cultura

Entrevista a Liliana Viola, biógrafa de una leyenda literaria platense

Diario Hoy conversó con la autora de Esta no soy yo, un libro que reconstruye con gran ritmo literario la vida de la inefable Aurora Venturini. La obra será presentada mañana en nuestra ciudad.

Liliana Viola es la periodista y editora que tuvo a su cargo la organización del concurso literario que en 2007 consagraría literariamente a Aurora Venturini, una escritora que por entonces tenía 85 años y llevaba escrita una gran cantidad de libros publicados en ediciones de autor que no le habían permitido emerger del anonimato. Desde esa fecha, la autora del libro tuvo una relación cercana con su biografiada, llegando a ganarse a tal punto su confianza que la nombró su albacea y heredera de toda su obra literaria. Esta no soy yo, no es un libro complaciente ni hagiográfico, es un retrato crudo y profundo escrito con rigor y gran tempo narrativo.

—¿Cómo fue tu encuentro con Aurora Venturini?

—Mi primer encuentro fue con su manuscrito. Es decir, para mí, Aurora, que se presento al concurso con un seudónimo –Beatriz Portinari–, era ese objeto extraño que venía escrito a máquina en tiempos de computadora, con errores subsanados con corrector y otras desprolijidades que dificultaban mucho la lectura. Esos papeles, a su vez, revelaban una novela tan border como el formato en que venía. Una novela rara, extrañamente extraordinaria. Luego le conocí la voz, porque fui la encargada de llamarla por teléfono para anunciarle que su novela Las primas estaba entre las finalistas del concurso Nueva Novela. La llamé para invitarla a la ceremonia de la premiación. Ahí, el estupor se duplico. Tuve la sensación, o mejor dicho, el terror de estar frente a un monstruo. Primero porque no pareció asombrarse ni mucho menos ponerse contenta. Era alguien que estaba confirmando algo que ella ya sabía. “Merezco ganar”. Y además agregó: “Es importante porque esa es la historia de mi familia”, lo cual era tremendo porque esa novela es un retrato de una familia cruel, mortífera, opresora. Entonces agregó: “Todas en mi familia eran minusválidas y yo también lo soy”. Confieso que consiguió asustarme y también ofender a su familia, que leyó esto mismo en todos los diarios. Incluso hoy es una estocada para quienes quedan. Luego, antes de cortar, me preguntó si yo era gorda o flaca. Me duplicó el estupor. ¿Dependía de ese dato que viniera o no? ¿Tendría una fobia? Dije lo que pude y me dije que sea lo que el diablo quiera…

—¿Qué podés contar sobre su identificación con el peronismo?

—Su peronismo es el peronismo de devoción a Eva Perón, a su figura, a lo que respresenta, a su promesa, a su estilo. Es el peronismo que le escuchó la voz bien de cerca, por fuera del microfono. Un peronismo de quien se sintió dignificada por ella. En su caso, no por regalos navideños, ayudas de todo tipo, mejoras en salud pública, educación, ninguna política pública. Eva representa el momento, diría el único, en que Aurora se sintió reconocida por sus valores, su esfuerzo, sus sacrificios y su intelecto. Pensemos que había estudiado Ciencias de la Educación en la Facultad de Humanidades, era experta en manejo de test para niñeces y adolescencias. Evita estaba necesitando justo eso. La contrata en la Fundación y también trabaja en Minoridad. Es ella aquí una experta dedicada a detectar infancias que merecen ser salvadas de la horrible vida de los orfanatos. Aurora no es obrera ni es pobre, pero no quiere ser parte de los nadies. Odia a la misma oligarquía que humilló a Evita y que también la humilló a ella. Siente una gran esperanza ante una palabra que instala el peronismo: compañeros. Es ideal, porque no es promesa de amor, sino promesa de pasión entre pares. Luego viene la libertadura, como la llama ella… Es un peronismo resentido el de Venturini, un peronismo que exuda bronca por la muerte de Eva, por las decisiones del último Peron, no entiende al ala izquierda del peronismo.

—¿Tuvo un gran amor en su vida?

—Desde que yo la conocí, ella siempre hizo referencia a un gran amor de juventud, un hombre, que la había marcado a tal punto, que la había dejado inhabilitada para amar a nadie. Esta presente de algún modo en Las primas, en la figura del profesor, y mucho más explícitamente en Nosotros, los Caserta. Lo culpaba de todo a este señor al mismo tiempo que le dedicaba una devoción vitalicia… Un día me mandó un mensaje revelándome el nombre del sujeto. Se había muerto un hijo de él, ya no había a quien ofender. Es Jorge Luis Hirschi, nada menos que quien da nombre al estadio de Estudiantes. Luego supe que fue un romance escandaloso de la época. Él estaba casado, tenía hijos, era un prócer de la Plata y ella era una descocada estudiante de 19 anos que se fue a vivir sola para poder encontrarse con él, en una época en que eso era sinónimo de prostitución. Todo por amor a este señor. ¿O todo por una vocación de romper todo?

—Destacá lo que quieras sobre la presentación del libro, que se hará mañana en La Plata

—En la presentación del martes 5, en el Sputnik Var, trataremos de emular y de homenajear esa relación tan equívoca que ella mantuvo hábilmente entre la ficción y la realidad, ese modo de vivir en “estado de literatura”, por eso la mayor parte de la presentación estará a cargo de dos personajes de sus novelas, Flavia y Fulvia, encarnadas nada menos que en las grandes actrices Alejandra Flechner y Susana Pampin. Ellas van a revelar una serie de fotos del álbum familiar de Aurora. A su vez, tengo la suerte de que el libro le haya parecido interesante nada menos que a Florencia Saintout, así que juntas daremos el inicio a esta velada. Aviso que no es la única presentación, nos debemos una más en la Biblioteca López Merino, donde Aurora presentaba todos sus libros, y donde espero poder convencer a Ofelia Venturini a que me acompañe en esa ocasión.

Noticias Relacionadas