Cultura

Estela Calvo, la intensidad de una vida

Poeta platense, sobrina del mítico Francisco López Merino, se destacó por organizar numerosas actividades culturales en la ciudad.

Hija de Jacinto Calvo, abogado que fue asesor de menores y fiscal de cámara, y de Nestar López Merino, hermana del célebre poeta platense Francisco López Merino, Estela Calvo nació en 1931.

Fue poeta y gestora cultural. Publicó dos libros, Terapia intensiva –recientemente reeditado por la editorial local Prueba de Galera– y Rastros y rostros de La Plata. Obtuvo la Licenciatura en Relaciones Públicas y durante años ofreció numerosas propuestas para la creatividad y la reflexión en la organización de las actividades del Salón Cultural Bernardino Rivadavia, en 7 y 47: conferencias, cursos, proyección de películas con asistencia gratuita.

En la década del 80 llevó adelante la ciclópea tarea de organizar un ciclo en la biblioteca del Pasaje Dardo Rocha, convocando a los principales talleres literarios de nuestra ciudad para que hicieran una lectura de textos de manera pública y gratuita, comenzando con el taller literario Leopoldo Marechal, en el que participaban escritores de la talla de Miguel Briante y Liliana Heker, y que en la oportunidad estuvieron representados por Aimée García, Sergio Marelli y Betina Dolgopol.

La Plata tiene una fuerte presencia en su obra: “Ciudad amplia, soleada, adormecida de historias y de otoños. Ciudad sin estridencias, sin fatigas, con un ritmo de promesas y de apacibilidad en su pulso de siglo. Ciudad mía y nuestra. Íntima.
Acogedora. Amiga. Ciudad que puede ser legendaria si se la relata en instantes, niña si se la analiza en su precoz madurez. Pero siempre joven, templada en su espíritu, en sus rastros inasibles, en la huella de tantos rostros lejanos que aún esperan su homenaje. Desde sus heridas, desde sus glorias, desde sus sellos de altura, desde sus vigilias –insomnes de secreto y leyenda–, desde las calles moradas que el jacarandá enciende en la noche errante. Desde el tiempo... nos presta para el recuerdo nostálgico su pasado que me habita y me acompaña como una sombra entrañable”.

Su tío Pancho, el mítico poeta amigo de Borges, se suicidó tres años antes de que ella naciera, pero ella lo leía una y otra vez, hasta aprenderse de memoria poemas enteros, e indagó mucho en su vida para componer su relato entero, lo que le permitió describirlo así: “Minucioso, exigente con su propia apariencia, coleccionista de corbatas y sombreros, era amigo de charlas nocturnas de café y de club. También es alegre en su correspondencia, ingeniosa y comunicativa. Lo es en los folletos, que imprimía precariamente en algunas tradicionales y ya desaparecidas librerías con trastienda. Si analizamos las circunstancias que rodearon su vida, más difícil fue y será aceptar la decisión de su muerte. Sin embargo, se mata. Tenía 23 años. Esa actitud, ese momento, ese instante en que la atracción de la sombra supera el derecho o el esfuerzo de vivir fue, en la inexorable decisión de su destino, su última pasión de autenticidad”.

La novelista platense Aurora Venturini fue una de sus amigas. Les gustaba juntarse para leerse textos propios o ajenos. Sentarse en una plaza o en un café a contarse los pormenores de un texto o los desafíos que la vida porfía en presentar. Estela Calvo murió diez años antes de que su amiga se alzara con un premio que le dio tardía resonancia mundial, con su novela Las primas. Pero Aurora Venturini nunca la olvidó: “Yo la recuerdo sentada en un banco en el Bosque. El mismo banco que ocuparon Pancho y Borges. Me veo a mí misma sentada junto a ella, que está convaleciendo de una operación y trae unos poemas inéditos.Aunque demuestra cierta debilidad posoperatoria, le pido que lea los versos. Sé que eso beneficia el ánimo. Me dice que bueno y lee: Esta mañana tiene como una despedida / que baja de los árboles y me viene a decir / habré de despegarme de la reconocida / casa cuya ventana ya no podré nunca abrir”.

Estela Calvo le cantó a lugares emblemáticos de la ciudad de La Plata, como el Teatro Argentino, celebrando “su historia y su alcurnia”, “sus voces ceñidas de leyenda, su misterio de belleza, su corazón de luces, su eternidad callada, su raíz encendida de música”. Expresiones todas con las que podría describirse la poesía de Estela Calvo.

 

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