A una semana de las elecciones, el presidente evaluó la pospandemia, la desigualdad, las elecciones y los próximos dos años de mandato.
A una semana de las elecciones legislativas, el presidente Alberto Fernández brindó una entrevista a Télam, la primera desde su regreso de la gira internacional, que incluyó la Cumbre del G20 en Roma, y la Conferencia climática COP26, en Glasgow, Escocia.
Tras el gran evento que reunió a los principales líderes del planeta, el mandatario argentino aseguró que en la lucha por llegar a la pospandemia, “en todos lados se vive más o menos lo mismo”. “En momentos en que el tiempo transcurrido permite una cierta mirada retrospectiva, aparecen los efectos en la mayor parte de las sociedades que vieron la pandemia como una amenaza semejante a una guerra”, sostuvo y agregó: “Todo eso era pensado desde un virus que podía entrar a las casas o contagiar con solo andar por la calle. Esa sensación, poco a poco, fue condicionando el estado anímico de la gente”.
“Creo que en parte se vive como una posguerra. Hay un sentimiento de sobrevivencia. Y está claro que en una Argentina que ha tenido 115.000 muertes ocasionadas por una sola causa, ese sentimiento es comprensible”, dijo.
En ese sentido, al sentimiento de desánimo por tanta muerte y dolor, el presidente agregó que “se suman los efectos de la economía”. “Todas las economías del planeta cayeron. Todas, absolutamente todas. Y la recuperación tiene ritmos desiguales. En algunos lugares es muy rápida. Nuestra recuperación, por ejemplo, debe ser de las más rápidas del mundo. Pero no ha llegado a todos y hay gente que todavía no siente esa mejora. Y entonces hay una parte de los argentinos desanimados”.
“Confieso que en el vértigo en el que nos metió la pandemia, no advertí la magnitud del fenómeno en personas que fueron sobreexigidas por la pandemia. Por ejemplo, mujeres madres que tuvieron que afrontar cargas enormes, repartiéndose entre el trabajo y sus hijos, que además no podían asistir a los colegios. El trabajo y esfuerzo que hicieron fue inmenso. Y siento que, tal vez, no lo advertimos. Esa es la palabra exacta”, expresó.
Y opinó: “Pocos advirtieron el enorme impacto psicológico que traería aparejado la pandemia. Creo que en el presente, con la caída de los contagios y la recuperación económica, han renacido las ganas, la confianza y la esperanza en un presente y un futuro mejor”.
En cuanto a la reconstrucción del mundo, Fernández sostuvo que el debate central que se debe llevar adelante, y que “planteó en todos sus discursos”, es un debate ético. “Lo que dejó al descubierto la pandemia es la desigualdad a nivel planetario. Una mañana nos despertamos y un virus que era imperceptible al ojo humano era capaz, no sólo de arrancar millones de vidas, sino también de dar vuelta economías”.
“Y fundamentalmente, lo que deberíamos replantearnos es esa lógica que se impuso en el mundo de privilegiar lo financiero por sobre lo productivo. En gran parte, semejante desigualdad nace el día que el capitalismo le prestó más atención al gerente financiero que al de producción. Ese debate ético es el debate que está y que no todos abordan, porque hay un mundo que resiste ese cambio”.
“La mayoría de los países de América Latina son considerados de renta media”, dijo. “La pandemia hizo que los países desarrollados le presten mayor atención a los países pobres, básicamente concentrados en África y en Asia, con un propósito claro: ayudarlos para evitar las oleadas migratorias hacia Europa y a Estados Unidos. Pero nosotros quedamos en una suerte de limbo. Porque, además, los países de renta media contenemos el 60 por ciento de la pobreza del mundo”.
“Ese planteo lo plasmé en cada discurso y logramos algunos éxitos. Por ejemplo, que la nueva línea de crédito lanzada por el FMI hoy alcance a los países de renta media. Eso fue un triunfo nuestro. No solo el que se haya generado sino también que incluya a países como el nuestro. Otro tema es el de las sobretasas. El Fondo, que es un prestamista de última instancia, está cobrando actualmente tres veces la tasa que paga el mercado, algo quedó mal, por lo tanto revisémoslo. Lo planteamos, Europa nos acompañó y lo impusimos. Y el tema se va a tratar en diciembre, según anunció el organismo”, agregó.
