Prof. Dr. Miguel A. Maldonado

¡¡A las piñas, no!!

Ni a Giles ni a Gollán les importó la situación en la que se encuentra absolutamente toda la población de Argentina, aquejada por una pandemia excepcional, por la contagiosidad que exhibe el coronavirus.

Hace apenas tres días se suspendió (por dos meses) el gravísimo conflicto que generó el Dr. Giles, presidente del Instituto de Obra Médico Asistencial, con el apoyo encendido del ministro de Salud bonaerense, el Dr. Gollán, al excluir abruptamente como prestador de dicho Instituto a la Agremiación Médica Platense. Esta medida, insólita e inesperada, dejó sin cobertura de la obra social a más de 300.000 afiliados, quienes no comprendían que una negociación de los médicos con el IOMA, por los honorarios y algunas condiciones de trabajo que claramente son desfavorables para los profesionales de la salud, fuera respondida con semejante dislate por el Instituto. La situación no tiene precedentes en las arduas y a veces prolongadas tratativas que, a través de muchísimos años, han desarrollado las entidades gremiales médicas de la Provincia de Buenos Aires (entre las cuales siempre estuvo la Agremiación Médica Platense).

Ni a Giles ni a Gollán les importó la situación en la que se encuentra absolutamente toda la población de Argentina, aquejada por una pandemia excepcional, por la contagiosidad que exhibe el coronavirus. La circunstancia es particularmente grave en la Provincia, donde se encuentra el foco pandémico más intenso, el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires), que naturalmente engloba también a la ciudad de La Plata y a las áreas que la circundan.

La exhibición de prepotencia y autoritarismo que hicieron Giles y Gollán causó sorpresa y profundo desagrado. Los afiliados, movilizados espontáneamente ante la carencia de cobertura, se concentraron en la puerta del IOMA coreando epítetos irreproducibles contra el presidente de la entidad, sugiriéndole también su retorno a Cuba, donde desarrolló su formación profesional.

Las entidades médicas científicas, asociaciones de profesionales y grupos de especialistas que, se estima, representan a unos 6.000 médicos, se manifestaron públicamente en apoyo de la Agremiación Médica Platense. En el Concejo Deliberante de La Plata ya hay debate sobre el tema, y también se han movilizado en la Legislatura provincial las distintas corrientes políticas por la medida insólita que adoptaron los más encumbrados funcionarios del sector de la salud: el ministro de Salud y el presidente del IOMA. Si ellos buscaban provocar conmoción y repulsa, lo han logrado plenamente.

Ahora bien, la pregunta del millón: ¿quién pagará los platos rotos por este dislate cometido por funcionarios que debían exhibir mesura, tranquilidad y respeto para negociar con los efectores de salud, en un momento crucial de toda la humanidad? Porque alguien dijo (y es totalmente aplicable a este caso) que “quien no tuviera cabeza para pensar, debiera tener espaldas para aguantar”.

Queda claro entonces que, más allá de las negociaciones que se iniciarán, los funcionarios que generaron esta crisis innecesaria y perjudicial para todos los actores, especialmente para los miles de afiliados que padecieron incertidumbre, angustia y desprotección por el caprichito de dos pseudoiluminados, deberían tener un acto de grandeza para limpiar la imagen y tomarse una larga licencia en los cargos que hoy deslucidamente ocupan.

Estas líneas no las escribe un advenedizo, que tanto opina sobre salud, como de fútbol o moda masculina. Por el contrario, he cumplido ya cincuenta años de médico, siempre encuadrado en las normas que rigen nuestra profesión. Pero, además, he sido presidente del Colegio de Médicos Distrito I, presidente del Consejo Superior del Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires, presidente del Consejo Federal de Entidades Médicas Colegiadas de la República Argentina, profesor titular (por concurso) de Medicina Legal y Deontología Médica de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP durante 13 largos años, he presidido congresos, jornadas y numerosos eventos nacionales, y tengo también (además del Doctorado en Medicina), el título de Especialista Consultor en Psiquiatría y Psicología Médica y el de Médico Legista, expedido por la UNBA.

Finalmente, ruego a Dios que ilumine a los directivos del IOMA y del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires para que asuman las responsabilidades y tomen medidas que pongan fin a este conflicto innecesario.

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