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Una mujer decisiva en la historia de Roma

Hija, esposa, hermana y madre de emperadores, Gala Placidia fue una de las figuras más significativas de uno de los imperios más poderosos de la historia.

Havenna es una ciudad italiana, situada en la región de Emilia-Romaña, cubierta de polvo y maldecida por el calor. Fue construida sobre pilotes, como Venecia, y era famosa por sus aguas cristalinas, pero las tierras se fueron anegando a causa de los ríos que desembocaban ahí hasta volverlas pantanos, y el mar se fue retirando lentamente casi diez kilómetros al este. De su breve esplendor, la ciudad sólo capitalizó los formidables mosaicos que dejó el emperador Honorio.

Se sabe que esos mosaicos – únicos en el mundo - esconden el mausoleo que hizo construir Honorio para su hermana Gala Placidia, que tanto padeció en vida: hija de un segundo matrimonio de Teodosio, su madre murió asesinada por Arcadio, medio hermano de nuestra protagonista. Por aquel entonces Galia vivía en Roma, en una casa custodiada por el general Estilicón, con quien se había propuesto contraer matrimonio. No obstante, con una conspiración de por medio, el emperador Honorio mandó ejecutarlo.

El ejército godo llegó a las puertas de la ciudad y en el 410, las tropas consiguieron entrar en Roma. Gala –que por entonces tenía veinte años- fue secuestrada por los visigodos de Alarico y se enamoró perdidamente de aquel bárbaro, pero su hermano tuvo la mala idea de pagar el rescate y la recuperó, para casarla con sucesivos nobles y generales romanos, que iban muriendo uno a uno en la guerra contra Alarico.

Gala quiso dejarse morir cuando supo que su amado había perecido en batalla y el ingenuo Honorio creyó que con un majestuoso mausoleo le levantaría el ánimo. La muerte de Alarico no significó el advenimiento de buenos tiempos para el Imperio: según los historiadores, a Honorio le interesaban más sus mosaicos que la seguridad de sus súbditos. Sólo zafó de pasar a la Historia como el causante de llevar al Imperio al borde del derrumbe gracias a los espléndidos mosaicos que dejó. Lo que Honorio no le dio en vida a su pobre hermana trató de ofrendárselo en ese mausoleo, cuyas paredes y techo conforman la más cercana experiencia a la idea del cielo que nos es concebible imaginar a la raza humana, según dicen los que saben de esas cosas. Al día de hoy, Gala Placidia yace mirando ese espléndido cielo estrellado desde el año 450.

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