cultura
Entrevista a Martín Caparrós
Acaba de publicarse Antes que nada, un libro de memorias de este escritor y cronista radicado desde hace años en España, que forjó un estilo profundamente personal.
Ha sido noticia desde que decidió hacer público que padece esclerosis lateral amiotrófica (ELA), pero la aparición de cada nuevo libro de Martín Caparrós debiera ser considerado noticia, un acontecimiento literario. “Antes que nada”, es un libro en el que repasa algunos de los momentos más significativos de su vida, atravesada por viajes y libros, y una profunda vocación por conocer todo lo que se pueda el misterio inagotable cifrado en la condición humana.
—¿Qué ha cambiado en vos últimamente?
—Trato de ser lo más parecido a mí mismo que puedo, dentro de las posibilidades que tengo. Lo que quizás haya cambiado, últimamente, es mi punto de vista. Me sitúo en algunos lugares un poco inverosímiles. El otro día me reía porque ahora veo los entierros desde el punto de vista del difunto. Supongo que tiene cierto sentido.
—Teniendo en cuenta estas mudanzas de puntos de vista, ¿hubo algún libro que leíste o releíste porque pensaste que este era el momento de leerlo o releerlo?
—No se me ocurre, porque lo raro es que tengo como dos líneas de lectura últimamente. Una, son los libros de los amigos; he leído recientemente el último libro de Juan Villoro y el de Rodrigo Fresán. Y sino, me pongo a leer cosas que a veces me hacen decir: para qué estoy leyéndolas si se supone que no voy a aprender nada. En estos días estaba leyendo un libro de un historiador inglés sobre el mundo clásico. Yo ya estudié mucho sobre eso, no creo que me entere de nada nuevo y, sin embargo, por alguna razón, le sigo dando vueltas a esas cosas.
—En vos literatura y viaje han estado muy entrelazados, ¿considerás que viajar también es una forma de leer?
—Sí, por lo menos un intento. Es una lectura complicada: hay que aprender a leer lo que uno ve, lo que podríamos llamar abusivamente la realidad. Pero sin dudas es de las lecturas más interesantes que uno puede encontrar y que están hechas de toda una serie de elementos, sobre todo la escucha, la mirada, la tensión, el interés y un poquito de preparación para entender un poco más qué es eso que uno está viendo. Pero claramente viajar y contarlo es una forma intensa de leer.
—¿Recordaste cosas que parecían olvidadas mientras escribías "Antes que nada"?
—Sí, por supuesto. Y me sigue pasando. Hice ese libro, incluí muchas cosas que recordaba, dejé afuera otras - en general, porque tampoco quería llenar el libro de anécdotas o de pequeñas historias-. Pero ahora me pasa que, con alguna frecuencia, me acuerdo de cosas que digo "puta, cómo no metí esto en el libro"; hasta tengo un documento ahí en la computadora donde voy anotándolas, por si alguna vez me da el valor como para hacer una especie de segunda edición. No es que sean tantas, pero son algunas que me parece que valdrían la pena.
—Hay una vieja canción que cantaba Tita Merello, "Se dice de mí". ¿Qué pensás que se dice de vos?
— Supongo que me jode esa idea de que soy presuntuoso, agrandado o vaya a saber qué. Yo creo que muchas veces eso tiene que ver con que soy tímido, me cuesta estar en ciertas situaciones y puedo parecer así como que me la creo y me pongo arriba del pony. Pero es lo que hay, qué se le va a hacer.
—¿Cuál es la experiencia periodística de la que participaste que te da más orgullo o alegría recordar?
—Nunca hice un ranking. Lo primero que se me ocurre es "Sueños de una noche de Belgrano", un programa de radio del año 84, con Jorge Dorio, que siempre recuerdo con mucho cariño y entusiasmo. Éramos muy jóvenes y muy nuevitos. Y fue un poco el principio de muchas cosas para nosotros. Después puedo nombrar muchas otras cosas, pero la verdad es que aquel programa de radio fue muy decisivo para nosotros. Además lo hacíamos con una alegría, unas ganas y un placer que no sé si alguna vez volví a tener. Creo que la radio es un medio que da mucho placer, a mí por lo menos. No es como la televisión que tenés que estar siempre un poco durito y cuidándote, ni como la escritura donde hay que laburar. Siempre lamenté no haber hecho un poco más de radio en mi vida. Pero el problema que tiene la radio es que para hacerlo en serio hay que hacerlo todos los días, y en algún momento yo decidí que no quería estar todos los días en el mismo lugar.