Cultura

Brizuela y Atwood: el encuentro entre un escritor platense y una de las mayores autoras canadienses

En diciembre de 2017, el novelista oriundo de nuestra ciudad y la creadora de El cuento de la criada compartieron un extenso diálogo sobre el oficio de inventar historias.

Margaret Atwood es autora de una obra profusa que por entonces se había vuelto fenómeno global con la reedición de El cuento de la criada y su adaptación televisiva por la plataforma de streaming Hulu, considerada una de las mejores series de los últimos años.
La escritora Gabriela Cabezón Cámara describió así dicha novela: “Es el monólogo de una mujer sometida a la opresión más total que se pueda imaginar. El monólogo de la criada es el de la resistencia, eso que nos hace pensar que aun en la más total de las esclavitudes algo nuestro sigue siendo nuestro, que podemos preservar algún pliegue de interioridad, de libertad”.

Leopoldo Brizuela quiso saber qué papel tuvo la religión en su propia formación. Ella recordó que sus padres nacieron y se criaron en zonas rurales de Nueva Escocia, a principios del siglo XX, lo que implicaba forzosamente la pertenencia a una iglesia, y agregó: “En esos tiempos muy anteriores al automóvil, la radio, la televisión, las iglesias eran mucho más que los lugares de culto: eran los centros de reunión de la comunidad. En cuanto a sus hijos, cuidaron muy bien de que nadie les lavara el cerebro hasta que fuimos lo suficientemente maduros para decidir por nosotros mismos”.

Si bien fue etiquetada como una escritora feminista, tanto en El cuento de la criada como en sus otras narraciones parece menos interesada en imaginar una utopía feminista o una gesta heroica que en explorar el lado oscuro no solo de victimarios, sino también de víctimas. Leopoldo Brizuela quiso saber si Margaret Atwood se sentía más cerca de un feminismo de escritoras inclasificables como Doris Lessing, Angela Carter o Ursula Le Guin: “Sí, yo creo que El cuento de la criada trabaja con ese material: las zonas oscuras de todos nosotros, varones y mujeres... Tratando de iluminarlas, de pensar cómo neutralizar su poder”.

En una escritora que parece sentir fascinación por los aspectos más crueles de este mundo, ¿hay lugar para imaginar otros futuros? Leopoldo Brizuela consideraba que sí, y la llamó “la escritora de la esperanza”. Ella lo confirmó: “Los seres humanos somos todas las cosas malas que uno pueda imaginar. Pero también somos altruistas, inventivos y muy buenos a la hora de solucionar problemas. Podemos sacarnos a nosotros mismos del infierno del presente si tenemos la necesaria voluntad colectiva”.

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