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El actor que camina por el filo del descontrol

Mickey Rourke fue visto cuando apareció como un discípulo de Marlon Brando, talentoso, rudo, seductor, pero capaz de caer en un desenfreno autodestructivo.

Philip Andre Rourke nació en Nueva York en 1952, pero apenas cumplidos 20 años se fue a vivir a Miami, junto a su madre, su hermano y su padrastro. Su padre biológico, un levantador de pesas amateur -que moriría de cirrosis-, había abandonado a su familia cuando Mickey tenía seis años. No guarda buenos recuerdos de sus primeros años: “Mi infancia fue un desastre. Por eso jamás se me cruzó por la cabeza tener hijos. Si voy a traer a alguien a este mundo, voy a hacerme cargo de él. Si no puedo garantizar eso, no me merezco tener un hijo. Mi infancia fue tan horrible que si alguien me da a elegir entre volver a vivirla o nacer muerto, elijo nacer muerto. Mi madre es una persona débil que no nos protegió a mí y a mi hermano mucho menos cariño que a mis perros. Cuando era chico, solía sentarme en mi cama y pensar: “¿Por qué no puedo vivir en la casa de a la vuelta? ¿Por qué estoy atrapado en el purgatorio?’. Es cierto que te da personalidad. Pero ¿quién quiere personalidad a ese precio?”.

Liberty City es un barrio del noroeste de Miami habitado históricamente por negros y famoso por sus peleas callejeras, en muchas de las cuales Mickey solía participar. Sus relaciones por entonces eran todos ladrones, delincuentes y locos. Para llegar mejor preparado a esas contiendas, se entrenó durante años en un gimnasio de box. Era patovica en puticlubs. Dejó de ir al gimnasio cuando recibió un golpe que le produjo una conmoción cerebral leve. La actuación llegó por casualidad a su vida. Sin pensar siquiera en estudiar teatro, un amigo le propuso participar en una obra que se estaba por montar en la universidad. Había un papel que parecía calzar a su medida. Le gustó tanto la experiencia que volvió a Nueva York para estudiar en el Actor’s Studio. Le contaba a Playboy en 1987: “Muchas veces terminaba sentado en la oficina de Western Union con un montón de lunáticos, esperando diez dólares que me mandaba mi abuela una vez por mes. Otras veces tenía mala suerte y comía papas fritas. Llenan mucho. También robaba barras de chocolate de los supermercados. Todo el dinero iba para las clases de actuación”.

Su primera actuación cinematográfica fue un breve papel en Body heat, una película que tiene en sus roles principales a Kathleen Turner y William Hurt. En 1983, haría su primera gran película, La ley de la calle, dirigida por Francis Ford Coppola, en la que hace de un motoquero, hermano mayor de Matt Damon, entregados a la vida de los pandilleros, hasta que deciden dar un giro a sus vidas. La crítica se refería a él como el continuador de Marlon Brando y James Dean. Luego vendría Corazón satánico y Nueve semanas y media, y ya era un consagrado. Pero su personalidad era de fácil combustión y tuvo más de un cortocircuito con productores y directores. Hizo mucho para que se tejiera su leyenda negra. En 1987 se divorció de Hollywood, rechazó muchas películas que fueron grandes éxitos: Pelotón, Los intocables y Pulp fiction.

Quiso volver al boxeo. En agosto de 1993, vino por primera vez a Argentina para participar en una exhibición de box en el programa de Marcelo Tinelli. Practicaba con el campeón del mundo de peso mediano, James Toney. Acentuó su tendencia autodestructiva: muchas veces se negaba a usar protector para la cabeza. Le rompieron la nariz, le hicieron numerosas operaciones pero nunca se la pudieron reconstruir.

Estuvo casado con una modelo, Carré Otis. Dijo que por ella se cortó un dedo: “Me corté el dedo pequeño porque sentí que ya no lo quería. Estaba tan enojado que decidí que no necesitaba el meñique de mi mano izquierda. No me lo corté completamente, quedó colgando de un tendón y un amigo inglés, Gary, me ayudó a llevarlo al hospital para rectificar la situación. Él sostuvo el dedo cortado por el camino”. En la actualidad tiene 71 años, vive en una casa valuada en cinco millones de dólares, llena de perros chihuahuas, por la que pasan incesantemente mujeres, botellas de todo tipo de alcohol, dealers, algunos célebres mafiosos -como John Gotti-, y sus eternos amigos motoqueros.

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