Asimismo, expresó: “Está claro que el mundo debe tender a un sistema más progresivo en materia impositiva, donde el que menos tiene, menos pague; y el que más tiene, pague más. Ahora, esos debates son debates muy valiosos que el mundo debe dar. Creo que hay ejemplos a seguir. Los argentinos deberíamos mirar más modelos como Finlandia, Islandia, países en los que el Estado está muy presente, donde los impuestos se cobran y el Estado presta los servicios esenciales con muy buena calidad, hablo de salud y educación”.
Al ser consultado sobre la necesidad de fortalecer el Estado de bienestar, Fernández aseguró: “hicimos mucho en ese sentido, pero el vértigo de la pandemia no nos deja verlo en toda su dimensión”. “Nosotros hemos hecho acciones en materia impositiva, que fueron claramente avances progresivos. Está claro que la dimensión del problema por ahí exige mayor esfuerzo y velocidad. Pero hay que entender lo que le pasa a la Argentina. El país venía de una crisis enorme a la que se le sumó la pandemia”, sostuvo.
Al hacer una proyección sobre los dos años de mandato que se vienen, el presidente aseguró que la Argentina “entró en un período de crecimiento muy vertiginoso y rápido”. “Siento que la Argentina debe recuperar la economía del modo vertiginoso en el que lo estamos haciendo. Quiero que los dos años que vienen recuperemos lo que no pudimos hacer en este tiempo de pandemia”.
“Después del resultado electoral, lo que más me preocupó fue escuchar a la gente. Dejé de leer los diarios y escuchar las radios, y me ocupé de escuchar a la gente. La verdad es que me costó mucho entender el resultado electoral. Porque puedo entender el malestar de la gente, lo que me cuesta comprender es por qué algunos sectores entienden que la causa de ese malestar ha sido el gobierno”, agregó.
“Nosotros seguimos en el mismo sentido: en una Argentina que piense en la inversión, el trabajo y en las exportaciones; en una Argentina que recupere la educación y la salud públicas; en una Argentina que todos los días amplíe derechos; en una Argentina integrada al mundo desde su soberanía y su identidad, no corriendo detrás del poderoso de turno. Y a mí me parece que el malestar y el enojo de la pandemia a muchos les hizo ver que la salida estaba por otro lado. Inclusive, que la salida era volver al pasado”, manifestó.
Con respecto a Mauricio Macri, sostuvo: “Cuando escucho que el expresidente dice que el problema de la deuda lo arregla en cinco minutos, le creo. Le creo porque fue lo que hizo. No necesitó más de cinco minutos para endeudarnos del modo en que nos endeudó. Yo también puedo arreglar el problema de la deuda en cinco minutos: lo único que tengo que hacer es aceptar las condiciones que me ponen. Pero esa es la diferencia entre él y yo. No acepto esas condiciones. Porque sé que en lo que firme va a estar la suerte de generaciones de argentinos, no la suerte de mi gobierno”.
“Lo que quiero que todos sepan es que para mí es un honor ser el presidente de los argentinos. No hay mayor honor que uno pueda tener. Voy a dejar todo de mí. Lo que quiero es dejar un país un poco más igualitario del que recibí. Trabajé estos años para lograrlo y en muchas cosas lo logré”, agregó.
“Trabajé incansablemente todo este tiempo y soporté diatribas de todo tipo. Lo que me impulsa es poder seguir mirando a la gente a los ojos. La gente sabe lo que soy. Saben que trabajo honestamente, que nadie me ha corrompido en mi vida y que voy a morirme sin corromperme. Estoy seguro que cuando deje el gobierno, en 2023 o cuando sea, voy a dejar una Argentina mejor de la que recibí”, finalizó.