El poeta chileno hizo construir viviendas a la medida de sus sueños. Todas funcionan en la actualidad como museos.
La Sebastiana, ubicada en Valparaíso, es una casa que Pablo Neruda compró, pero la hizo remodelar como si la levantara de nuevo desde sus cimientos: “Yo construí la casa. / La hice primero de aire. / Luego subí en el aire la bandera /y la dejé colgada /del firmamento, de la estrella, de la claridad y de la oscuridad”, dice el poema que lleva el nombre de la casa. Se llama así en honor de quien fue su constructor, Sebastián Collado. Todas las plantas tienen vista a la bahía. En la sala de estar hay un caballo de calesita y una colección de cajas de música y antiguos mapas.
Tras la muerte de Pablo Neruda en 1973, La Sebastiana fue abandonada. En 1991, la casa fue restaurada y se convirtió en un museo, asignándole el Estado chileno la condición de monumento nacional.
La Chascona está en Santiago, a los pies del cerro San Cristóbal, en el corazón del barrio Bellavista. Pablo Neruda compró un terreno y construyó esta casa en 1953, dedicada a su amor Matilde Urrutia. De hecho, el nombre “chascona” es una expresión chilena que significa “despeinada”, y alude a la roja cabellera de Matilde siempre en desorden: “Yo te llamo chascona mía y enmarañada / mi corazón conoce las puertas de tu pelo”. La casa fue erigida como lugar de encuentros furtivos entre Matilde y Pablo, durante los últimos seis años en que el poeta estuvo casado con la argentina Delia del Carril. Un arquitecto catalán, exiliado en Chile luego de la caída de la República española, fue el encargado de la construcción. Neruda disfrutaba la vista de las montañas y el sonido del agua discurriendo en una acequia cercana.
Actualmente, la casa es un museo que exhibe las diferentes colecciones que tenía el poeta, incluyendo botellas de todo el mundo. La propiedad fue vandalizada por la dictadura de Pinochet. A la muerte de Neruda, el 23 de septiembre de 1973, fue velado allí. La concurrencia al funeral fue tan grande que se consideró la primera manifestación popular contra la dictadura.
A La Chascona se ingresa por el Bar del Capitán, una barra que pertenecía a un barco francés, allí Neruda recibía a sus visitas con una primera copa. Luego se ingresa a un comedor, y sobre su larga mesa hay un salero y un pimentero rotulados como “morfina” y “marihuana”. A esa mesa se sentaba a comer con sus amigos, en las ocasiones especiales, su plato preferido: caldo de congrio. Le sigue una sala de estar, donde sobresale entre todas las pinturas un original de Diego Rivera donde Neruda esconde su cara entre el pelo de Matilde. El dormitorio de la pareja se encontraba en el altillo.
La más famosa de todas las casas de Pablo Neruda es Isla Negra, a 113 kilómetros de Santiago. Fue su casa favorita, construida en 1937, como lugar de aislamiento e inspiración, dominada por una imponente vista al mar. Semeja un barco encallado sobre un acantilado a cuyo pie se extiende un paisaje de arena blanca y rocas oscuras. Pablo Neruda amaba los trenes que en su infancia veía deslizarse entre volcanes sobre rieles mojados por la lluvia vitalicia; por eso quiso que la casa tuviera apretados corredores de madera con asientos y ventanas a lo largo de las paredes, sumado a un gran número de adornos y mascarones de proa.
Cuando los militares allanaron la casa, Neruda, enfermo en su cama, les dijo: “Solo hay una cosa peligrosa para ustedes aquí: la poesía”. En esa casa están enterrados tanto Pablo Neruda como Matilde Urrutia.