Inseguridad en la Provincia: cuando se profana el terreno sagrado del dolor

En medio del dolor por las policías bonaerenses fallecidas y luego de que otro agente resultara baleado en Bahía Blanca, el secretario de Política Criminal bonaerense, Francisco Pont Vergés, postuló que los asesinatos contra efectivos son parte de “rachas estacionales” propias “del delito”

No hables, a menos que puedas mejorar el silencio, solía sugerir un famoso escritor argentino al que los funcionarios de la Provincia probablemente no hayan leído.

Pues ayer, en medio del dolor por las policías bonaerenses baleadas por delincuentes en las últimas horas (una fallecida en el acto; otra diagnositcada con muerte cerebral), y luego de que otro agente resultara baleado en Bahía Blanca, el secretario de Política Criminal bonaerense, Francisco Pont Vergés, postuló que los asesinatos contra efectivos son parte de “rachas estacionales” propias “del delito”.

Lejos de tomar cartas en el asunto para solucionar el problema estructural de la mishiadura, la delincuencia y la desprotección policial en un territorio minado de crisis, el funcionario se excusó: “No podría decir que hay un motivo único (por el cual ocurrieron esos hechos). Es multi causal. Son también como rachas”.

Por su parte, Fernando Altamirano, el esposo de Lourdes Espíndola, la agente baleada en Ituzaingó, se mostró desamparado: “Las autoridades no nos escuchan”.

La demostración palpable de la indefensión a la que tanto policías como civiles estamos expuestos volvió a ponerse en evidencia anoche, cuando, tal como trascendió, se detuvo a un sospechoso del asesinato de Espíndola: según fuentes de la investigación, el hombre detenido tiene como antecedente la portación ilegal de armas de guerra.

En tanto, Altamirano, que manifestó sus intenciones de abandonar la Fuerza, recordó el cruce que mantuvo el domingo con el titular de la Bonaerense, Fabián Perroni: “Le dije ‘¿así es como usted cuida a su personal?’ Y él saltó prepotente diciéndome ‘qué te pasa pibe’. Después yo me acerqué para pedirle disculpas por haberle hablado así, le quise entregar mi credencial y no me la quiso agarrar. Se acercó y me dijo. ‘Comportate como un hombrecito’”.

Los funcionarios de Vidal, por los que ella es máxima responsable, no respetan lo que Oscar Wilde dio en llamar el “terreno sagrado” del dolor. Un territorio que cualquier palabra dicha fuera de lugar puede profanar.

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