cultura
La leyenda del volcán Lanín
Ubicado la provincia de Neuquén, se alza el imponente volcán que es considerado un lugar sagrado para los Mapuches.
Desde tiempos ancestrales, el volcán Lanín es considerado un espacio sagrado por los pueblos originarios Mapuche, quienes lo llaman “Pillán” o “Cerro Sagrado”.
Situado dentro del Parque Nacional del mismo nombre, en las proximidades de la ciudad de Junín de los Andes, provincia del Neuquén, posee una representación importante dentro de la simbología mapuche, especialmente en las leyendas huiliches, que lo consideraban el hogar de uno de los Pillán más aterradores de la cosmogonía indígena de la región.
Se respira en esta historia que, en la cima del volcán Lanín, vivía en soledad el Dios Pillán. Pese a ser protector de la naturaleza, era llamado “el Dios del Mal”.
Según la leyenda, un grupo de jóvenes de la tribu Huaiquimil estaban persiguiendo huemules (animales de cuya carne se alimentaban y con cuya piel se abrigaban) cuando sin darse cuenta llegaron a una gran altura, a pesar de saber que Pillán los estaba vigilando. El dios, al ver que mataban los animales, desató una gran tormenta y el volcán empezó a arrojar lava, humo, llamas y cenizas provocando terror en la población.
Ante esto, los jóvenes consultaron al brujo de la tribu, quien se recluyó varios días en una cueva y regresó con la solución: para detener la ira de Pillán era necesario sacrificar a Huilefún, hija menor del cacique, adorada por toda la comunidad. Debían arrojar su cuerpo a la hoguera del volcán.
El cacique, con una gran culpa, no tuvo otra opción que aceptar la orden del brujo, y para ello designó a Quechuán, el hombre más joven y más valiente de la tribu, para cumplir el mandato.
Con la bella mujer en sus hombros, Quechuán entregó el sacrificio en la zona de la montaña, donde los vientos de Pillán soplaban con mayor fuerza. Después de esto, gigantescas nubes cubrieron el cielo y una intensa nevada calmó el volcán. La muerte de Huilefún había logrado calmar para siempre la ira de Pillán.
Desde entonces, el Lanín se encuentra apagado y su temible fuego contenido por una gran manta de nieve blanca.