cultura
La llegada del hombre a la Luna: una polémica que continúa
Uno de los ejemplos más convincentes acerca de la conquista del espacio es “el pequeño paso” en el satélite de la Tierra. Pero hay versiones que apuntan a que eso jamás ocurrió.
La llegada del ser humano a la Luna fue uno de los momentos más trascendentes en la historia de la humanidad. Sin embargo, los defensores de la teoría del fraude lunar han sacado a relucir decenas de fotografías oficialmente tomadas por los astronautas en la superficie lunar que, de ser como nos ha sido narrado, no deberían contener ciertas anomalías que originan sospechas poderosas. Según ellos, todo fue probablemente el fruto de evitar el revés propagandístico que hubiese supuesto admitir ante la comunidad internacional la derrota estadounidense en la carrera espacial.
Ante la expectante mirada de millones de televidentes, el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong plantaba su pie izquierdo en la polvorienta superficie lunar convirtiéndose en la primera persona que imprimía su huella en nuestro satélite natural. Respirando dentro de su escafandra una atmósfera que contenía 71% de oxígeno, se desplazaba rápidamente gracias a la escasa gravedad; la luz solar, sin ninguna atmósfera que la atenuase, era muy fuerte y aportaba a la escena una iluminación inmejorable. No obstante, autores como Bill Kaysing y Ralph René afirman no solo que se trató de un montaje cuasi cinematográfico, sino que aquellos desembarcos lunares de la misión Apolo fueron un elaborado fraude.
Los refutadores del alunizaje despliegan entre sus argumentos que, en la década de 1960, la NASA no había adquirido un desarrollo tecnológico lo suficientemente elevado como para permitir un alunizaje real. En cambio, lo que sí existía era una perentoria necesidad de ganar a cualquier costo la carrera espacial, por lo que Armstrong pudo dar “su pequeño paso para el hombre” no a medio millón de kilómetros de la Tierra, sino en otras llanuras, menos polvorientas, ubicadas apenas a 150 kilómetros de los carteles luminosos de Las Vegas, concretamente en un estudio cinematográfico construido en secreto en el desierto de Nevada.
Una década más tarde del suceso histórico, comenzó a especularse con que los graves inconvenientes técnicos sufridos en la misión del Apolo I, que se incendió en la cuenta regresiva previa al despegue matando a sus tripulantes, habrían sido imposibles de solucionar en tan corto plazo de tiempo. Esta casi milagrosa recuperación tecnológica dio lugar a la hipótesis de que el hombre nunca pisó la superficie lunar y la humanidad fue engañada en lo que habría sido el mayor embuste de todos los tiempos. Cuando se trata de aportar pruebas, David Percy, fotógrafo británico de la Royal Photographic Society, declaró en un reportaje televisivo: “Nuestra investigación sugiere que las imágenes de los alunizajes del Proyecto Apolo no constituyen un registro verdadero y exacto. En nuestra opinión, las fotografías del Apolo fueron falsificadas. Muchas de las imágenes están llenas de inconsistencias y anomalías”.
Tal vez la más curiosa de estas anomalías haya sido la descubierta por María Blyzinky, directora de Astronomía del Observatorio de Greenwich. A falta de una atmósfera que entorpezca el paso de la luz, en la Luna las estrellas deberían ser completamente visibles y aparecer a la vista con un brillo considerablemente mayor que en la Tierra. El problema fue que en las imágenes capturadas por los astronautas no se ve ninguna estrella. Resulta ciertamente curioso que, dadas las ideales condiciones de observación, la gran calidad de la cámara Hasselblad con la que estaban equipados y la sensibilidad de la película Ektachrome utilizada, a ninguno de los astronautas se le ocurriese tomar registro con un tiempo de exposición suficiente como para recoger ese firmamento único.
En ese sentido, el escritor norteamericano Bill Kaysing afirmó: “Tuvieron una oportunidad maravillosa de fotografiar el increíble firmamento visible desde la Luna. He tenido ocasión de hablar con varios astronautas y todos ellos me comentaron que los tripulantes de las misiones lunares habrían podido disfrutar de la visión de millones de estrellas, por no mencionar Júpiter, Saturno y otros planetas, pero ninguno de ellos trajo una mísera foto de ese impresionante firmamento”.