Tiempo de vacas flacas

Una vaca que me dé mucha leche, entonces, si vendo un poco de leche puedo comprar las cosas para hacer buñuelos para venderlos en el mercado y con eso más o menos me las arreglaría

Una vaca que me dé mucha leche, entonces, si vendo un poco de leche puedo comprar las cosas para hacer buñuelos para venderlos en el mercado y con eso más o menos me las arreglaría.

Eso es lo que quiero”, fue la respuesta con la que hace algunos años se encontró el periodista Martín Caparrós, cuando en una aldea de Níger, África, le preguntó a una mujer que si pudiera pedirle cualquier cosa a un mago, qué le pediría. Pero la escena podría situarse en la Argentina actual, en algún hogar del Conurbano o Santiago del Estero -donde la pobreza se sufre más- e igualmente sería creíble. Pues, nuestro país, que fue granero del mundo, que genera alimentos para 440 millones de compatriotas, no da de comer como corresponde a todos sus hijos.

Es imperdonable. Que, según datos del Indec correspondientes al primer semestre del año, más de 12 millones de argentinos caminan entre los márgenes de la pobreza. Que el mes pasado -nos enteramos ayer- el consumo de carne vacuna haya registrado una abrupta caída de casi el 17% en comparación con el mes previo, debido al traslado a precios de la hacienda de la devaluación, a la recesión y a la caída del poder adquisitivo de las familias.

Según los reportes de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra), el consumo per cápita se hundió en septiembre hasta un equivalente de 49,1 kilos/año. Esto es, el alimento que en otros tiempos supo ser el nutriente infaltable de las mesas argentinas, hoy, con suerte, se raciona en unos pocos 4 kilos por mes, los que podría consumir una familia tipo en una o dos comidas.

La estrepitosa caída, una de las más fuertes en un año y medio, anticipa un preocupante cambio de tendencia que va vaciando los platos de proteínas, quitando el asado del domingo, ahora que el kilo no baja de los $190 y registra un aumento de casi el 40% en un año. También alternativas como la carne aviar o porcina se subieron al tren inflacionario, al anotar subas interanuales del 55,8% y 31,6%, respectivamente.

Son estos tiempos de vacas flacas. Los devaluados salarios argentinos se ubican entre los más bajos de la región, detrás de Brasil o Chile, y los trabajadores, sobreviviendo como pueden bajo la línea de la pobreza, optan hoy entre pagar la luz o el gas que les será cortado, o comprar un kilo de carne. Y si no pueden, lo imaginan.

Como aquella mujer en Níger, que podría estar en Argentina y pedir una vaca. O mejor dos, para que le den mucha leche y poder venderla y comprar alimentos y así, sueñan, desean los hambrientos, nunca más morirse de hambre.

 

El cuerpo de los animales, un lienzo de la crisis tambera

En época de vacas flacas, la producción láctea también jaquea. Por eso ayer, con una masiva y llamativa movilización, los tamberos de la provincia de Buenos Aires pidieron soluciones para el sector.

Con el envío de más de 350 vacas lecheras al Mercado de Liniers, asambleas y protestas, el reclamo más concreto fue que el Gobierno intervenga para actualizar el valor que se paga al productor por litro de leche: hoy recibe unos míseros $8, cuando en góndola el sachet no baja de los $25.

Esa brecha, junto a costos que se disparan y el tarifazo energético aplicado desde el inicio de la gestión Cambiemos, explican en parte el cierre de más de 250 tambos en la Provincia y unos 600 en el país. En las protestas, que tuvieron como epicentro las plantas lácteas de La Serenísima ubicadas en las ciudades de Trenque Lauquen y General Rodríguez, se escucharon crudos testimonios de los productores: “El Gobierno tiene que salir del estado de autismo. Basta de verso y chácharas.

Hay que encontrar una solución para el precio y el plazo de pago”, aseguró el titular de la  Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), Matías de Velazco. “Es que en la actualidad la industria paga unos $8 por litro cuando un productor, para salir empatado, debería percibir $11. Debe aparecer la plata que falta y está en la cadena.

Tienen que derramar las industria y las cadenas comerciales”, agregó. Ayer, de las más de mil vacas que ingresaron al Mercado de Liniers, el 35% fueron lecheras, y varias de ellas arribaron con pintadas sobre el lomo: “S.O.S. tambos” y “Plan menos leche”, pudo leerse en el cuerpo tatuado de los animales, como un lienzo de la crisis.