Mirar a través de los ojos del mejor amigo del hombre

Diario Hoy conversó con el fundador de la Escuela de Perros Guía Argentina, Carlos Botindari, acerca de la tarea de la institución.

Aunque hoy no llega a cubrir la gran demanda que existe en el país, la Escuela de Perros Guía Argentina (EPGA) lleva entregados más de 20 lazarillos y trabaja intensamente para poder satisfacer el deseo de las personas ciegas.

“Tenemos cerca de 60 personas en lista de espera. La cantidad de cachorros no alcanza a satisfacer los pedidos, porque detrás de cada perro hay un trabajo muy intenso y tenemos un pie de cría limitado. Además, también colaboramos con otras academias del mundo, como, por ejemplo, España”, contó el fundador de EPGA, Carlos Botindari.

El entrenamiento de un perro lleva, por lo menos dos años. El mentor de la escuela contó que una vez que nacen, labradores y golden retriever, los comienzan a incentivar. “A los 14 días, cuando empiezan a poder escuchar y ver, empezamos con estimulación temprana para que conozcan sonidos de la vida cotidiana, movimientos y objetos. Luego, los entregamos a familias sustitutas que los tienen hasta que cumplen un año”, explicó el director de EPGA.

“Mientras el perro está con su familia adoptiva, los entrenadores lo visitan y lo evalúan. Después, cuando el can cumple un año, los adoptantes lo devuelven a la Escuela y nosotros asumimos el compromiso de entregarles un nuevo cachorro, con el objetivo de evitar el vacío sentimental que se genera”, agregó.

Botindari indicó que “cuando los perros regresan a la EPGA, hacen seis meses de un entrenamiento básico”, y que, “si superan el segundo test, hacen un último semestre de una capacitación específica”.

Una tarea que no es para cualquiera

Si bien es de dominio público que no todos los ejemplares son útiles para orientar a los no videntes, hay determinadas cuestiones establecidas.

“El perro tiene que ser totalmente equilibrado. No puede ser ni extremadamente dominante, ni tampoco, muy sumiso. El que es dominante es contraproducente, ya que podría entrar en conflicto con otros pares. Además, es un perro que es muy difícil de entrenar, porque tiene un temperamento muy alto, entonces tampoco acata órdenes. Y el que es sumiso, puede tener miedos en la vía pública o atemorizarse ante la presencia de otro perro. Por eso, el equilibrio es ideal”, afirmó Botindari.

El usuario de un perro guía y la gestión para obtenerlo

“El requisito indispensable para que una persona se convierta en usuaria de un perro guía y pueda manejarlo bien es que haya hecho un curso de orientación y movilidad que no-sotros podamos certificar”, indicó el director de EPGA.

Botindari relató que una vez que se entrega el can realizan dos encuentros con el binomio para evaluar el trabajo conjunto. “En el séptimo año monitoreamos minuciosamente al perro para ver cómo está trabajando, con miras al recambio, ya que una falla en estos animales puede propiciar un accidente”, enunció.

Para obtener un animal con estas características, los interesados deberán gestionar un sponsor que cubra el costo del primer perro guía, debido a que los que necesitará después, a lo largo de toda su vida, serán gratuitos.

EPGA canaliza su obra por intermedio de la Asociación de Clubes de Leones de Argentina, y mientras algunas entidades patrocinan a los usuarios en el costo del perro en su totalidad, otras ayudan a conseguir los fondos a través de empresas, organizaciones estatales y particulares.

Respetar el trabajo de los animales

Los lazarillos suelen ser encantadores y amigables. Sin embargo, es muy importante no alterarlos cuando están en su función.

“Estos animales llevan un cartelito en el arnés que dice no me toque. Cuando una persona ve a un perro que orienta hay que respetar esta indicación. Estos perros son súper amigables y humano-dependientes, pero es necesario comprender que mientras llevan el arnés y la capa están trabajando, y podemos llegar a distraerlos u ocasionarles un problema”, precisó Botindari.

El fundador de EPGA refirió que “cuando están sin uniforme, son perros como otros”. “Juegan con los chicos y se divierten en el parque. Sin embargo, eso dura muy poco, porque enseguida quieren ponerse la capa y el arnés, ya que lo que más les gusta es caminar junto a sus dueños”, concluyó.

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