El Senado será el terreno donde se dirimirá el balance de poder

En las próximas elecciones legislativas, la Cámara alta bonaerense será el lugar en donde se pondrá en juego la gobernabilidad provincial de los próximos dos años. Se renovarán 23 bancas y el oficialismo deberá conquistar 10 si quiere garantizar los proyectos que le permitan llegar con tranquilidad a 2023.

Más allá de los dichos del gobernador y su equipo de trabajo, que no se cansan de afirmar que no están en campaña, sino que la energía de la Provincia está abocada al combate de la pandemia, lo cierto es que, con las elecciones legislativas muy cerca, el gobierno bonaerense tiene un objetivo muy claro: tres bancas más que las que actualmente tiene en el Senado provincial.

La distribución de poder actual en el recinto de avenida 51 no favorece la gobernabilidad de la gestión de Axel Kicillof, ya que con 26 senadores la oposición no solamente tiene el control del Senado, sino también el quorum propio para ­permitir que allí se traten los proyectos que al mandatario le interese aprobar.

Esto le otorga a Juntos por el Cambio una cuota de poder que bien podría arrebatársele tras un elección favorable para el oficialismo, ya que si bien hoy es potestad de la vicegobernadora llamar a sesionar, esto solo puede concretarse si la oposición así lo decide, pues con 26 voluntades bajo su ­control, posee la cantidad necesaria y suficiente para darle a la reunión en el recinto la característica de “sesión”.

Así lo marca el artículo 20 del reglamento interno de la Cámara de Senadores de la provincia de Buenos Aires, donde se consigna que “el Senado necesitará quorum constitucional para funcionar, representado por la mayoría de sus miembros, o sea la mitad más uno del número total de senadores”, es decir, 24 bancas.

El problema radica en que, en las próximas elecciones legislativas, las secciones que renovarán sus bancas en el recinto de las sillas rojas son la Primera, la Cuarta, la Quinta y la Séptima, donde la oposición es fuerte, y arrebatarle tres senadores no será una tarea fácil.

Cuando los bonaerenses vuelvan a las urnas, tendrán en sus manos la potestad para validar 23 de las 46 bancas del Senado, de las cuales 16 hoy pertenecen a Juntos por el Cambio y 7 responden al gobernador Axel Kicillof.

En el escenario actual, el oficialismo pierde en el reparto de bancas 5 a 3 en la Primera Sección, 5 a 2 en la Cuarta, 3 a 2 en la Quinta, y 3 a 0 en la Séptima. Lo cierto en este caso es que la oposición gobierna la mayor parte de los distritos que renuevan mandatos legislativos y hacia esos municipios irá el esfuerzo del oficialismo, que deberá mantener sus 7 senadores y arrebatarle al menos 3 a la oposición, si quiere que el balance de poder en las bancas de avenida 51 se incline a su favor a partir del 10 de diciembre próximo.

Por otro lado, en la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires la historia es similar, pero al revés. En el recinto de las bancas azules, el oficialismo controla 45 de las 92 bancas, es decir que está a 2 de tener quórum propio. Los diputados del Frente de Todos que deberán renovar su mandato en la Segunda, Tercera, Sexta y Octava Sección Electoral son 22, casi la mitad de los que hoy le dan supremacía sobre los 38 de Juntos por el Cambio, que también ponen exactamente la mitad en juego, con 19 de los escaños con los que cuenta actualmente.

En ese marco, la oposición arriesga 6 bancas en la Segunda Sección contra 5 del Frente de Todos; en la Tercera, el balance favorece al oficialismo por 10 a 4; en la Sexta y la Octava los números están a favor de la oposición, por 6 a 5 y 3 a 2, respectivamente. La diferencia está en la Tercera Sección, que representa buena parte del conurbano, en donde el oficialismo es fuerte. En el resto de las secciones, la lucha es palmo a palmo.

Con este escenario, y con un Senado en donde no hay terceras posiciones que puedan volcar hacia un lado u otro el balance de poder, Kicillof deberá hacer fuerte su imagen y la de quienes lo representan en distritos hostiles y en donde Juntos por el Cambio tiene alcaldes ocupando el Ejecutivo comunal, una tarea difícil para el mandatario si es que quiere garantizar la tranquilidad hasta el final de su gestión.

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