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Sabina en Argentina, el andaluz más porteño

Su amor por Buenos Aires, al que definió como el “territorio de los sueños”, sus amistades y su lealtad a un público que desde el primer momento lo recibió con los brazos abiertos.

"Buenos Aires es como contabas y hoy fui a pasear”, enfatiza Joaquín Sabina en su álbum Mentiras Piadosas, de 1990. Para ese entonces el cantante español ya había visitado la capital argentina y la relación con el público de nuestro país iba creciendo cada vez más.

“El mejor piropo que pueden decirme es que soy un porteño más”. Tanto esta como otras tantas referencias a lo nacional le permitieron al cantautor posicionarse frente a un público que de a poco lo empezó a conocer, respetar y brindarle un lugar privilegiado.

Sabina tocó por primera vez en Argentina en 1988, en el teatro Ópera, en el marco de la presentación de El hombre del traje gris.

“Cuando aterricé en Ezeiza no me conocía nadie. Comencé a caminar por Buenos Aires, por Corrientes, con las librerías abiertas toda la noche y con cafés en cada esquina. Pensé que el territorio de los sueños existía. Esa ciudad estaba hecha para mí. Me identifiqué, me sirvió para hacer canciones, para pasar noches interminables, para conocer a Charly García, a Fito Páez, a la Negra Sosa. Tiene un público que, no lo digo yo, es el público más caliente y apasionado del mundo. No sé cuál es la razón, es así”, sostiene el artista.

“Buenos Aires… me mata”. La pasión por el tango, el aire argentino en muchas de sus creaciones, amores fugaces que lo dejaron marcado y formaron parte de grandes obras.

“Yo sí tenía mi mitología de Buenos Aires, que venía del tango, de Borges, de Cortázar, de Atahualpa Yupanqui. Esas cosas las leí de joven. Tenía la intuición absurda de que era una ciudad hecha para mí. Me sentí que la ciudad tenía que ver con mis fantasías. Hice amigos y amigas incomparables”, destaca el artista sobre la ciudad donde “brilla el sol y un par de pibes en la esquina inventan una solución”.

Joaquín Sabina, quizás con el tiempo o tal vez desde siempre, se convirtió en el andaluz más porteño. Sus éxitos nunca pasarán de moda y son mimos al alma. Muy pronto volverá a Argentina para interpretar sus canciones y nosotros tendremos la posibilidad, otra vez, de agradecerle por todo el amor que nos regaló con sus años de trabajo. Un artista de nuestro tiempo pasado, el presente y el futuro.

Su relación con Charly García

Antes de entablar una amistad con Charly García, Sabina interpretó en una visita a nuestro país Los dinosaurios, uno de los clásicos más importantes de la historia del rock nacional. Fue en 1992, en una presentación en Ferro Carril Oeste. Pero para el encuentro entre ambos hubo que esperar hasta 1995.

El intermediario de la amistad fue el mismísimo Andrés Calamaro, quien convenció a Charly de ir a saludar al español, que por esos días estaba de gira en Buenos Aires. Luego de conocerse, la relación entre el rockero argentino y el intérprete español no se detuvo.

En 1996, en una visita a España, García participó en la canción Es mentira del álbum Yo, mí, me, contigo, que salió a la venta ese mismo año.

“Un día estábamos grabando la canción Es mentira. Pancho y yo amamos mucho a Charly, y comentamos que esa canción tenía algo de él. No pasaron dos horas y (Andrés) Calamaro llama por teléfono diciendo que Charly estaba en Madrid. Me puso con él y le dije: Te vienes para acá a grabar. Llegó, entró al estudio como va él, que parece que va nadando en el aire, se sentó, y le puse adelante la canción, que nunca había visto. Hizo una versión que a todos nos pareció bastante enloquecida. Y cuando terminó dijo: La voy a grabar otra vez, encima. Grabó otra vez, exacta, la que nosotros creíamos que era una improvisación enloquecida y era simplemente… un talentazo. Nos dejó con la boca abierta. Desde que yo grabo en estudio, nunca he visto a nadie hacer algo tan genial y tan inspirado”, cuenta Sabina sobre ese encuentro.Tiempo después, compartirían escenarios en muchas oportunidades, como en el 2000 en el Luna Park, en el 2006 en el Gran Rex y en el 2011 también en el Luna Park, con un Charly en silla de ruedas arriba del escenario.

Una historia de amor con una joven porteña

Su amor por Argentina es también hablar de su pasión por Maradona, por Boca y una relación fugaz con una joven oriunda de González Catán que perdurará para siempre en la obra Dieguitos y Mafaldas, tema que aparece en uno de sus discos más populares, 19 días y 500 noches (1999) y que vendió 500.000 copias.

El tema relata la corta historia de un amor que vivió en las calles de Buenos Aires con Paula, una joven de 19 años fanática de Boca Juniors que había sacado entradas para ir a uno de sus recitales.

La canción no deja de ser otra de las tantas andanzas de Sabina en el país, en este caso una relación con una chica de un barrio de Buenos Aires en un contexto donde Boca, otra de sus pasiones, conseguía un nuevo título en el campeonato argentino.

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