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Felipe Pigna describe a un Gardel desconocido

El popular historiador argentino acaba de publicar un libro dedicado al más legendario de nuestros cantores: "El morocho de Toulouse". En diálogo con diario Hoy, brinda detalles de su trabajo.

Felipe Pigna es profesor de Historia y escritor, especializado en la historia argentina. Realiza trabajos en di­versos formatos, y es considerado por el programa Ver para leer como el historiador con más difusión en la Argentina después de Félix Luna. En diálogo con diario Hoy, brindó detalles de su último libro dedicado al astro del tango: Carlos Gardel.

—¿Cuándo empezó a llamarse Gardel?

—A fin de la década del 10, cuando empieza a cantar tango. En una gira por la provincia de Buenos Aires, él ya cambia el nombre de Gardes por Gardel, porque le sonaba más musical. Ahí empieza a ser Carlitos, y todos los apelativos que se le van poniendo: “El Mudo”, “El Morocho”, “El Bronce que sonríe”. Este último me encanta, porque es cierto que en todos los bronces que hay de Gardel está sonriendo.

—Parece que fue un hombre muy empático.

—Alguien muy atento a los demás. La Negra Bozán cuenta una anécdota hermosa: cuando estaban filmando en París, vinieron periodistas de muchos medios a ver a Gardel y le pidieron que cantara algo. Empezó a cantar Mano a mano, y en medio de la canción dijo: “Uy, me olvidé la letra Negra, seguí vos”. Ella sabía que era imposible que Gardel se hubiera olvidado la letra, lo hizo a propósito para que los periodistas la escuchen cantar. Después que cantó, les dijo: “Bueno muchachos, ahora le tienen que hacer una nota a ella”.

—No se creía Gardel.

—No creyó nunca haber llegado. Tiene un encuentro maravilloso con Caruso, a bordo de un barco rumbo a Brasil, quien le dice: “Usted tiene una voz extraordinaria de barítono con la que podría cantar en cualquier teatro lírico del mundo”. A partir de ahí empieza a cantar en un tono más bajo.

— ¿Cuándo conoció a Le Pera?

—Fue un encuentro casual en Francia, cuando Gardel estaba buscando a alguien para la composición de las letras. Le Pera empezó a hacer los argumentos de las películas y se volvió su letrista preferido. Un tipo de un muy fino humor. Una vez llegó un periodista español a entre­vistarlo. “Estoy muy ocupado, pero siéntese”, le dijo. Entonces, el tipo le respondió: “Soy el Marqués de Cáceres Fuerte Ovejuna” y le mencionó como seis apellidos en total, y Le Pera le dijo: “En ese caso, arrime seis sillas y siéntese”.

—¿Cómo fue el encuentro de Gardel con Piazzolla?

—Le contaron a Gardel que en Nueva York había un matrimonio marplatense que tenía un hijo que tocaba el bandoneón. Lo invitaron a la casa de los Piazzolla a comer pasta con albóndigas. Como no había ido con el guitarrista, Astor –que tenia trece años– lo acompañó con el bandoneón. Carlitos le dijo que tocaba el bandoneón como un gallego, pero que ya iba a aprender, y lo invitó a la que sería la última gira. Muchos años después, Astor escribió una carta en un aniversario de la muerte de Carlos donde dice: “Menos mal que no te acompañé a esa gira, porque en vez de estar tocando el bandoneón, estaría tocando el arpa”.

—En el libro contás muchos de los encuentros que tuvo Gardel

—Por ejemplo, con García Lorca, durante esos seis meses que Federico estuvo en nuestro país. Lo encontró en la calle Corrientes y lo invitó a su casa. Federico tocó el piano y Carlos cantó. Federico le dijo: “Me encanta el tango, pero qué dramático que es” y Carlos le contestó: “Claro, porque el Cante jondo es un cascabel”.

—¿Cómo fue el encuentro con Chaplin?

—Fue en Niza, en una fiesta en la que Carlitos hizo un minirecital para Chaplin, y después se quedaron charlando toda la noche. Chaplin le dio algunos consejos, porque sabía que Gardel estaba entrando al mercado norteamericano. Después de la muerte de Carlos, Chaplin dijo: “Ha muerto el más grande artista latinoamericano”.

—Alguna vez dijo que el artista debía ser "apolítico".

—Creo que él se refería a que el artista no haga política desde el escenario. Él no se metió en política, tuvo algunas actuaciones para el Partido Conservador, pero lo hizo más que nada por cuestiones de conveniencia. No obstante, tenía una clara inclinación hacia lo social, lo que se puede ver en el repertorio. Cuando a él le preguntaban cuál era su tango preferido eligió “Pan”.

—¿ Y lo de cantar "Viva la patria", cuando triunfa el golpe de Uriburu?

Hay que contextualizar. Había un enorme descontento contra Yrigoyen en 1930 por varios motivos, algunos injustos como atribuirle la crisis, otros tenían que ver con algunas políticas que enojaban a la gente. Era una figura poco popular para septiembre del 30, había perdido las elecciones en la Capital. Decir golpe de estado en 2020 es una cosa y decirlo en 1930, otra muy distinta.Nunca más Gardel volvió a cantar esa marcha.

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