ENTREVISTA EXCLUSIVA

Hace 60 años salía al mercado la píldora anticonceptiva

Para la historiadora Karina Felitti, “una particularidad de su circulación en la Argentina durante la segunda mitad de la década de 1960 fue que se dio en un contexto de represión y censura”.

En este 2020 se cumplieron 60 años desde que la píldora anticonceptiva empezó a circular en el mercado (en 1960, la Administración Federal de Drogas y Alimentos de Estados Unidos aprobó la primera pastilla anticonceptiva). Karina Felitti es investigadora independiente del Conicet, en el Instituto de Investigaciones en Estudios de Género de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y autora del libro La revolución de la píldora. Sexualidad y política en la Argentina de los sesenta. La historiadora, que indagó en la circulación de la píldora en diferentes ámbitos del país, contó a Hoy detalles de su trabajo.

—¿Cómo fue recibida en la sociedad de entonces la novedad de la píldora anticonceptiva?
—En mi investigación partí de pensar, por un lado, a la píldora en relación con la revolución sexual y los derechos de las mujeres; la posibilidad de evitar un embarazo a partir de un método propio, sin depender del coito interrumpido, del condón o tener que recurrir a un aborto clandestino. Por otro lado, las píldoras eran un componente importante de los programas de planificación familiar que empezaron a promocionarse en el contexto de Guerra Fría, a partir de proyecciones alarmantes sobre la relación entre el crecimiento demográfico y el desarrollo económico de los países.

—La píldora también tuvo sus detractores…
—El movimiento por la salud de las mujeres en los Estados Unidos denunció los efectos secundarios de las píldoras y la falta de información con la que se recetaban y vendían. A su vez, algunos feminismos, como el afroestadounidense -con Angela Davis como una de sus voceras destacadas-, plantearon que la píldora estaba usándose para controlar la reproducción de las mujeres negras. Se preguntaban si realmente esta nueva tecnología era una herramienta de liberación de las mujeres o una herramienta del imperialismo para controlar a la población. En América Latina se daba un debate similar sobre los programas de planificación familiar en sectores populares, y las denuncias posteriores sobre las esterilizaciones no consensuadas de mujeres indígenas.
Hay dos posturas diametralmente opuestas. La valoración de la píldora cambia según los momentos y los lugares de apropiación. Para muchas mujeres, de clase media, blancas, profesionales, la píldora va a colaborar con la posibilidad de tener relaciones sexuales con varones sin embarazarse. Para otras, en cambio, va a ser una obligación directa, si son obligadas a controlar su fecundidad de modo coercitivo; o indirecta, si sus maternidades no son apoyadas por el Estado, sino puestas bajo escrutinio.

—¿Cuándo y cómo se conoce/introduce en la Argentina?
—A fines de los 60 ya circulan por la Argentina. Según pude reconstruir con entrevistas a médicos y trabajadores de laboratorios de esa época, Eli Lilly, Parke Davis y luego Schering participan de este mercado. La Asociación Argentina de Protección Familiar, que se funda en 1966, las vende a bajo costo. En los hospitales las entregan de forma gratuita Una particularidad de la circulación de la píldora en la segunda mitad de los 60 es que se da en un contexto de represión y censura, y con un objetivo de defender los valores cristianos y occidentales que sostiene la Revolución Argentina” .

—¿Se da alguna discusión en la Argentina?
—En la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires, por ejemplo, se discute sobre los efectos de las píldoras en la estructura demográfica del país, entendiendo que la baja tasa de natalidad es contraproducente. Hay voces católicas en esta asociación que temen la “promiscuidad sexual” y que la mujer pierda lo que la define, su capacidad de ser madre. Una lectura política y moral, por encima de la discusión sobre efectos en la salud.

—¿Hablar de la pastilla anticonceptiva y hablar de revolución sexual es lo mismo?
—Se asocia en el imaginario y también hay algo de realidad, aunque la revolución sexual, aún discreta como señaló la historiadora Isabella Cosse, es un proceso que viene de antes. La píldora viene a apoyar esa posibilidad porque se puede no “guardar” la virginidad hasta la noche de bodas y además no estar embarazada. Por otra parte, muchas mujeres toman la píldora a escondidas, por temor a ser consideradas fáciles o porque sus parejas entienden que esto es un rechazo hacia ellos, a los hijos que podrían darles. Al mismo tiempo, pienso que la revolución sexual es un proceso vigente, muchas de sus promesas en torno a la equidad de género y la libertad sexual todavía no se alcanzaron.

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