El oficio de ferretero: escuela de arreglos y de la vida
No es solo un lugar donde se compran repuestos o algo de utilidad para la construcción. “Es donde soy psicólogo, ayudante de cocina y, además, ferretero”, cuenta un comerciante con años de oficio.
Según el diccionario de la Real Academia Española, una ferretería es una “tienda donde se venden diversos objetos de metal o de otras materias, como cerraduras, clavos, herramientas, vasijas, etc.”. Según la enciclopedia de libre consulta Wikipedia, “una ferretería es un establecimiento comercial dedicado a la venta de útiles para el bricolaje, la construcción y las necesidades del hogar, normalmente para el público en general, aunque también existen dedicadas a profesionales”.
Diario Hoy quiso investigar un poco más allá de internet y fue hasta una ferretería de barrio, por fuera del casco urbano, donde la relación entre cliente y vendedor, según explicarán luego los que saben, no es la misma.
Una ferretería en Los Hornos
Pasando un poco la avenida 143, ya se pueden ver varias ferreterías, entre las calles y también sobre las dos avenidas que ingresan al barrio: la 60 y la 66. En una de estas es donde nos espera Carlos, con una pava totalmente quemada y un mate de metal. Nos hace pasar detrás del mostrador y vamos para el fondo, donde nos sentamos y le hacemos la primera pregunta directamente: “¿Qué es para vos la ferretería, ser ferretero?”. Carlos se toma un tiempo y responde directo al hueso: “Es donde soy psicólogo, consejero, ayudante de cocina, amigo, encarrilador de pibitos, descifrador del cosito, y después ferretero”, responde y ríe Carlos, que nos dice que nació y vivió dentro de “esto” jugando entre las cosas, “hasta que lamentablemente falleció mi papá y me tuve que hacer cargo porque mis hermanas son todas mujeres, el único que sabía dónde estaba todo era yo. Tenía 15 años, pero como no podía atender y cobrar al mismo tiempo, mi mamá mandó a la más grande conmigo para la caja. Así arranqué y así voy a terminar”.
Clientes, amigos, empleados y “los pibitos”
Tras preguntarle sobre su relación con los clientes y los amigos, Carlos contesta: “Mirá, acá hay de los dos, desde hace más de 30 años la misma relación, y yo la respeto como la respeta la persona que entra acá. Tenés a los clientes, que muchos son laburantes o gente que se da maña para arreglar, pero viene directo a pedirte lo que quiere porque sabe, saluda, pide, compra, paga, saluda de nuevo y se va. Después está el otro, el amigo, o el amigo ente comillas, digo yo. Ese se te queda hablando, te cuenta sus problemas y no se da cuenta de que hay gente, te pregunta otras cosas. Depende el día, como somos muchos, si me quedo o no”, dice Carlos acerca de la clientela.
Y nos queda la otra pregunta: “¿Cómo conseguís un empleado?”. El ferretero piensa un momento y responde: “Y eso la verdad que es muy difícil, porque no puede ser cualquier persona, si la necesitás rápido porque te quedaste sin alguien, sí o sí tiene que ser alguien de experiencia”.
En cuanto a de qué se trata eso de “encarrilador de pibitos”, cuenta Carlos: “Mirá, yo trabajo hace mucho acá y manejo bien el tema de los afanos por eso, porque soy de los viejos del barrio. Entonces, cuando un pibito de esos que no pueden hablar, que tiene una punta o algo pero no se puede mantener, los rescato. Les doy algo de tomar, los hago bajar y después les explico que no está bien hacer eso. No sé qué harán después, pero a los pibes hay que sacarlos de la calle”.