Península Mitre, la última esperanza para salvar al huillín
Diario Hoy dialogó con Alejandro Valenzuela, doctor en Ciencias Biológicas y coordinador de un proyecto que busca evitar la extinción de una especie determinante para el equilibrio de los ecosistemas patagónicos.
El huillín, conocido en el ámbito científico como Lontra provocax, es una especie endémica de la Patagonia que se posiciona en la cima de la cadena trófica. Por ende, como sucede con todos los predadores tope, juega un rol sustancial a la hora de mantener el equilibrio de los ecosistemas de la región.
A mediados del siglo pasado, en pleno auge de los tapados de piel de nutria, la cacería indiscriminada de huillines redujo en un 80% la población de esta especie. Hoy, pese a que la caza ya no existe, el ser humano sigue representando la mayor amenaza para estos animales.
En la actualidad, se estima que en Argentina quedan unos 250 huillines, de los cuales 50 habitan las costas marinas de Tierra del Fuego. Frente a este panorama, desde la Fundación Rewilding Argentina impulsaron una expedición para realizar el primer relevamiento sobre la especie en Península Mitre. Este lugar es un corredor biológico de gran importancia para la conservación de las subpoblaciones de huillines, que también habitan la Reserva Isla de los Estados y el Parque Nacional Tierra del Fuego.
Consultado por diario Hoy, Alejandro Valenzuela, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Conicet, explicó: “Península Mitre fue durante muchos años el sitio más complejo para poder llegar, de hecho lo sigue siendo. A pesar de que hace 15 años que estoy trabajando con la especie, hasta ahora no habíamos podido acceder bien a la Península”.
La expedición, llamada La delgada línea azul, se dividió en dos viajes. En el primero, los investigadores pasaron cinco días explorando el lugar. Luego de analizar los datos recopilados, el equipo emprendió la segunda travesía. “Nos llevaron en un barco a las distintas bahías. Nosotros nos bajábamos, recorríamos en búsqueda de presencia de la especie y si encontrábamos sitios de presencia, recolectábamos muestras, defecaciones que nos sirven para evaluar la dieta del animal. En aquellos sitios en los que era muy evidente la presencia, colocamos cámaras trampa”, explicó Valenzuela.
Entre el 26 de febrero y el 6 de marzo, el equipo logró dar con signos de presencia de huillines y adquirir datos con base científica, que sirven para poder diseñar un programa de conservación adecuado. “En este momento hay proyecto de ley para declarar Península Mitre área protegida. Nos hemos reunido con varios legisladores para entregarles estos datos que encontramos y que sirven para justificar la aprobación de esa ley. Hay que destacar que generar un área protegida no es una prohibición, sino una herramienta para regular qué se puede hacer y de qué manera”, señaló.
Además de ser víctimas de la expansión de las sociedades, estos animales deben enfrentar y competir con otras especies que son introducidas por el ser humano. En este sentido, el especialista asegura que el principal problema está vinculado a los perros: “Desde el perro doméstico hasta el asilvestrado, todos son una amenaza para el huillín; porque además de que pueden matar, compiten por el alimento, pueden transmitirle enfermedades y, por más que sea el perro más educado del mundo, el solo hecho de que marque territorio hace que los huillines perciban que hay otro predador y eso afecta el comportamiento de las especies”, añadió.
En Tierra del Fuego, los dos predadores topes nativos son el huillín y el zorro colorado. Ambas especies cumplen un rol fundamental en el equilibrio ambiental. “El huillín, al ser un animal semiacuático, consume presas de mar como cangrejos, crustáceos, peces y erizos de mar. Capturan estas presas en el agua y las comen en la tierra, entonces, no solo mantienen el equilibrio de las especies, sino que también mueven nutrientes del mar hacia los ambientes terrestres”, sostuvo.
Para explicar la función de este animal, Valenzuela recordó lo sucedido en California (Estados Unidos), tras la desaparición de la nutria canadiense: “Este animal se alimenta de erizos de mar, que son hervíboros y se nutren de los bosques de macroalgas. Al desaparecer la nutria, la población de erizos aumentó demasiado y se comieron todas las macroalgas. Al comerse todo, se quedaron sin alimento y murieron. Al extinguirse localmente las nutrias, se terminaron extinguiendo también localmente los erizos, las macroalgas y un montón de otras especies que estaban relacionadas con esas macroalgas. Esto quiere decir que las nutrias, como sucede en este caso con el huillín, son especies claves en los ecosistemas porque son importantes para mantener ese equilibrio”, concluyó.
El peligro de las especies exóticas
En la década de 1930, Argentina empezó a incorporar visones americanos con el fin de satisfacer la demanda de pieles. Diez años más tarde, esta especie fue introducida en Tierra del Fuego.
Tras la falta de control, los visones se expandieron hasta convertirse en uno de los mamíferos exóticos con mayor distribución en el país. “Lamentablemente está en toda la Patagonia”, explica Valenzuela.
Este animal tiene comportamientos y dietas similares a las del huillín, y hasta se mueve en el mismo tipo de hábitats, por lo que también puede transmitir enfermedades. “Acá entramos en una cuestión zoonótica. El visón, que es una especie exótica, puede funcionar como un vector para contagiar enfermedades al huillín que normalmente no tendría, como es el caso del coronavirus”, señala el especialista.
Tomando como referencia lo sucedido en Dinamarca, donde millones de visones fueron sacrificados tras la aparición de una mutación de Covid-19, Valenzuela, junto a otros colegas de la Universidad Nacional de La Plata y de Buenos Aires, comenzarán a estudiar si los visones silvestres que circulan por el país pueden contagiarse también y, por ende, transmitírselo a una persona. “Ahora estamos tramitando los permisos y después hay que hacer el trampeo”, anticipó el investigador.
Imágenes: Sergio Anselmino y Alejandro Valenzuela.