ENTREVISTA EXCLUSIVA

Drogas: la pandemia que beneficia a unos pocos inescrupulosos

Diario Hoy entrevistó al presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA), Claudio Izaguirre, sobre cuestiones que encienden la alarma, más allá del coronavirus.

En un contexto en el que la atención está centrada en la pandemia del coronavirus, la droga sigue allí presente, afectando a las personas más vulnerables y beneficiando a quienes lucran y se la disputan como una valiosa mercancía.
Diario Hoy entrevistó al presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA), Claudio Izaguirre, sobre cuestiones que encienden la alarma en la población.

–Ante tanta presión, ¿puede estar el personal sanitario más expuesto al consumo de estupefacientes?
–Según los datos que manejamos, hay entre un 10% y un 12% de médicos y enfermeros que trabajan en terapia intensiva y consumen fentanilo, una droga de altísima adicción y de muy difícil rehabilitación. Muchas veces, los allegados de estas personas no pueden darse cuenta, porque la transformación de este tipo de consumidor es lenta y progresiva. Con 10 posturas de fentanilo, estamos ante un ser dependiente.

–En el caso de la muerte de la estudiante brasileña que cayó por el hueco de un ascensor en el barrio de Retiro, a principios de septiembre, se encontró un sobre con una droga rosa poco conocida hasta el momento. ¿Qué era exactamente?
–Era una droga de diseño, a la que se la conoce como Tucibi (el nombre proviene de la adaptación al español de 2CB en inglés). Lo bueno que tiene para el vendedor y lo malo que tiene para la población es que no necesita cruzar fronteras. Una persona con conocimientos de química, en una cocina o un baño, arma un laboratorio y se pone a fabricarla. Generalmente, esto lo hacen en countries o barrios cerrados, ya que son lugares de difícil acceso para las fuerzas de seguridad. Es una eniletilamina psicodélica que gobierna el sistema nervioso central. Las fantasías se vuelven parte de la nueva realidad y tratá de no pensar en gaviotas, porque te convertís en ellas.

–Con el aislamiento, ¿los consumidores se vieron con mayor dificultad para conseguir los estupefacientes?
–La comercialización, desde el inicio de la pandemia, aumentó en un 500%. Hoy, con un teléfono con internet, el adicto tiene la droga en su casa. Realmente, los narcotraficantes hicieron un trabajo espectacular, porque no solo lograron la producción, sino que también se alzaron con la comercialización minorista de una manera extraordinaria, a través de los repartidores que andan en motos y bicicletas.

–¿Qué papel juegan los centros de rehabilitación en este país?
–Primero hay que tener en claro que quien pone un centro de rehabilitación no lo hace para ganar dinero. Quienes estamos de este lado y vemos la obra que realizan, hablamos de centros de humanización, donde las personas se recuperan. Actualmente, por la Ley de Salud Mental está prohibida la creación de este tipo de espacios y las provincias, mayoritariamente, no cuentan con ellos.

–¿Qué le diría a aquellos que aún descreen de la recuperación de un adicto?
–En mi caso, llevo 43 años sin consumir sustancias y más de 40 trabajando en la prevención con personas adictas. Sin dudas, la recuperación es posible. Muchas veces, el drogadependiente dice “consumo porque tengo un problema” y no se lo plantea al revés. Cuando encuentra ese camino de “tengo problemas porque consumo”, frena.

–¿Cree que hace falta mayor prevención o decisión política?
–Ambas. En la Argentina mueren de 10 a 12 personas por semana, por temas asociados al consumo de drogas. No hay campañas sostenidas en los medios de comunicación. A su vez, tenés falta de asistencia, combate directo a los centros de rehabilitación y una lucha flaca contra el narcotráfico que permite el ingreso de drogas en forma irrestricta, inclusive en pandemia. En La Plata, desde hace años, la Dirección de Adicciones, dependiente de la Municipalidad, es una vergüenza.

–¿Considera que es posible terminar con el narcotráfico?
–Totalmente. A mi casa no entran ratas si yo no quiero. Y si alguna se cuela, por alguna rejilla, me dedicaré a cazarla. La compañía de tecnología espacial estadounidense Maxar Technologies tiene satélites espaciales para el control fluvial, aéreo y terrestre. Ellos pueden detectar lugares de producción de drogas y vehículos que las transportan. También, pueden informar quién la tomó al otro lado de la frontera, cuáles son las pistas clandestinas y si hubo cambios de plantaciones. Inclusive, logran sacar fotografías a 30 centímetros del objetivo, desde el espacio. Es decir, hay una enorme cantidad de cosas para hacer en la prevención del narcotráfico y creo que no se hacen, no por costos, sino por falta de convicción.

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