete años en aquel momento. Era muy inmadura y tonta. Esa tontera mía mató un amor que a lo mejor en algún momento tenía que morirse”.

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