María Pía López: “El futuro ya llegó”
La socióloga, escritora y exdirectora del Museo del Libro y de la Lengua de la Biblioteca Nacional reflexiona sobre la pandemia y la situación económica y social que se vive a nivel mundial.
María Pía López, además de ser una extraordinaria investigadora y ensayista, es una de las voces más lúcidas de nuestro país. Publicó los libros de ensayo Mutantes: trazos sobre los cuerpos, Sábato o la moral de los argentinos, Lugones: entre la aventura y la Cruzada, entre otros títulos.
Diario Hoy conversó en exclusiva con la autora sobre los desafios que tendrá la Argentina, tras una crisis de escala planetaria sin precedentes.
—¿Qué opinás sobre las imágenes desoladoras de pobreza y hambre que se observan en muchas partes del mundo?
—En la Argentina, el gobierno que asumió el 10 de diciembre del 2019 había declarado que venía a tratar la mayor de las urgencias: el drama del hambre.
En los meses siguientes la salud de la población vendría a ocupar el centro de las cuestiones, no porque el hambre ya no estuviera en el horizonte inmediato de millones de personas, sino porque la pandemia le daba otro nombre al riesgo de muerte.
—¿Qué puso en evidencia para vos la pandemia?
—Cuando los más ricos entre los ricos decidieron despedir trabajadores, no lo hicieron porque no pudieran afrontar el costo de pagar salarios durante la detención de la producción, también lo hicieron porque esa conexión -para vivir hay que vender y realizar la fuerza de trabajo- es la clave de su propia existencia.
El productivismo que aconteció en muchos sectores alrededor de afianzar las lógicas del trabajo a distancia evidenció el temblor ante la revelación potencial de que lo que hacemos diariamente sea superfluo.
—Un tiempo que es una especie de laboratorio de modos virtuales de trabajar y enseñar...
—Y de circuitos de gestión, de vaciamiento del espacio público, de trato con el roce corporal. Exige una imaginación política que reabre aquella asfixia respecto de un orden cerrado -ese capitalismo del que no podemos sospechar el final- y carente de rasgos utópicos.
Y, el modo en que se concibe el Estado y sus responsabilidades: porque si las gestiones neoliberales parten de la producción sistemática de vidas desechables (o de la reproducción permanente del trazo que divide aquellas que tienen mérito para vivir y las que pueden ser descartadas, con lo cual reducen las políticas públicas a políticas de seguridad para defender a quienes merecen seguir viviendo); el gobierno actual en la Argentina partió de la hipótesis contraria, afirmada una y otra vez por el Presidente: de todo se vuelve, incluso de las crisis económicas que alguna vez terminan, pero lo irreparable es la pérdida de vidas.
—¿Se trata, acaso, de una vuelta al humanismo?
—La centralidad de la especie humana y sus necesidades vitales es la que sustenta la explotación salvaje del resto de las formas de vida en el planeta, de un tipo de vínculo destructivo, de la naturaleza comprendida solo como recurso a ser explotado y de otras especies animales convertidas en objeto de una producción industrializada y cruenta.
Si, desde la perspectiva de ese capitalismo capaz de destruir sus propias condiciones de existencia, la crueldad ejercida sobre el resto de la vida también se ejerce sobre la humanidad, estableciendo un continuo de explotación; para los humanismos es posible desgajar uno y otro tramo, apostando a vínculos igualitarios e incruentos entre las personas.