cultura
Entrevista a Leiden
Es una cantante cubana radicada en México, que está haciendo una gira latinoamericana que la traerá a Buenos Aires la próxima semana.
Esta cantautora, activista y socióloga nació en La Habana, es la nieta del gran poeta e intelectual Roberto Fernández Retamar –uno de los mayores emblemas culturales de la revolución cubana- y sobrina de Laidi Fernández de Juan –una connotada escritora y médica internacionalista-, pero no es por la fuerza de su apellido, sino por su talento artístico y su avasallante iniciativa que ha llegado a ser una de las voces más genuinas de la nueva canción latinoamericana. El sábado 12 de octubre va a estar presentándose en Café Vinilo, en la capital porteña, y antes de su llegada al país estuvo conversando en exclusiva con diario Hoy.
—¿Hasta qué año viviste en Cuba?
—Hasta los 9 años. Yo estudié sociología en la Universidad de La Habana. Regreso cada año, sin embargo, esa fue una temporada muy larga que estuve allá. Incluso comencé mi carrera musical en Cuba: mi primera banda es de allí. Después me fui a Guadalajara, una ciudad en la que viví durante mucho tiempo, y ahí continué con mi carrera. De hecho regresaré el próximo enero a Cuba, voy a cantar en la Casa de las Américas.
—¿Cuáles son los recuerdos que más te acompañan de tu abuelo, Roberto Fernández Retamar, quien durante muchos años presidió Casa de las Américas?
—Bueno, él fungió como una figura paterna durante mi primera infancia. Soy la única nieta mujer. Desde niña siempre bailaba, cantaba, recitaba, leí poesía. Tengo un vínculo muy fuerte con él, además cuando me fui a México mantuve una relación epistolar; siempre nos mandábamos cartas. Realmente yo le debo a él el hecho de que haya decidido con total soltura dedicarme por completo a las artes y no dudarlo. Lo recuerdo recitando poesía constantemente por la casa; siempre tuvo una actitud muy divertida conmigo, tengo muy vivos todos esos recuerdos. Yo lo considero uno de los pilares ideológicos más importantes de mi quehacer artístico.
—Hay un tema tuyo Cuando soñaba que de alguna manera remite a un poema de él, cuando decís "Donde tus manos, aquellas con las que te fuiste a construir escuelas y detalles".
—Fijate que, a pesar de ser una canción que se sale de las estructuras comerciales de la música actual, ha tenido un gran éxito. Fue una de mis primeras canciones. Yo le canto en esa canción a la pérdida de muchas cosas, tanto de lo tangible como de lo intangible, y dentro de lo intangible hablo también de la pérdida de la fe y la esperanza. Para mí, el poema "Con las mismas manos", de Roberto Fernández Retamar, habla de una conexión muy poderosa con la fe y la esperanza. Y yo me sentía reconociendo que a lo largo de nuestra vida hay cosas que inevitablemente vamos a perder, aunque no sea para siempre. Justamente pensando en todas estas cosas, compuse la canción e hice un guiño a su poesía.
—Pasemos a otra canción tuya, que tuvo mucha repercusión: Hasta salvarnos, una canción que forma parte de las luchas feministas en Lationamérica.
—Siempre he querido hacer música no para tener fans o para que me aplaudan, sino para proponer algo, salvarme y salvar a través de las canciones. "Hasta salvarnos" es una canción que hice sin ninguna pretensión, excepto la de componer desde la digna rabia y la alegre rebeldía. En primer lugar, porque una de las cosas más revolucionarias hoy en día es la alegría y es la ternura. Me parece muy importante poder hacer música desde ese lugar. Es una canción que se escucha en las marchas.
—¿Como te describirías como compositora?
—Todas mis canciones tienen que ver directamente con mi vida o con mi manera de ver la realidad. Como artista me considero una mujer latinoamericana, en búsqueda, que se está planteando preguntas constantemente. Justamente, ese es uno de mis grandes motores. Como decía José Martí: "Dos patrias tengo yo". Él decía Cuba y la noche. Y yo, como mujer migrante, tengo dos patrias: Cuba y México, y no puedo ver mi música sin ambas identidades. Esta condición nómada me ha hecho sentir parte de una identidad plural como la latinoamericana. Además, a lo largo del oficio de la composición, me he dado cuenta que me he convertido en una contadora de historias.