Carlos Fuentes, un amante del cine

El séptimo arte fue una de las mayores pasiones del escritor mexicano, no solo como espectador sino también como guionista.

"Por poco nazco en una sala de cine”, dijo alguna vez Carlos Fuentes. Es que ese 11 de noviembre de 1928 en que nació, sus padres asistieron a la película La bohème, una adaptación de la ópera de Puccini, en el Cine Belisario J. Porras, de Panamá, país donde su padre estaba ejerciendo funciones diplomáticas.
Comenzó como crítico cinematográfico escribiendo para la Revista de la Universidad de México con el seudónimo de Fósforo II, en homenaje a Alfonso Reyes, que fue el primer Fósforo. “Seudónimo que don Alfonso usó para ocultarse, disimularse, porque en aquel entonces escribir sobre cine no tenía mérito alguno”.

Entre 1964 y 1972, Carlos Fuentes participó en los guiones de siete películas realizadas en México. Su primera incursión fue un guion escrito junto a Gabriel García Márquez, sobre un texto de Juan Rulfo, El gallo de oro. Un año después escribiría un nuevo guion, esta vez de entera creación suya: Un alma pura, que narra una historia trágica de incesto en un ambiente aristocrático.

Volverá a encontrarse con García Márquez en la escritura de Tiempo de morir, de Arturo Ripstein, una historia en la que un hombre sale de prisión después de haber estado preso por homicidio, y vuelve a su pueblo para intentar recomponer su vida.

Pero su mayor desafío fue escribir el guion de una de las mayores novelas del siglo veinte, Pedro Páramo, de su compatriota Juan Rulfo. Fuentes dijo a propósito de este libro: “Cuando lo leí por primera vez me fascinó, me resultó una lectura verdaderamente conmovedora y sentí que estaba leyendo una obra maestra, algo insólito en la literatura en lengua española”. El protagónico principal de esta versión cinematográfica estuvo a cargo de un norteamericano, John Gavin, lo que le valió muchas críticas a la película.

Fue muy amigo del director de cine Luis Buñuel. Se conocieron en 1958, en el set de rodaje de Nazarín, una película que el director español rodó en México, protagonizada por Francisco Rabal y Rita Macedo –quien sería esposa de Fuentes-. Hacia fines de los sesenta, el escritor mexicano trabajó en una biografía del cineasta, que iba a llevar el título Luis Buñuel o la mirada de la Medusa, libro que quedó inconcluso.

El escritor mexicano Carlos Monsiváis decía haber estado en casa de Luis Buñuel cuando surgió la idea de hacer una película en la que Carlos Fuentes haría el papel del siete veces presidente de México, Porfirio Díaz, proyecto que no se pudo realizar porque Luis Buñuel no consiguió productores que lo financiaran.

La actriz preferida de Carlos Fuentes era Bette Davies, fascinado por ese estilo de no mirar a la cámara ni al espectador, en alguna oportunidad escribió : “Elizabeth and Essex” es protagonizada por la que yo considero la mejor actriz de cine de todos los tiempos. Bette Davis es dueña de la más asombrosa manera de estar en sus películas. Ninguna como actriz sabe ver y ser vista por la cámara de esta manera”.

Varias actrices pasaron por la vida del escritor mexicano. Diana o la cazadora solitaria, es una novela en la que cuenta su romance con Jean Seberg, la actriz de Sin aliento, de Jean-Luc Godard, quien muriera a los cuarenta años por sobredosis de barbitúricos.
En 1989, Luis Puenzo rodó Gringo viejo, basado en la novela homónima de Fuentes, y con adaptación de Aída Bortnik. La historia, que transcurre con la revolución mexicana como escenario, reunió un elenco en el que sobresalen Gregory Peck, Jane Fonda y Patricio Contreras.

Un día antes de su muerte, vio La guerra la gano yo, una película argentina de 1943, dirigida por Francisco Mugica, protagonizada por Pepe Arias y Gogó Andreu. La había comprado poco tiempo antes, cuando participó de la edición 2012 de la Feria del Libro de Buenos Aires. Sentía nostalgia por el tiempo en que vivió en nuestro país, a los 16 años. Su última esposa, Silvia Lemus, dijo: “En Buenos Aires descubre a Jorge Luis Borges, descubre el tango y la belleza de las argentinas. El cine argentino fue un cine muy importante a lo largo de toda su vida. Carlos recordaba a las actrices bellas de esa época, Isabel Sarli, Tita Merello, Mirtha Legrand”.

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