CULTURA

María Elena Walsh y las ratas de París

Inolvidable y muy querida escritora.

En el invierno de 1953 en París llovió más de la cuenta, provocando que el plácido Sena creciera y desbordara como nunca antes en ese siglo. María Elena Walsh estaba allí, trabajando como cantante. Recordaba que el agua se metía en los sótanos, provocando que emergiera a la superficie una abundante población subterránea que asoló la ciudad: las ratas.

Las ratas trepaban por las paredes rugosas y se deslizaban por las cañerías de las casas del barrio que habitaba María Elena. Ella vivía en el quinto piso de un hotelucho y hasta allí llegaron, dispuestas a comer todo lo que estuviera a su alcance. No tuvo más remedio que convivir con ellas durante largos días y agitadas noches. La campaña de exterminio tomó a todos desprevenidos y tardó en hacer efecto.

Evocando esa ciudad sitiada, dijo María Elena Walsh: “Mientras tanto, solo quedaba una solución: los gatos. En el hotel había dos y cada noche se sorteaba uno, para que el inquilino de la pieza pudiera dormir tranquilo. El resto del tiempo había que apelar a inútiles precauciones, porque el ratonerío se las sabía todas. Fueron días de importante aprendizaje vital, como el de un náufrago en una isla poblada de fieras o el de un navegante del Amazonas, amenazado por los cocodrilos y las serpientes colgadas como lianas”.

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